29 junio 2011

Anna Talens

Desde que descubrimos a Anna Talens (Carcaixent, Valencia, 1978), y fieles al espíritu de Dosdoce de compartir todo aquello que consideramos que merece la pena, no hemos pensado en otra cosa que en entrevistar a esta artista única para que todos nuestros lectores puedan conocer su obra. Es difícil describir su trabajo, por personal, por diferente, y porque necesitamos muchos de nuestros sentidos para poder disfrutarlo y no perdernos ningún detalle. La obra de Anna Talens no se parece a ninguna otra, algo tan difícil de encontrar en el mundo del arte y de lo que sólo unos pocos elegidos pueden presumir.

La forma en que Anna concibe el arte se prolonga en el espectador al contemplarlo. Su exquisito detalle, su delicadeza, su esencia van formando parte de nosotros poco a poco. Sus trabajos no entran de golpe en nuestros sentidos sino que nos dejan que los descubramos muy lentamente… Por eso perduran en nuestra memoria y nos van conquistando, siempre poco a poco…

Hablar con Anna Talens y que te cuente sus obras es la otra gran razón de la necesidad de esta entrevista. Su sencillez, su discreción, su profunda implicación con el arte y su naturalidad a la hora de explicar sus trabajos es algo que recordamos con auténtico cariño desde aquel día en que nos encontramos con ella por primera vez. Por esta razón queremos que conozcáis algo más de Anna a través de estas líneas, y os recomendamos, naturalmente, contemplar su obra en directo siempre que os sea posible. Una artista que dará mucho que hablar y a quien sin duda hay que seguir de cerca. Nosotros ya lo estamos haciendo.

 

Entrevista a Anna Talens

 

¿En qué piensas mientras estás creando?

Resulta difícil describir exactamente qué pienso o qué siento cuando estoy creando, pero lo voy a intentar. Se trata de una mezcla de intuición, sentimiento, intelecto y emoción. Experimento una concentración especial. Mi cabeza está constantemente en funcionamiento y cuando genero las obras parece encontrar un reposo, pero no un descanso, sino una especie de consuelo. Se trata del disfrute del encuentro de un lugar, o más bien de un momento, en el que todo lo imaginado parece posible. Después tienes que trabajar para que lo sea, claro.

Además este estado acontece muchas veces en los lugares menos esperados, por eso siempre llevo detrás un cuaderno de bolsillo, porque en cualquier momento pueden aparecer respuestas para terminar o afianzar piezas. El tren, por ejemplo, es un lugar en el que he escrito y pensado mucho. Hace años decía que me pasaría el día yendo y viniendo sin parar en ninguna parte, sólo por lo productivo que es para mí viajar en tren.

Por lo que no siempre creo en el estudio, pero cuando lo hago en ese lugar suele ser más o menos lo mismo, lo único que sucede es que el juego de formas e ideas se proyecta en las manos, manipulando materiales y probando posibilidades.

¿En qué te basas para la elección de los materiales? ¿Los encuentras o te encuentran?

Aunque miro siempre las cosas de un modo directo, creo que mi mirada sobre el mundo es bastante selectiva. Esquivo lo feo, pero no estoy ciega ante el sufrimiento. Dentro de la libertad de la que disfruto opto por seleccionar siempre aquello que me ayuda a ser feliz para poder hablar de aquello que me hace sufrir. Se trata de algo así como «un esfuerzo feliz».

Y aun siendo consciente de que es arriesgado hablar en términos de belleza hoy en día, puedo decir que en su encuentro reside para mí un gran antídoto contra el dolor. Pero mis obras no responden tan solo a una selección emotiva y estética, sino que están también fundamentadas en la historia del material, en su origen o utilidad y en las calidades físicas que posee y sobretodo en la necesidad de comunicar algo.

Podría decir en cierto modo que selecciono los materiales según su valor poético. Me suelen atraer los objetos antiguos, sobre los que el tiempo ha creado una pátina y que provienen de un mundo en el que el plástico no existía, los que esconden una función ya en desuso y que son portadores de cierta melancolía funcional. Gusto también de la recolección de objetos de la naturaleza y además siempre selecciono aquellos materiales que pueda trabajar con mis manos. Y es que el contacto manual con mis objetos, al menos hasta el momento, es muy importante.

