04 agosto 2006

Y Thielemann accedió al Walhalla


Concluyó el esperado Anillo en Bayreuth con la destacada y prácticamente unánime alabanza al trabajo desarrollado en el foso por el director de orquesta Christian Thielemann. El director berlinés accede, de esta manera, al «Walhalla» particular de esos insignes directores de orquesta que el buen aficionado wagneriano retiene indelebles en su recuerdo. Los menos porque estaban presentes en la sala y los más porque lo han escuchado través del disco. Clemens Krauss, Wilhem Fürtwangler, Hans Knappertsbusch, Josep Keilberth son algunos de los nombres que habitan ese Olimpo musical.
Hacía tiempo que la dirección musical del Anillo del Nibelungo no cosechaba aplausos tan unánimes, ópera a ópera, en la sala del Festpielhaus. Comenzó deslumbrante el Oro del Rhin, fue de menos a más en La Walkyria, cosechó un impresionante Sigfrido y culminó, portentoso, la siempre difícil y arriesgada El Ocaso de los Dioses. Thielemann reveló un Anillo musicalmente equilibrado, con especial atención a las proporciones y atento a los detalles. Su dirección no suena apelmazada, y aunque se permite alguna que otra licencia efectista en determinados pasajes, su lectura es claramente sólida y coherente. En la memoria de muchos permanecerá, por ejemplo, la subyugante pausa, que él convierte en un largo y sobrecogedor silencio, antes de acometer los últimos compases de El Ocaso de los Dioses.

Seguro que el debate en el universo wagneriano permanecerá durante largo tiempo sobre la pertinencia de esta nueva dirección musical de un clásico como el Anillo. En futuras ediciones del festival tendremos ocasión de ver la evolución de esta lectura tan personal, que el propio Thielemann ha asumido a conciencia y que seguro nos deparará nuevos motivos para el análisis y el comentario.
Lo que no está en debate es la dificultad, presente desde hace algunos años, de encontrar un elenco vocal satisfactorio para esta producción. En este año se sigue constantando una carencia de voces, y más para una producción que supone cantar dos días seguidos o cuatro veces en cinco días. Buena prueba de ello es que, este año, los parabienes se los han llevado papeles de un solo día, como Shore (Alberich), Pieczonka (Sieglinde) y König (Hagen). Sin embargo, los cantantes que debían cantar en más de una ópera se resintieron y culminaron actuaciones irregulares, combinando buenos momentos con otros por debajo de lo esperado. Fueron los casos de Struckmann (Wotan), Watson (Brünnhilde) o Gould (Siegfried).

Al final, quien no pasó la prueba fue la dirección de escena del veterano Tankred Dorst. Se la jugaba el octogenario regista alemán, al aceptar, casi a un año vista, la «patata caliente» rechazada por Lars von Trier, al admitir que no se veía capaz de enfrentar el proyecto. A tenor de la opinión de los críticos en la prensa y del público el último día, el resultado no ha podido ser más controvertido. Una producción que, sorprendentemente, ha resultado ser una serie de cuatro diferentes, con pocos elementos de conexión entre una y otra, y eso que el equipo escénico decidió someterse al veredicto del público al final de las cuatro óperas, como queriendo dar una unidad a su proyecto que, al parecer, no existió sobre el escenario. Dorst es un director teatral de mucho éxito, pero puede que a este Anillo le falten muchas horas de trabajo aún. Un verdadero «work-in-progress» a tenor de la crítica internacional. Veremos su evolución en las reposiciones posteriores del ciclo.

Y concluido el estreno de esta edición, ya tenemos novedades para los festivales que vienen. Se ha anunciado un nuevo Parsifal para 2008 y un Lohengrin para 2010. No conocemos más detalles de los equipos artísticos responsables de ambas producciones, aunque en 2007 se va a producir un acontecimiento que nos puede dar una pista: el estreno de una nueva producción de Los Maestros Cantores de Nüremberg con dirección escénica de… ¡tatachán! Katharina Wagner, descendiente directa del compositor e hija del actual director del festival, Wolfgang Wagner. Será el debut en Bayreuth de un nuevo miembro de los Wagner metido a poner en escena las obras de su antepasado. Toda una primicia. Katharina ya ha hecho sus pinitos en otros teatros alemanes. Fue asistente de Harry Kupfer, ha dirigido un Holandés Errante, y su última creación fue Il Tritico, de Puccini, en la Deutsche Oper de Berlín, que no fue bien acogida por el público. Veremos qué pasa en esta ocasión.
Texto: Felipe Santos
Foto: Jurgen Hasenkopf, AP, DPA.

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