27 julio 2009

El papel y el píxel. De lo impreso a lo digital: continuidades y transformaciones

Con la llegada de “lo digital” se comenzó a redefinir la noción de libro e, implícitamente –y por ello en ocasiones confusamente-, la definición de texto (hipertexto), ahora “contenido”. Más allá quedarían fondo y forma. Es decir, en qué medida los cambios del papel a lo digital afectarían a la creación y a su recepción, y con ello también a la posibilidad del nacimiento de nuevos géneros, si hablamos sólo de literatura -a veces nos olvidamos de que los libros no son sólo de o para la Literatura-. Con los ordenadores, ahora con lectores y otros soportes móviles con posibilidad de conexión, la ruptura con el texto lineal parece que es inevitable esta confusión, es más, que soporte y contenido se diluyen en su explicación.

En El papel y el píxel, de José Afonso Furtado, percibimos este rastro donde se funden la tecnología con las posibilidades de expresión. Donde el papel era el soporte sólo cabía hablar de fondo, forma, etc., sin necesidad de adentrarnos en interpretaciones de márgenes deconstructivos. Así, el autor comienza resumiendo la historia de este cambio –de lo impreso a lo digital- y las diferentes acepciones, definiciones, versiones y teorías del libro digital e hipertexto. Entra directamente en el debate que hoy nos toca, la digitalización y sus consecuencias, sin retrotraerse a conocidas historias sobre los cambios que supusieron la entrada de lo escrito tras la tradición oral (Platón), la aparición de la imprenta (Lutero) y demás proféticas teorías fallidas sobre la desaparición de la memoria y el temido acceso en masa al conocimiento que a raíz de aquellos cambios se suscitaron. Según las diferentes definiciones recopiladas por el autor no queda claro si el nuevo libro es otra cosa o lo mismo, y posiblemente dé igual. El problema no es tanto del autor, que recoge estas teorías, como del debate cuando se habla indistintamente del nuevo texto y su soporte, insistimos. También del contenido: no es lo mismo si hablamos de una novela, un periódico, una guía de viajes o un tratado de física cuántica. Cada uno de estos contenidos puede verse “afectado” de distinta forma por los cambios a la lectura hipertextual, la importancia –como subraya el autor- de lo fragmentario, de lo digital en definitiva.

De este modo, pasamos de leer peculiaridades sobre software y hardware, a las interpretaciones de lo que supone un nuevo texto, del hipertexto, y demás disquisiciones propias de otras disciplinas ajenas a la tecnología y la programación. Definitivamente, la tecnología se adentra en cuestiones de semiótica y lingüística para exigir protagonismo. El libro digital -no lineal, hipertextual, conectado- impondrá un nuevo repaso en todos y cada uno de los campos de la teoría del texto y de la literatura (si estos se siguen considerando así entonces) a la vez que crecen sus posibilidades técnicas, cuando en el libro impreso, cualesquiera sea el género de éste, el papel no era más que el soporte, sin apenas posibilidad alguna de condicionar la configuración del texto (incluso en casos como el de la poesía visual o algunos otros ejemplos de experimentación textual como el de Cortázar, la lectura no deja de ser lineal sobre papel impreso).

Por otra parte, la linealidad que rompe el hipertexto -de la tanto se discute en el libro de Furtado- puede ser positiva o negativa en función de la responsabilidad del lector. La capacidad de atención o distracción que se suele atribuir al texto interconectado (hipertexto/pantalla) difiere del dominio y necesidades del lector. Lo digital no implica la ruptura total de la linealidad: no sería obligatorio leer a Balzac con hipervínculos de todo tipo, lo único que cambiaría sería el soporte; de manera que ya pasamos a estar hablando de hábitos de lectura, de aprendizaje y cuestiones cognitivas (habría que ver los cambios que produce la lectura digital, la configuración del texto en soportes que no sean papel, caja, interlineado, etc. en estos nuevos espacios de lectura). Otro caso es el de la escritura, donde los nuevos autores de hoy pueden construir textos más allá de la su imaginación y dominio, si bien el resultado puede ser indistintamente para una lectura lineal o hipertextual. Sobre los textos antes de la digitalización, sería como elegir entre un libro con o sin ilustraciones. El valor añadido, la conexión e hipervínculos durante la lectura es otra opción más, una opción que sólo puede posibilitar el libro digital, por otra parte. Las posibilidades del hipertexto y valores añadidos para un libro de historia, un libro de texto o científico pueden ser muy positivas; a su vez, la visualidad puede ayudar a la comprensión, así como la implicación activa del lector. El argumento de la distracción (sonido, imágenes, vídeos) es sólo problema del que lee. De él depende saber conducirse durante la lectura, saber qué está leyendo y para qué. Es más, podríamos decir que la lectura no lineal requiere un tipo lectura más “responsable”, según el caso.

Campo abierto para una nueva teoría de la recepción u otras tantas teorías. O quizá, quién sabe, con la posibilidad del hipervínculo en la lectura se dirija la Literatura –si nos centramos en esta parcela de la lectura de un libro- hacia sí misma o a su esencia, que según Blanchot, es su desaparición. Esta afirmación se vería reflejada en la de Furtado cuando dice que el “texto existe cada vez menos por si sólo”. Y es cierto, pero, como señalamos, todavía depende de si hablamos de una novela (ya sea en Pdf, Word, e-book) o de un artículo en Internet o un blog, donde existe la posibilidad –como en algunos e-books- de asociación entre distintos tipos de mensajes que antes iban en diferentes soportes (audio, vídeo, vínculo). La definición de “libro electrónico” carece de importancia, al menos hasta que no se fijen las posibilidades reales y aplicaciones en sus diferentes campos. Por ahora, el libro digital se muestra como una gran posibilidad de algo que aún está por acabar de establecer.

Tras la lectura del libro de Furtado podríamos entender que el problema –si es que realmente existe- y el debate sobre el libro (y su mística: Blanchot, Steiner), y con él el del texto (y sus variaciones: Bajtín, Barthes, Genette, Derrida, Deleuze, Iser y Jauss…), toma ahora un nuevo sentido, más allá de la pantalla del ordenador, con los lectores y nuevos soportes de lectura, como los móviles, iPhone, Blackberry, etc. Cuestiones algo complicadas éstas a las que Furtado trata de poner un poco de claridad y orden desde el momento presente. Un valioso recorrido por el “ahora” del libro, avance de posibles lecturas y de posibles horizontes donde reconocerse lector. Quizá otro lector.

Texto: José Antonio Vázquez (Equipo Dosdoce)

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