Si das tanta importancia a los materiales, supongo que el proceso de creación empezará desde el mismo momento de dar con ellos…

El encuentro de materiales es una parte del proceso de creación de la que disfruto mucho. Cuando encuentro algo interesante intento llevármelo porque presiento que va a ser útil. Muchas veces no encuentro la utilidad en el momento en el que los encuentro, pero su presencia en el estudio o en mi memoria les hace rondar por mi cabeza cuando estoy construyendo piezas.

Tus obras me parecen historias en sí mismas, no sólo por los títulos que les dedicas, sino porque me parece que tienen un argumento, un planteamiento, un desarrollo, un desenlace… ¿Qué tipo de historias te gusta contar con ellas?

Cuento la historia de mi vida, que realmente no dista de la vida de los otros. Es como un diálogo con el espectador al que le cuentas lo que te pasa, lo que te preocupa, lo que te hace sentir feliz o triste. Y es maravilloso cuando se consigue una correspondencia y el espectador es capaz de reconocer su propia experiencia vital a través de lo que yo le cuento.

No las realizo de un modo terapéutico, ni tampoco mi intención es ahuyentar a los malos espíritus, pero sí me sirven para convertir en objeto aquello que he vivido. Por eso creo que resultan misteriosas, porque no son fruto de un encuentro casual o de una intención estética, sino que todas ellas son el resultado de algo que veo necesario decir.

Para mí el artista es también el instrumento que hace posible que lo imaginado exista y que ve en la creación de ese objeto una necesidad total, al margen de la demanda del mercado. Para ser artista no es sólo necesario imaginar, sino estar realmente cuerdo para que las locuras que uno imagina se conviertan en realidad.

Tomas los materiales y les das una función absolutamente diferente de la suya propia. Plumas que forman corazones, alfileres suaves al tacto… Qué prefieres, ¿sorprender o que te sorprendan?

La verdad, no busco sorprender, aunque sea algo que provoca mi obra, no es mi intención. Creo que esta sensación es producto del proceso de creación. Aunque a decir verdad, creo que si producen este efecto quizá es porque son capaces de mostrar lo cotidiano como algo extraordinario y el espectador lo detecta. De repente reconoce algo familiar pero que se le muestra de un modo extraño.

Mi trabajo se nutre de la idealización, de cómo veo el mundo, de cómo intento idealizar lo cotidiano para construir mi propia felicidad al margen de grandes artificios.

Provocar poesía visual, jugar a descontextualizar el objeto o encontrar utilidades diferentes a los materiales es un proceso muy divertido, incluso provisto de humor. Muchas veces no sé de donde vienen las relaciones que hago entre objetos o entre materiales, son quizá el resultado de un juego físico y mental en el que las cosas abandonan su suerte, para vivir una segunda vida convertidas en obras de arte. En la dimensión de mi mente, no digo que todo tenga cabida, pero sí que todo lo imaginado parece, al menos por un instante, posible.

¿Te gusta escuchar el silencio?

Busco el silencio, pero no la soledad, ya la conozco. Creo que disfruto del silencio cuando hago, en el sentido de hacer con las manos; también cuando contemplo, cuando no me apresuro. Hacer para mí es como callar y es a la vez el modo de darle una dimensión física a aquello que constantemente está hablando dentro de mí.

¿Eres consciente de la relación que mantienen tus obras con el mundo de la poesía?

Para mí la poesía es ese modo de describir el mundo con las palabras justas y bien dispuestas, que es capaz de cautivar con la belleza que reside en cada una de ellas y de reflejar los entresijos de las vidas humanas de un modo rotundo y casi sagrado. Si se acepta esta definición espontánea como lo que se entiende que es poesía, entonces sí, estoy haciendo poesía.

El artista se comunica a través de su obra, pero tú incluyes ese matiz de «no es lo que parece» con la elección de los materiales. ¿Timidez o autodefensa?

Las dos cosas. La autodefensa puede ser producto de la timidez y del orgullo, dos estados que responden a la protección del ego. Estamos llenos de entresijos e inseguridades que habitan en nuestro interior y la timidez y la autodefensa se suelen generar cuando experimentamos el encuentro con «el otro». Son un reconocimiento de la propia fragilidad que siempre intentamos ocultar frente a los demás, para protegernos de los ataques y ganar las batallas. Diría que la autodefensa es resultado de un instinto de supervivencia emocional. En mi caso quizá sea el eco de una infancia llena de escondites.

