Social Mobile: la pantalla del móvil no es tan pequeña
Por José A. Vázquez
Si les preguntásemos a los usuarios cuál ha sido o piensan que va a ser este nuevo año el soporte estrella es probable, sobre todo recién pasadas estas fechas de regalos, que muchos dijeran el ereader, y otros muchos las tabletas, obviando, por ser un objeto mucho más que integrado en nuestra vida diaria, el móvil; el aparato al que junto al ordenador posiblemente más minutos se le dedique. A su vez es el soporte móvil que tiene todo el mundo sin ser necesariamente, como en otros casos, un objeto para los más adeptos a las nuevas tecnologías y aparataje que le acompaña.
El móvil ha pasado a ser parte de nuestro uso común, tan habitual que apenas reparamos en el uso que hacemos de él. Quizá por eso cuando las encuestas y análisis de tendencias señalan al móvil como el soporte rey casi de un año para otro, podemos pensar que la historia se repite, cuando en realidad es una cuestión de evolución y confluencia lógica. Ya no es tanto el móvil sino los diferentes paradigmas que a partir de éste están surgiendo en cuanto a contenidos digitales y hábito de uso y consumo.
A propósito de este importante hecho evolutivo en cuanto a lo tecnológico y en relación a esos nuevos paradigmas que, sobre todo a raíz de los Smartphones, se han ido introduciendo en nuestras vidas, tuvimos la ocasión de asistir a la jornada sobre Social Mobile organizadas por Adigital. Fermín Álvarez y Joan Basterra fueron los encargados de exponer esta creciente relación entre la cacharrería móvil –Smartphones y tabletas- con el entorno social de las aplicaciones y plataformas. Lo hicieron desde tres perspectivas diferentes: tecnológica, sociológica y de negocio.
El teléfono móvil, como elemento básico de la comunicación moderna, ha dejado de ser, recordaban, sólo un aparato para llamar y recibir llamadas, y ha pasado a ser un ordenador “de mano” que favorece uso social de internet, aún más. No es que Internet se socialice con la llegada de los Smartphones, sino que lo ha facilitado y acelerado, con lo que los usuarios comparten, comentan, generan contenido en un instante con apenas la ayuda del dedo pulgar –pues la tecnología táctil también ha allanado mucho todo este proceso- que crece en este entorno comunicativo.
El nuevo paradigma o modelo nos pone en la mano, en realidad, lo que Internet ya era. La red, desde su nacimiento, ya fue un ejercicio de creación colaborativa –y de hecho no tardaron en surgir los primeros foros, primero de ámbito científico y académico-, y la gran conectividad ha afianzado la naturaleza humana del hombre en cuanto a la necesidad de comunicarnos. Las redes sociales no nacen sino como reflejo de esto, y tras su éxito, han sido las redes sociales especializadas –o verticales, transversales, como se las quiera denominar-, las que han ahondado en esta idea de compartir en comunidades virtuales que, según señala Manuel Castells, son tanto más exitosas cuando están ligadas a tareas, a hacer cosas o perseguir intereses comunes juntos.
Varios estudios apuntan a cómo no las redes sociales sino el simple uso de Internet afianza la comunicación y las amistades. Las redes sociales, y con ellas todos los ejercicios de sociabilidad interconectada en el móvil, se convierten para las comunidades y grupos cohesionados (amistad, intereses, afinidades, etc.) en fuentes fiables de información. Como afirma Dolors Reig a propósito de las redes sociales, “la información no fiable se echa por tierra”. Aquí es dónde al entrar en juego las marcas han tenido que exponerse a este riesgo, en este otro registro más comercial, pero no por ello diferente en cuanto a la información dada. La entrada de las marcas en la web 2.0 ha supuesto una mayor transparencia que, en muchas ocasiones, algunas han sabido aprovechar.
Los datos que nos ofrecieron sobre comportamiento y hábitos de consumo a través del móvil (slides de la presentación 12-23) señalan no sólo como todo está pasando a través del móvil, sino también como todo se comparte con mayor frecuencia. Facilitar las herramientas mediante, por ejemplo, aplicaciones móviles, o promover el uso de algunas de las ya existentes con ese componente social, es el centro de esta exposición en cuanto al Social Mobile. Los datos sobre tendencias indican claramente que el móvil, y también las tabletas, ocupan cada vez más tiempo de uso. Según el último informe Nielsen, el tiempo total empleado sólo en los Estados Unidos en aplicaciones móviles y en la web móvil aumentó un 120% y 22%, respectivamente, entre julio 2011 hasta julio 2012. En este sentido, los móviles son el soporte más habitual de acceso a las plataformas y contenidos sociales según el mismo informe.
