28 septiembre 2011

Renovación del Museo San Telmo: Del hábito al arte

De los rezos a las armas y de las armas al arte. Infinitas son las historias que podrían contar los muros del ahora Museo San Telmo en San Sebastián. Ya está prácticamente a la orden del día el uso de la cirugía. Pero…y si no sólo “necesitáramos” las personas de esta intervención? ¿Y si además también necesitara de ese bisturí una cara olvidada de El greco? O si por el contrario, la fachada de un antiguo convento necesitara una  de “chapa y pintura” para recuperar un esplendor perdido?

Es eso precisamente lo que un gran elenco de maestros de la piedra ha conseguido hacer en la estructura del nuevo museo.

Convento de dominicos en un primer momento y, tras la Desamortización de Mendizábal, cuartel de artillería, ha sufrido innumerables cambios a lo largo de los años, pero es ahora cuando mejor se adapta a su esencia del siglo XVI, a su entorno; el del archiconocido monte Urgull. Muros de cemento hacen de la nueva facha de San Telmo una prolongación de la escultura creada a lo largo de los siglos por la sabia naturaleza gracias a los recovecos que inundan la pared, cuajada de pequeñas plantitas y muy parecida por cierto, a los peñascos del propio monte.

Pero como se suele decir, no todo es fachada. Infinidad de espacios modernos hacen del nuevo proyecto un lugar donde reflexionar sobre el arte, la lectura, la educación; biblioteca, sala de exposiciones, salón de actos, sala laboratorio, cafetería…

Este Museo, del que dicen es de los más antiguos de Euskadi, posee una exposición permanente que permite recorrer las diferentes épocas y evoluciones de la sociedad del hombre, centrándose, como no podía ser de otra manera debido a su ubicación, en la sociedad vasca.

El arte de este convento-cuartel-museo llega más allá en estos días; el buen hacer de uno de los que fuera maestro del séptimo arte, Federico Fellini, aterriza en este paraje Easonense para deleitar los ojos de los soñadores con  más de 400 piezas sobre su obra, muchas de ellas inéditas.

Si Fellini despertara hoy, a buen seguro estaría orgulloso de ver su obra descansar en un Museo que encierra entre sus paredes siglos de historia, igual que quiso hacer él entre las páginas de sus guiones.

 

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