09 julio 2012

eForo Publidisa

Por José A. Vázquez

Un año más el eForo Publidisa convocó en sus jornadas en torno al futuro del sector editorial a todos aquellos que quisieran ver algunas iniciativas interesantes del presente de la edición a la vez que conocer algunos ejemplos de gestión del propio Publidisa o asociados.

El lema partía, una vez más, de la pregunta sobre la certeza de un futuro para el negocio del libro. La respuesta es claramente que sí, y también, de nuevo, sobre todo para aquellos que tengan un verdadero interés por la innovación (ya sabemos que hay a quien esta palabra le agota por su abuso; búsquese sinónimo en su defecto) y humildad en la asunción de los cambios. Por tanto, se habló de “renacimiento de la industria editorial”, y en este renacimiento pudimos ver algunos destellos interesantes de lo que significa verdaderamente trabajar sin miedo al presente y con la mirada en las necesidades futuras.

Antes se comenzó hablando de las tendencias sobre la impresión digital bajo demanda. Es decir, de lo que todavía le concierne a la edición en papel. Dado que toda conversación off de record con los editores cuando se les comenta lo que todos saben -el exceso de tiradas y de títulos- versa en las exigencias de los distribuidores, parece que la impresión bajo demanda es una buena oportunidad perdida para casi todos, y contemplada todavía por muy pocos. Da igual, según recordaba César Rodríguez (de Océ España y socios de Publidisa), que en la cadena de distribución tradicional el 40% de los libros no se venda. ¿Por qué, si van tan mal las cosas del libro, se pueden permitir estos derroches sin plantearse seriamente modificar este modelo de tirada y distribución? El gran misterio, que quizá no es tal.

Ya inmersos en lo puramente digital, habló Susana Martín, de Semantix, creadores del diccionario Dixio. Con su exposición sobre el servicio que ofrecen para el enriquecimiento semántico de libros digitales para integrar en los ebooks las ventajas de la lectura en la web (labor de marcado y contexto para que los editores puedan enriquecer sus ebooks), se evidenció que hay personas dispuestas a actuar para la realidad de la lectura digital y con un ojo puesto no tanto en los soportes (o no sólo, Semantix son los proveedores semánticos de los readers de Casadellibro, Fnac y Movistar) como en la lógica tendencia en la producción de libros, más cerca de Internet que del formato propietario gracias al ePub3 y ya pensado en el HTML5 (algo que dejaría atrás la “tristeza” de la tinta electrónica).

Al contrario de lo que esto pudiera parecer en algunos círculos para los que la estrategia se ciñe únicamente a las necesidades del presente -obviando las señales de cambio y rapidez de adopción en la tecnología, también en el libro-, el trabajo flexible que Semantix aporta está enfocado a adaptarse al usuario final, a la vez que trabajar con tecnologías adaptativas, sobre todo en entornos educativos. Recordaba Susana cómo en Estados Unidos se han propuesto hacer de sus escuelas centros digitales.

Después de esta exposición de cómo trabajar y adaptarse al mismo tiempo, llegó el turno de Luis Francisco Rodríguez, director general de Publidisa, para retomar una vez más -de manera muy concisa y clara-, las amenazas y miedos del sector frente a la incursión de la tecnología en sus dominios. Miedos, los tantas veces comentados: tecnología, cambios, los hábitos y ahora también la crisis económica actual. Su propuesta se basa en una necesaria, cierto, reestructuración profunda de las editoriales y, como es lógico desde su perspectiva, tener presente la externalización de procesos, sobre todo pensando en la venta en el exterior, algo a tener en cuenta no ya como fuente adicional de ingresos –en palabras del propio Luis Francisco- sino fundamental para una nueva proyección en un mercado cada vez más global, y que hemos señalado en otras ocasiones desde este mismo observatorio.

Otra propuesta de Luis que parece lógica pero en la que seguro es necesario insistir, es en la necesidad de centrar la estrategia de manera particular: no todas las editoriales son iguales. Esto debería de ayudar a cambiar esa percepción de pérdida de calidad que se está creando alrededor de la edición digital y de la que también habló. Es cierto que hay casos en los que “mala calidad” y “edición digital” han ido de la mano, y también es cierto que al lector tampoco le interesan los procesos de producción, costos y márgenes a la hora de comprarse un ebook. Concluyó con buenos ejemplos de cómo algunas editoriales sólo digitales ya están logrando buenas ventas y animando los editores a sortear este difícil momento presente para conseguir los deseados logros en un futuro muy próximo.

Los que no parecen querer esperar demasiado son los responsables de Lola Pirindola. De la mano de Carlos Estellés pudimos ver sus cuentos personalizados para poder ser impresos en digital. Esta plataforma tiene múltiples recursos para la creación de historias y proyectos educativos. Sus soluciones digitales no se limitan a este servicio de autoedición, de hecho también trabajan con tecnología táctil y pizarras digitales, algo de lo que se habló menos pero que, particularmente, me parece más interesante, sobre todo desde el punto de vista docente. Interactividad y personalización son los dos ingredientes básicos de esta plataforma de recursos que ya está disponible en múltiples idiomas, incluido el chino.