Tienes el taller en casa de tus abuelos. Y da la impresión de que tienes allí guardados cada uno de los recuerdos de tu vida para entremezclarlos con los materiales de tus obras. ¿Qué te están diciendo que hagas ahora? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

La casa de mis abuelos ha sido un lugar importante para la creación, pero del mismo modo lo son mis constantes estancias en Alemania desde que en 1999 estudié en la Bauhaus Universität de Weimar. Intento ahora pasar más tiempo en Berlín que en Valencia y sigo trabajando en esta ciudad que tanto me ha aportado hasta el momento, sin descuidar lo que tengo en España.

Del 20 al 24 de Julio participo en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Santander en el stand de la Galería pazYcomedias de Valencia. Estoy muy feliz por ello ya que, además de ser un reto, es una buena oportunidad para dar a conocer mi trabajo y un lugar de encuentro para el arte.

Y en septiembre presento, tras varios años de investigación, mi tesis titulada «La transformación de la experiencia de la naturaleza en arte. El nomadismo y lo efímero». Y aunque ha sido duro redactar mi tesis y seguir produciendo obra a la vez, me siento muy feliz por haber afianzado teóricamente también mi visión del arte. Ahora, desde la distancia del esfuerzo, me doy cuenta de cuánto he crecido durante el tiempo de redacción y me siento privilegiada por haber podido disfrutar de esta etapa del desarrollo de mi formación académica. Además, tampoco descarto seguir con la escritura.

Y sobre mi obra… ahora estoy trabajando con hilos de seda japoneses que he comprado en Berlín y con cristales rotos que se están convirtiendo en una especie de arma, me recuerdan a las lascas de sílex con las que se hacían herramientas cortantes en la Prehistoria. Sigo investigando sobre la utilización de la seda y ya tengo una pieza en mente que es necesario hacer. Continúo experimentando con otros colores y composiciones en la serie «Acariciar un campo peligroso». Y quisiera seguir implicándome en nuevos y buenos proyectos. Tengo muchas ganas de trabajar.

Es siempre emocionante pensar en las cosas que están por venir. Siento que estoy generando un lenguaje, del que todavía conozco pocas posibilidades de expresión. Añoro quizá la inocencia de mis primeras obras, pero me siento feliz por haber sobrevivido creativamente hasta el momento. Quisiera una vida larga, para ver qué me depara el futuro. También, por supuesto, quisiera que fuese intensa; quizá esto segundo sea ya algo inevitable.

«Esta pieza fue generada a partir de una superficie de seda natural en la que se han clavado una infinidad de alfileres. El color de la pieza hace referencia a los campos de colza que adornan el paisaje alemán. Cuando los vi por primera vez quedé fascinada por aquel color tan llamativo que no disimulaba su intensidad en medio de tanto verde.

«Acariciar un campo peligroso» es una parcela de un campo en el que se han sembrado muchos alfileres. Si el espectador toca la superficie con cuidado y en la dirección adecuada, entonces disfrutará del tintineo del metal. Pero si por el contrario acaricia a contrapelo la superficie, inevitablemente sufrirá el pinchazo de los alfileres. Estos elementos protegen la superficie de la seda. Se trata de un sistema de protección que algunas plantas como los cactus desarrollan, una actitud que muchas veces debemos de generar si queremos protegernos del mal trato de los demás».

 

Detalle de las imágenes:

1.- Anna Talens / «Recuerdo el invierno en una pluma de gaviota» / fotografía / 2001

2.- Anna Talens / «Manual para aprender a respirar de nuevo con el ritmo adecuado» / papel y seda / 2011

3.- Anna Talens / «Lluvia de plomo» / plomo y cobre / medidas variables / 1999. Colección DKV

4 y 4b.- Anna Talens / «anverso-reverso» / plumas y tela metálica / 2001

5.- Anna Talens / «Escultura en la cuerda floja». Serie «Las pinturas de un escultor payaso» / lienzo imprimado y cuerda de algodón / 2007

6.- Anna Talens / «Acariciar un campo peligroso» / acero y seda / 2009 Colección DKV

 

 

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