11 enero 2010

La pasión según Georg Trakl

La pasión según Georg Trakl (Editorial Trotta) es una lectura personal cercana al diálogo y a la representación más que un ensayo o hermenéutica de la obra del poeta austriaco. Por esta razón, si no fuera por el prólogo a la manera de advertencia el lector no sabría ubicarse hasta haber avanzado unas cuantas páginas, y aún seguiría preguntándose si se trata de un libro sobre el poeta –Trakl- o del poeta –el autor, Hugo Mujica- y la experiencia poética o estética que aquél le suscita. Es decir, es una lectura personal, de relación, sobre el poeta expresionista. De modo que leemos retazos de poesía sobre la poesía de Trakl, alguna aclaración y puntualizaciones muy interesantes sobre Trakl, pero también poesía de la poesía. A veces es difícil enfrentarse a este tipo de libros, puesto que no sabemos bien a quién leemos (algunas afirmaciones, ¿son del autor, son de Trakl o las dice aquél a propósito del poeta suicida?), cómo afrontar el texto. Al fin, puede resultar más un libro para quien sigue la trayectoria del autor del mismo, también poeta y estudioso de poéticas cercanas: Heidegger, San Juan, Celan (también en Trotta, cuya labor editorial en este sentido es encomiable).

Desde el punto de vista de la interpretación, de la aclaración de un poeta hermético como lo es Trakl, quizá nos quedemos con ganas de más, de que Mujica nos desvele más de lo mucho que vemos que sabe, y poetice menos, porque entre estos esbozos poéticos para describir su lectura de Trakl se hallan comentarios importantes sobre la obra del poeta. Pero para llegar a ellos debemos leer estos otros fragmentos poetizados (incluso en la disposición textual de los comentarios), y esto a veces nos deja con ganas de conocer mejor la obra del autor de Sebastian im Traum. La complejidad de la poesía de Trakl, aunque aparentemente reconocible por esa red semántica de vocablos repetidos en el conjunto de su obra, está más allá de lecturas hedeggerianas –“vivimos arrojados, estar es estar cayendo”-, y de expresiones como “cosmos del caos” o “silencio ensordecedor”.

Como con el filósofo alemán, se dan casos en los que el lector/hermeneuta se acerca a la poesía de otro poeta para leerse e interpretarse a sí mismo. Hay ejemplos más extremos, como quien queriendo descifrar a Blanchot “blanchotiza” tanto que no se sabe lo que quiere decir. O como el de Cuesta Abad, quien queriendo explicar a Paul Celan lo oscurece aún más (Valente sería el caso contrario). El intérprete mimetiza el lenguaje y mistifica la palabra, en lugar de ofrecérsela limpia a los pobres mortales (léase lectores). Si bien éste no es el caso, no hay oscuridad, la poesía del autor, de Mujica, sólo nos hace adentrarnos mediante rodeos poetizados a la poética de Trakl. Pero ya estábamos advertidos. Se trata de un libro en el que uno habla y el otro escucha. Y nosotros, lectores, asistimos al diálogo desde fuera. Y es en ese diálogo donde a veces expresiones como las señaladas arriba, y antítesis similares y un tanto evidentes, chocan con párrafos muy ilustrativos y esclarecedores de la obra de Trakl. “Su sangre es su tinta”, “Participar será partirse”, “Combate entre el bien y el mal”, etc., son soluciones un tanto fáciles para la profundidad poética del expresionista, ya sean para sacar a la luz ya sean para hacer poesía.

Aun así, no sería justo dejarse llevar por esta “confusión” entre la poesía y la interpretación y convendría señalar que en este libro se hallan muchas claves de la poesía expresionista y de Trakl: la crisis que supo ver el poeta, la visión adelantada de lo que iba a ser el hombre fragmentado de posguerra, la inversión del significado de la noche de origen romántico (Novalis), exceso de lenguaje y placer negativo de lo sublime y, sobre todo, el final de su poesía, cada vez más contundente y pura, también en palabras de Mujica.
Un libro para un primer acercamiento a Trakl –para evitar a Heidegger, para no tener que buscar el libro de Walter Muschg- o para quien quiere tener una nueva lectura, esta vez, repetimos, poetizada. Pero si volvemos a la “advertencia” inicial del propio autor, quizá no tenga sentido todo lo comentado arriba y sólo habría que dejarse llevar por este diálogo entre dos. Aunque yo también debo decir que éste también ha sido el resultado de mi lectura personal. Quizá porque uno, tal vez injusto, siempre espera mucho más de lo que debiera de los maestros.

José Antonio Vázquez (Equipo Dosdoce)

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