24 mayo 2009

El nuevo paradigma del sector del libro

Cuando un editor se encuentra con otro, la primera pregunta es: “¿Quién os distribuye?”
Cuando un futuro editor habla con otros editores, la pregunta que se le hace al primero –con cara de preocupación más que de curiosidad- es: “Pero ¿quiénes serían los distribuidores?” Cuando un editor en plena transformación habla con sus libreros de confianza, siempre acaba saliendo el: “¿Y quién os va a distribuir ahora?”. Incluso hay autores que antes de nada se interesan por saber quiénes van a ser los encargados de distribuir su obra.

En ocasiones parece que, desde dentro, el problema es sobre todo uno, por lo que se podría decir que un libro de este género debería llamarse “nuevo paradigma del sector de la distribución”, o mejor, “nuevo paradigma del sector editorial y el problema de la distribución”. Lo demás daría, pues, para otro libro, casi menudencias frente a la esta cuestión primera que apuntamos. Cierto es que el libro de Manuel Gil y Francisco Javier Jiménez da particular cuenta de cada uno de los cambios y necesidades del sector editorial, entre los que incluyen la distribución. Ponen -de manera acertada pero sin llegar a lo que algunos han denominado provocación- en aviso sobre los cambios necesarios y en los verdaderos “vicios” de esa parte de la cadena de producción tan importante.

Quizá sea exagerado volcar toda responsabilidad sobre los mismos, aunque no deja de ser significativo que todas las conversaciones del sector comiencen con los ejemplos arriba citados. Los nuevos aires traen con ellos la posibilidad de retomar un rumbo propio al editor mientras otros eslabones de la cadena siguen sumidos en una posición de letargo gracias a un poder exagerado que les permite a su vez culpar a libreros y editores no ya de las malas cifras de ventas, sino de la escasa visibilidad de los títulos que deberían defender como suyos, la parte proporcional de la que más se deberían responsabilizar. Sí, quizá sea exagerado señalar siempre al mismo, pero lo expuesto se acerca mucho a la realidad que viven muchos editores medianos y pequeños, sobre todo. Por eso decimos que, con una pieza tan importante del engranaje desengrasada, oxidada y monocorde, los demás argumentos que exponen los autores del libro para salvar o mejorar el sector editorial casi resultan baladíes.

O casi todos. Internet, la digitalización, etc., pueden hacer que los elementos más anquilosados y poco eficientes tengan que o bien replantear sus modelos de negocio, actualizar sus estructuras y acciones de trabajo –algo que parece evidente que no se está llevando a cabo- o sencillamente abandonar el sector. Si no, como ejemplo está Amazon. Pero hasta que lleguemos a la ciudad virtual total del libro el problema va a seguir estando ahí, por eso sorprende la poca actividad de editores frente a la indefensión que supone trabajar bajo la presión de otros que no quieren ver los cambios del sector, frenando con ello la evolución lógica del mercado del libro. En los tiempos en los que vivimos esperar más de un día por un libro, estés donde estés, es un atraso. Cierto.

Si recientemente en Francia definían el modelo de negocio editorial –y en concreto el problema de la distribución- como algo casi medieval de tan atrasado frente a los nuevos medios de producción y de comunicación, en Francia, donde el sector sale bastante mejor parado y sus picos de ventas no están tan segmentados en nichos (utilizando el lenguaje de marketing posmoderno de los autores, a veces un tanto cargante pero tal vez necesario para exponer según que conceptos del modelo de negocio en todos los sectores) ni los bestsellers son la única referencia en porcentaje de ventas y sí lo son también el pequeño goteo de “long-tailers”, qué no podremos decir del nuestro modelo.

Los máximos aciertos al panorama actual del libro de Gil y Jiménez, lo más novedoso: los cambios y evolución evidentes de toda sociedad de consumo –tampoco hace falta citar tanto a Lipovesky o Bauman- y la realidad que ha traído Internet, la Web 2.0 y todo lo que ello conlleva: la wikicolaboración/promoción, y el lector como parte ahora muy activa de la cadena de consumo y de opinión y prescripción. La responsabilidad y el interés del editor aquí son muy importantes. Guste o no, el nuevo modelo obliga.

Por otra parte, destacan los análisis de muchos inconvenientes sabidos, puestos en orden y con acertadas sugerencias como los problemas de la concentración y sobreproducción,
el precio fijo y, como hemos dicho, los problemas de la distribución. Aunque pueda parecer extraño, al hablar con los libreros la conclusión es que no estarían muy cómodos con una gran concentración de la distribución. Saben muy bien las presiones a las que los someten los grandes grupos editoriales con distribución propia (aunque tampoco convence mucho la profesionalización hasta el grado de licenciatura de la profesión de librero que sugieren los autores). Lo cierto es que los libreros cada vez están más cerca de lo que los autores llaman “exhibición homologada de novedades”, es decir, del “zafonazo” en sus escaparates. Y sí, en paradójicamente, en algunas de estas librerías “de barrio” todavía parece que hay que pedir permiso para entrar, y para mirar, sitio de culto sólo para iniciados, prescriptores ya de muy poco.

La realidad hoy viene dada por la potenciación de todo lo que sea el marketing online y el máximo aprovechamiento de la Red. Aquí los autores recogen una serie de consejos acertados para reorientar el modelo del negocio editorial: redes sociales, interconexión y visibilidad, rediseño de la web, etc. Ideas muchas conocidas pero, como decimos, muy bien puestas en orden por los autores.

Sorprende que dediquen apenas un par de páginas a la digitalización y los libros electrónicos, cuando sabemos –y con el ejemplo de grandes y tradicionales editoriales como Random-House o Penguin- que en muy pocos años va a ser una importante fuente de ingresos y, lo más importante, un formato muy demandado. Si seguimos esperando los e-books españoles nos los venderá también Amazon. Mejor no dar ideas. Digitalización de bibliotecas enteras, Impresión Bajo Demanda, libros electrónicos, lectores digitales, nunca el libro ha estado tan presente, tanta lectura accesible para todos, pero el escepticismo sólo quiere ver la versión negativa de los cambios. Parece que nos olvidamos que lo importante aquí es el texto (novela, ensayo…), y no tanto el contexto (papel, pantallas…).

No obstante, vemos que vengan de donde vengan los buenos consejos, a veces parece que el sector prefiere dejarlos caer en saco roto, como se suele decir. Lo cierto es que cada tipo de editorial (multinacional, mediana, “independiente”) necesitaría su particular versión del nuevo paradigma. Para según qué tipo de editor, sumido en su particular visión del libro, “El Nuevo paradigma” puede resultarle un tanto aburrido, entre ideas conocidas, intuidas y otras que piensa que ya no le conciernen, como todo lo relacionado con Internet y la web 2.0. Lo cierto es que son propuestas ordenadas que como punto de partida o de revisión –algunas más acertadas se leen en su blog- pueden resultar indispensables y necesarias tener bien a mano.

Sí, leer es muy bonito, editar para lectores y “envidia” de otros editores es muy gratificante, pero, aunque sea la parte más aburrida e incómoda para muchos, promocionar, ser visible, innovar, en definitiva vender, es necesario.

Texto: José Antonio Vázquez, miembro del Equipo Dosdoce y coautor de varios estudios sobre tendencias 2.0.

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