20 junio 2006

Todo pasa y todo queda en Myspace.com

La tercera página web más visitada de Internet, después de Yahoo y, por supuesto, con el permiso del buscador Google; un enlace que tiene ya en torno a 70 millones de usuarios, y sigue creciendo en torno a 300.000 diarios, que se dice pronto; un fenómeno imparable, vamos, que, casi sin darnos cuenta, está trastocando los modelos tradicionales de entender y consumir la cultura del entretenimiento, pues, al fin y al cabo, el éxito de Myspace radica en dar espacio web gratuito a millones de páginas individuales.
En ellas, sin necesidad de manejar técnicas de creación de páginas web, los usuarios pueden colgar en la red cualquier documento, desde las fotos del último cumpleaños hasta los vídeos caseros, desde una novela escrita a deshoras hasta las maquetas musicales grabadas con los amigos. Parece mentira, pero en contra de las expectativas de los directores de marketing y de las campañas multitudinarias de publicidad, fenómenos como Myspace o Youtube demuestran que el usuario anónimo prefiere en muchas ocasiones rastrear solo, sin saber lo que va a encontrar, los contenidos que otros miles de usuarios anónimos han dejado en la red exclusivamente por diversión, por inquietud creativa o por esperanzado intento de salir del anonimato.
El fenómeno Myspace, por tanto, bien podría ser un síntoma de cambio y de transformación de dos paradigmas del consumo que se creían intocables:
1)¿Hace falta un proceso de selección para llevar al público lo que desea?
Tradicionalmente, o hasta la irrupción de Internet, se ha respondido afirmativamente.
El coste de la edición, producción y distribución de un producto cultural (una película, un libro, un disco) hacía inevitable que la compañía seleccionara aquellos materiales considerados de interés para su público. El coste mínimo de edición y difusión que permite Internet supone, por primera vez en la historia de la industria cultural, que no haga falta dicha selección. Todo, cualquier contenido, puede difundirse desde las páginas de Internet, y al fin miles de documentos escondidos, aburridos, interesantes o deplorables, están viendo la luz. Evidentemente, el proceso creciente de fenómenos como myspace o youtube no puede explicarse sin tener en cuenta el coste mínimo de producción para muchas de sus páginas: Myspace, por ejemplo, se limita ofrecer un servicio gratuito de espacio virtual—unos megas de memoria, un territorio marcado exclusivamente por la memoria física de un servidor—y son los propios usuarios los que llenan de contenidos las páginas web concedidas. Así que, obviamente, será mucho más fácil encontrar documentos que sean de fácil factura por parte del usuario—videos caseros, música por ordenador, fotos digitales—que otros que requieren mayor complejidad técnica—como películas o música—. Dicho de otra forma, los usuarios de estas páginas web estarían exclusivamente limitados por el coste técnico, nunca por “criterios de interés”. Se acabaría entonces con aquel dato que afirmaba que sólo una de cada cien novelas se publica; ahora, más bien, todas las novelas hallarían espacio en la red, con el consiguiente problema de su difusión, lo que nos lleva al segundo paradigma.
2)¿La promoción y la publicidad son necesaria para el éxito de una obra?
Hasta el surgimiento de Internet, los contenidos culturales eran promocionados mediante la publicidad, el marketing o las sinergias de las propias rutinas informativas de las grandes medios de comunicación. Y, sin embargo, fenómenos recientes—como la canción del Koala, o el éxito de ciertos blogs, o la difusión multitudinaria de ciertos vídeos—nos hacen pensar que el consumidor de Internet, debido a las peculiaridades del medio de comunicación del que dispone, no se limita a rastrear las páginas o los portales más conocidos—no olvidemos nunca el esplendor y caída de portales como Lycos o Terra—; busca también por el placer de buscar, como el que se pierde entre los libros de una biblioteca provista exclusivamente de autores y títulos desconocidos, y cuya popularidad vendría marcada por los gustos e intereses de los propios usuarios. Myspace se ha convertido, por tanto, en un centro cultural peculiar: todos los usuarios intercambian mercancías y productos culturales, sin transacción comercial. Por el momento.
En fin, puede que Myspace sea un fenómeno transitorio de la vorágine de Internet—aunque el hecho de que Microsoft y Yahoo hayan copiado la idea en sus portales lo desmiente—; es más que probable que ni Myspace ni entornos similares vayan a terminar con las compañías tradicionales de edición, pero lo cierto es que estamos asistiendo a un nuevo modelo de comunicación social que está transformando los productos culturales.
Como anunciaba Ortega y Gasset en su ensayo de triste nombre, las masas habrían terminado de rebelarse contra la propia cultura de masas en este último asalto: un lugar, un espacio, una arena (aunque por ahora solo sea virtual) donde la Autoría desaparece, y la Obra fluye, circula y surge libremente.
Texto de Raúl López Cazorla – Colaborador habitual de la Revista Dosdoce (rcazorla77@hotmail.com)