Desde Garrigues, Álvaro de la Cueva y Antonio Muñoz Vico hablaron de los aspectos jurídicos en relación al IVA y otras cuestiones del precio fijo. Una cuestión de desorden administrativo, sobre todo a nivel europeo, que ha hecho que el IVA que aplica Amazon sea el IVA luxemburgués, del 3%, mientras por otra parte Francia y Luxemburgo esquivan la directiva europea en materia de IVA. El problema en general, el de siempre: la jurisdicción no puede ir al ritmo de los cambios sociales y tecnológicos y se crean falsas puertas que dan salida a estrategias comerciales en casos particulares, como lo hace Amazon o -en otra escala absolutamente diferente- como sucedió con el caso de Anagrama y la rebaja del precio para el último título de Paul Auster, caso que también comentaron los de Garrigues. Donde estos vieron una veta por la que la ley del precio fijo no determina el tiempo en que este precio puede ser cambiado, otros ven la trampa a la agónica y absolutamente insostenible ley del precio en un ecosistema digital.

Otro problema en cuanto al precio es que, a la hora de buscar soluciones, se suele hablar de él con el formato papel en mente, aun para referirse al formato digital, mientras que la economía de contenidos digitales pide ir a otro aire para poder competir; es decir, necesita salir del encorsetamiento de esa ley (más aún que con el papel) para respirar en su hábitat natural. Evidentemente es muy difícil legislar cada experimento e incluso llegar a acuerdos/contratos con todas las partes para tener vía libre en cuanto a la política de precios, razones estas por lo que quizá muchos piensen que, cuando se habla de probar nuevas formas de comercializar los ebooks, se habla de imposibles. Pero ya vemos en muchos casos que existen maneras de buscar ventas en Internet, y más arriesgadas que las de Anagrama, donde, por cierto, manifiestan que “los ebooks no les entusiasman”, declarando que, efectivamente, su experimento sólo buscaba el reclamo de los medios, y no una gestión en absoluto estratégica como algunos habrán querido ver.

Por otra parte, el debate del IVA, aunque importante, no deja de ser secundario ante lo que pueden ser otras salidas, que, en ocasiones parecen estar entre el todo vale y cada uno que haga lo que quiera –que tampoco parece solución- y caminos sin salida como el precio fijo, sobre todo, insisto, hablando del formato digital. La venta directa (aunque quede lejos) vendrá a solucionar muchas de estas dudas; por otra parte, pequeñas editoriales o editoriales digitales se pueden permitir probar nuevas maneras de jugar con los precios. En general, el asunto del precio es muy complicado y parece que toda salida va a arrastrar necesariamente a unos u otros eslabones de la cadena. Pero la paralización sólo engaña al problema para retrasarlo, como una analogía de la actual crisis económica y las lentas resoluciones europeas para solucionarlas. ¿Por qué? Porque mientras se resiste, el más fuerte gana, recoge. Además, tienen otros recursos, volviendo al libro, como Apple o Amazon.

Se puede pensar que es trendy “criticar” a Amazon (ahora crece la escuela contraria, los pro-Amazon a la contra de los anteriores; más comprensible en Estados Unidos, y más de quienes su negocio depende de ellos), cuando en realidad lo que se hace, y no es algo en absoluto nuevo, es poner sobre aviso la necesidad de diversificar el mercado. Se confunde la gestión económica y su impacto con el excepcional servicio que dan, algo que en repetidas ocasiones no hemos dejado de poner como ejemplo en Dosdoce. Evidentemente que al lector no le importan las cuestiones más o menos potencialmente monopolísticas del tema; incluso, paradójicamente, los hay que son manifiestamente contrarios a toda compra de productos de naturaleza multinacional pero compran felizmente en Amazon por su, claro, excepcional servicio. Como quien compra los muebles en Ikea a la vez que tira piedras al McDonalds, salvando las distancias. Somos humanos y, por tanto, todos incurrimos en contradicciones a diario.

Pretender estimular la acción de sus competidores para que gane la diversificación y la innovación (imitar a Amazon en todo no es innovar), no es ir en su contra. En el libro sobre la compañía de Bezos, “Un click” [sic] se comienza contando cómo su genial futuro dueño pensó en hacer del servicio “la piedra angular de Amazon”, y centrarse en el cliente mientas la competencia se centre en ellos: exactamente lo que está ocurriendo. Agradezco a Amazon que me facilitara libros para la universidad que de otro modo hubiera tardado meses en conseguir. Ahora sí, lo ideal sería no llegar a la dependencia como para no ver algunas de sus consecuencias finales, que, como toda gran empresa multinacional, van más allá de lo puramente comercial. Analizar esto daría para mucho más.