Lo local también está adquiriendo un protagonismo significativo, por lo que los servicios de geolocalización ganan usuarios a la hora de consultar y compartir información. Obviamente, el móvil es responsable de este comportamiento. Según un último estudio realizado por el Pew Internet & American Life Project, alrededor del 74% de los usuarios de Smartphones utilizan los servicios de localización para encontrar información. Es más, uno de cada cinco (18%) acceden a comercios y empresas locales con geo-servicios sociales como Foursquare. Estamos las siglas SOLOMO: social, local y móvil.
Las señales son por tanto muy claras. Siguiendo el mismo enfoque tecnológico que nos ofrecieron Álvarez y Basterra, las empresas no tienen más que escudriñar la morfología y las propiedades tecnológicas de estos soportes móviles para ver cuál o cuáles de ellas se pueden aprovechar para idear una aplicación propia y darle un enfoque social. Con diversos ejemplos desmenuzaron muy bien estas funciones: la cámara, el micrófono, el sensor de luz, el GPS, el acelerómetro, etc., no hay utilidad que no se haya llevado a diferentes aplicaciones y sacado un considerable partido social de eso.
Todo esto sumado al creciente uso del móvil para comprar, la importancia de los Big Data para conocer al cliente y seguir trabajando en la personalización de contenidos, la gamificación, la implementación en múltiples soportes y ampliación de nuevos ecosistemas móviles –como la aparición de Windows-, junto a otras funcionalidades tecnológicas en auge como las Realidad Aumentada, contenidos en la nube (aplicaciones como SoundCloud le ganan terreno a los podcasts), los ultrasonidos, el 3D, la tecnología NFC (Near Field Communication) o los códigos QR, van a favorecer más el móvil como punto de contacto entre las marcas y los usuarios.
Aquí es donde entraría el Social Commerce, o el e-commerce basado en redes o herramientas sociales. Según algunas de las conclusiones del primer Barómetro del Social Commerce en España llevado a cabo por SocialBuy, El 42% de las empresas que tienen una tienda online señala haber incorporado algún tipo de funcionalidad social en su canal de venta, siendo los sectores de hostelería, turismo, comercio, cultura los que registran un mayor grado de penetración del Social Commerce. Así, el 61% de las compañías encuestadas considera que la ampliación de los canales de venta es una clara aportación competitiva de las redes sociales.
Un capítulo aparte, fuera del ámbito de las aplicaciones, merecería la implementación de la web para estos soportes móviles. Muchas compañías están retrasando en exceso este paso y ya hay estudios en los que se evidencia la gran frustración que supone para los usuarios intentar acceder a un sitio web desde su teléfono y ver que todavía no existe una versión para navegador móvil. Los índices de abandono, claro, son notables. Por el contrario, una buena experiencia de usuario favorece tanto las visitas como las compras o la participación. Hacer pruebas de usabilidad y tender a la sencillez, dado que se trata -en el caso del móvil- de una pantalla pequeña son normas obligadas. Desde esta misma perspectiva social, no es un asunto secundario, ya que las web nativas para móvil también pueden aprovechar algunas de las virtudes sociales de las aplicaciones. Recordemos que el uso del móvil es ya del 13% de todo el tráfico global de internet; hace sólo tres años era del 1%. Sólo en cuanto a los usuarios de Facebook, el 60% ya acceden a la red social a través del móvil. Mejor no retrasarse demasiado.
Son muchos los datos que están obligando a las empresas a identificar a sus audiencias a través de los soportes móviles y de las redes sociales. En definitiva, no se trata tanto de crear siempre una aplicación como de saber aprovechar, al menos en un comienzo, las ventajas que ofrecen otras aplicaciones con carácter social, comenzando por las principales herramientas y redes sociales ya clásicas (Pinterest, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, etc.) y seguir atentos a aquellas en las que el usuario es el creador de contenido. Se puede ir poco a poco para ir tomando decisiones. Los datos nos irán guiando.
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