3 Responses

  1. diego valladolid

    (Raúl copia la crítica que le hizo un amigo por e-mail a su artículo y que revisa el artículo desde un punto de vista muy diferente)
    El principal problema de tu artículo es que estás hablando de «páginas
    personales» -podrías cambiar MySpace por Geocities y los comentarios
    tendrían un sentido similar, sobre todo con respecto a la difusión
    potencial de contenidos. No soy ningún experto pero creo que lo que
    hace a MySpace tan diferente, tan atractivo, es primero cómo su
    aparición ha coincidido con otras novedades en la red, y se ha
    convertido en complementaria a ellas, y segundo la transparencia de su
    componente social -los mejores «servicios web» que hay ahora mismo son
    los que entienden que Internet no debe ser entendido solamente como
    intercambios de información, sino también como intercambios de
    identidad, o algo así… es decir, siempre estamos generando
    «identidad sociocultural» (repito, no soy un experto, así que perdona
    la posible inexactitud de «identidad sociocultural», etc etc) incluso
    si creemos que por ejemplo nuestro blog es principalmente
    «paraperiodismo».
    «Tradicionalmente» las herramientas de publicación de contenidos, en
    particular los blogs, tienen un grado de «credibilidad» inversamente
    proporcional a la transparencia con la que muestran éste componente de
    «software social» -tener tu propio hosting y tu propio dominio y un
    blog realizado con una herramienta «especializada» como MovableType es
    considerado más creíble que un blog en LiveJournal o MySpace, donde
    puedes crearte una cuenta en cinco minutos y donde desde la propia
    interfaz se te anima a crear una «aparentemente» «superficial» red
    social. MySpace no se hace ilusiones con respecto a la supuesta
    «credibilidad», el aspecto «blog» es bastante secundario dentro de su
    conjunto de herramientas, y a cambio proporciona muchísimas
    características destinadas a encontrar gente con intereses comunes y/o
    fotografías personales sexys, o gente que vive cerca tuya y tenga tu
    misma edad, etc. Puedes flirtear con usuarios en particular, anunciar
    eventos a tu grupo de amigos en particular, buscar apartamento en
    Berlin… MySpace es principalmente un software social y creo que ese
    elemento no está suficientemente descrito en tu artículo.
    Sobre la integración con otros servicios web contemporáneos, tengo que
    poner objeciones a lo de «será mucho más fácil encontrar documentos
    que sean de fácil factura por parte del usuario—videos caseros, música
    por ordenador, fotos digitales—que otros que requieren mayor
    complejidad técnica—como películas o música—» Primero, por ejemplo
    gracias a YouTube es fácil poner videoclips, fragmentos de películas o
    programas de televisión, etc. El propio servicio de MySpace te permite
    poner música de artistas con web en esa red social en tu propia
    página. No es tan habitual encontrar una página de MySpace que se
    nutra principalmente de contenido «propio». Vuelvo a lo de antes,
    MySpace no es necesariamente un sitio en el que volcar tus propias
    creaciones, aunque tampoco te impida incluirlas si así lo deseas. Las
    páginas de MySpace me recuerdan más a la habitación de un adolescente:
    llena de posters, postales, símbolos a través de los cuales intentas
    significar tu identidad, para que los demás lo vean pero también,
    crucialmente, para que tú los veas. Por cierto, lo de «música por
    ordenador» es un poco… inexacto, o no he entendido muy bien a qué te
    refieres (¿archivos MIDI? Volvemos a la discusión sobre si estás
    hablando de Geocities en 1997 o de MySpace en 2006).
    «las masas habrían terminado de rebelarse contra la propia cultura de
    masas en este último asalto»
    La masa mediada RECLAMA OCUPAR EL LUGAR DE la cultura de masas, no es
    exactamente lo mismo que una rendición resignada, etc etc. Su himno es
    «Big Brother» de Girls Aloud («Big Brother is watching me and I don’t
    really mind»!). 😉

    Diego.

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