No es la misma perspectiva desde el análisis de la situación de los libreros que para las propias editoriales. Amazon ha conseguido ser el elemento disruptivo que ha demostrado lo anticuado que se está quedando el modelo comercial del sector; ha sido, por fin, el gran “desintermediador” (¿para ser él el gran intermediario?). Si en ningún caso es el enemigo, entonces, ¿por qué se les teme como al lobo feroz? Amazon no es “el problema” (lo podría ser mucho más Apple si se lo propusiera), ya antes estaban las cadenas comerciales y los grupos editoriales cada vez más grandes que, como es lógico, tienen un poder mayor sobre la cadena del libro. Sigo pensando que ahora es el momento de las llamadas independientes, pero algunos afirman que apenas tienen tiempo para nada porque están todo el día editando. ¿Y qué es editar entonces? El problema es que la gestión de Amazon, como la de Apple, refuerza con cada acción innovadora un entorno cerrado y, por mucho que nos gusten sus servicios, bien como lectores, autores o editores, nunca puede ser todo lo bueno que nos parece a priori.

En fin, si Amazon ha venido a poner el mundo del libro patas arriba, sería necesario aprovechar el momento para no quedarse en otro modelo único (dos, tres o cuatro) y escuchar las quejas por las presiones que sufren los editores como lo han hecho siempre con respecto a sus distribuidores. En resumen, Amazon no es el demonio, pero también hay que saber que hay vida más allá. Por supuesto, a los autores que se auto-publican y a los lectores, esto, de momento, les importa poco. Unos quieren ser leídos y los otros leer. Por eso hay quienes están luchando por ofrecer servicios complementarios y novedosos que no tiene Amazon, porque tampoco es perfecto en todo. Personalmente, aunque funcional, su web es bastante anodina. En fin, que los editores eligen, y no otros.

Para finalizar, después de la charla de Gustavo M. Vorobechik, también gerente de Publidisa Argentina, que habló las maneras de vencer barreras arancelarias a la importación (ojo, diferenciar mercancías de servicios), llegó finalmente la exposición de Enrique Dans.

Para aquel que haya leído su libro, no descubrió ningún ejemplo o aspecto nuevo en su completo análisis sobre la disrupción, que es de lo que vino a hablar con respecto al sector. Fue extraño que no quisiera entrar en profundidad con algún ejemplo concreto en relación al mundo del libro, cuando en algunos de sus artículos sí analiza con más detenimiento el inminente impacto de la tecnología en la edición.

Tras un exhaustivo recorrido de cómo algunos cambios tecnológicos han cambiado radicalmente sectores, modelos de negocio, acceso, hábitos de consumo, queda claro que moverse y adaptarse a los cambios es la única manera de subsistir. En palabras del propio Dans: “Si tu negocio es un caballo muerto, ni esperes a que resucite ni montes un comité de estudio. Cambia de caballo”. La conclusión más acertada de su intervención fue que el mercado continúa, lo que desaparece son las industrias. Esto se traduce en que lo que importa son los contenidos que sean y que la gente los quiere consumir o disfrutar, como se quiera decir y entender. Y a la gente, lectores, usuarios, no les importan demasiado las penalidades de un sector, aún más si ven determinadas reacciones o cierta parálisis.

Puede parecer sencillo hablar de disrupción o innovación, aplicado al mundo del libro -o de la prensa -, incluso creer que estar más pendiente de los cambios que de los contratos actuales no es estar verdaderamente al día de lo que son los modos y necesidades del “mundo editorial”. Bezos tampoco sabía de qué iba “esto del libro”, sólo observó y ha provocado lo que ha provocado. Ni Apple, ni Google estaban en el negocio hasta que han decidido entrar. Habrá quien siga pensando que “estos” no tienen ni idea, cuando parece que les están ordenando el negocio. Además, no hay que olvidar que todas las grandes ideas han venido de empresas que primero han sido, en la mayoría de los casos, modestos proyectos, al menos hasta que han conseguido su inversión de capital riesgo. Pero la idea estaba ahí. La parálisis viene por no querer anticiparse y pensar que los usuarios no utilizan la tecnología –no en todos los casos, claro, ese es el riesgo-, hasta que deciden utilizarla, y por millares. Hay que insistir: los hábitos están cambiando, las generaciones se suceden.

La verdadera disrupción es la tecnología en la mano de cualquiera que busque la manera de vender un libro por otros cauces que no sean los establecidos gracias a la tecnología e Internet (autoedición y crowdfounding son los ejemplos últimos); la migración, que tan bien apuntaba Dans.

Si alguien quiere ejemplos de innovación -ya que se habla de esto- no tiene más que asomarse a nuestro blog u otros similares y ver la cantidad de ejemplos que hay de pequeñas empresas y de personas que tienen ideas; sólo hay que ver cómo se podría desarrollar algunas de esas iniciativas en el propio negocio. Aquí se nos ocurren algunas. También se les puede escribir y preguntar, incluso. La mayoría están deseando compartir sus ideas y proyectos.

En la trastienda (o Networking) del eForo Publidisa las ideas seguían fluyendo y fue realmente esperanzador ver cómo los hay que quieren descubrir trabajando y disfrutando, sin pensar en lo que hace que un sector se paralice o se mueva, para pensar en su propio valor, antes que en la cadena. Pongamos el ejemplo de los chicos de Creamebooks. Con proyectos así y similares a los que aquí hemos visto, hay foros para largo.

Leave a Reply