Río -y Brasil- siguen leyendo
Empezar con el pie derecho está bien. Empezar en medio de una tormenta de libros, personas e ideas es aún mejor. Hoy escribo solo como un breve relato de mi undécima Bienal.
Llegué a Río de Janeiro hace dos semanas para asumir la operación de Estante Virtual y, de inmediato, me sumergí en la Bienal Internacional del Libro de Río. No puedo imaginar un inicio más simbólico: stands llenos, pasillos abarrotados, libros por todas partes y una atmósfera vibrante que celebra la potencia de la lectura.
La Bienal es mucho más que un evento comercial o literario. Es un retrato vivo de la diversidad del mercado editorial brasileño y, al mismo tiempo, un espejo de las transformaciones en el comportamiento de los lectores. En pocos días, vi de cerca el impacto que tienen autores, influencers y editoriales sobre el público, especialmente el joven, que acude en masa, con brillo en los ojos y libros en las manos.
Entre los momentos más memorables, destaco la presencia de Raphael Montes llenando el Auditorio Ziraldo con 300 personas y los encuentros con creadores de contenido como Paulo Ratz en el stand de EV, quien pasó más de cinco horas conversando con lectores, tomándose fotos y firmando autógrafos. Estos momentos muestran la fuerza de la conexión directa entre quien escribe, quien recomienda y quien lee.
Más que una feria de libros, la Bienal es un espacio de encuentro, formación y descubrimiento. Jóvenes lectores, niños con sus padres, educadores, bibliotecarios, profesionales de la cadena del libro, etc., todos circulando, debatiendo, emocionándose. Es algo hermoso de ver. Genuino. Inspirador.
Otro punto que llama la atención es cómo el evento se convierte en un escenario de innovación y tendencias. Las editoriales prueban nuevos formatos de activación, los autores se acercan a sus audiencias con estrategias cada vez más creativas, y la relación con el contenido se vuelve más dinámica, multiformato e interactiva. En este sentido, la Bienal también es una vitrina de cómo el libro puede integrarse a nuevos lenguajes y plataformas sin perder su esencia.
Y también es un termómetro. La Bienal demuestra que el libro sigue siendo relevante, incluso ante tantas transformaciones digitales. Cambia de formato, de lenguaje, de canal. Pero sigue siendo central en la experiencia de quien busca significado, conocimiento y conexión.
Esta edición de la Bienal dejó un mensaje claro: no hay futuro para el libro sin comunidad, sin escucha, sin presencia. Lo que se vive en los pasillos va mucho más allá de la compra y venta de ejemplares. Allí se construyen memoria, pertenencia, pasión. Y eso es lo que sostiene cualquier cadena creativa a largo plazo.
Estar en la Bienal justo al inicio de mi camino profesional en Río fue un privilegio. Y una confirmación: si el libro no se detiene, nosotros tampoco podemos detenernos. Seguimos leyendo, creando y celebrando este universo que resiste, se reinventa y sigue latiendo.
André Palme, Head at Estante Virtual.