26 julio 2006

La velocidad de la luz

Nos encontramos ante una historia llena de sentimientos que analiza el modo en que cambian las personas que queremos  y  el daño que nos hacen cuando alcanzan el éxito o tocan fondo  en su vidas.  Pensamos, en definitiva,  que  lo que Javier Cercas  quiere  transmitirnos  a lo largo de esta espléndida novela es que  nadie muere por haber fracasado, pero que es imposible sobrevivir con dignidad al éxito.

Por otra parte, este libro también desmenuza una asombrosa variedad de temas que ayudará al lector a recorrer con más detalle el universo de Cercas: conocerán a algunos de sus escritores favoritos, sus obsesiones y sus miedos como escritor, etc. Según el autor, "la gente normal  padece o disfruta la realidad, pero no puede hacer nada con ella, mientras que el escritor sí puede, porque su oficio consiste en convertir la realidad en sentido, aunque ese sentido sea ilusorio. Por eso, cuando un  escritor deja de escribir, acaba matándose, porque ya no tiene un escudo para protegerse de la realidad". Asimismo,  los seguidores de este autor conocerán  su tajante opinión sobre el punto de partida de la creación literaria: "Si sabes de antemano qué vas a decir en una novela, malo: sólo vas a decir lo que ya sabes, que es lo que sabemos todos. En cambio, si aún no sabes lo que quieres decir pero estás tan loco o desesperado o tienes el coraje suficiente para seguir escribiendo, a lo mejor acabas diciendo algo que ni siquiera tú sabías que sabías y que sólo tú puedes llegar a saber, y eso a lo mejor tiene algún interés".

En las primeras páginas de la novela, el protagonista nos adelanta su intención de  fracasar  a cualquier precio; "pero no a fracasar sin más ni más y de cualquier manera: aspirábamos a fracasar de forma total, radical y absoluta. Era nuestra forma de aspirar al éxito".  Todos los personajes de  La velocidad de la luz tocan fondo en algún momento de sus vidas y nos demuestra nuestra ilimitada capacidad de hacer daño cuando nos encontramos en esta situación. Un verso, que al parecer Javier Cercas tampoco ha podido olvidar,  nos describe sus personajes: "Quien no está ocupado en vivir, está ocupado en morir".

La novela arranca con una amistad que se inicia en 1987  cuando el narrador, un joven aspirante a novelista, viaja a una  universidad del Medio Oeste estadounidense y conoce a Rodney Falk, su  compañero de despacho, un ex combatiente de Vietnam huraño e  inabordable, ferozmente lúcido y corroído en secreto por su pasado. Cercas nos adentra en la infinita estupidez de la guerra a través de este personaje: "Rodney había leído todo cuanto al respeto había caído en sus manos sobre la guerra del Vietnam , incluidos los análisis de Mary McCarthy, Philippe Devillers y Jean Laucouture y los libros de Morrison Salisbury y Staughton Lynd y Tom Hayden, y había llegado a la conclusión, mucho menos impulsiva o más razonada que la de muchos de sus compañeros de aulas, de que las motivaciones declaradas de la intervención de su país en Vietnam eran falsas o espurias, su finalidad confusa y a fin de cuentas injusta, y sus métodos de una brutalidad atrozmente desproporcionada".

Pero ésta es también la historia de una experiencia radical en el abismo indescifrable del mal y la culpa, que el propio narrador sólo logrará entender y asumir años más tarde, como en una fulguración,  cuando conozca el éxito y lo que éste tiene de corrupción insidiosa.  Para entonces la figura imprecisa de Rodney ("Recuerdo que Rodney hablaba con una extraña pasión helada, fumando sin tregua y gesticulando mucho y animado por una especie de euforia permanente y que aunque nunca (o casi nunca) se reía, nunca daba la impresión de hablar del todo en serio") y su historia devastadora acabarán imponiéndosele con la fuerza de lo necesario, como un emblema de su propia historia, y acaso de la condición humana.

Con una escritura de engañosa transparencia y una trama que no da tregua al lector, La velocidad de la luz indaga en nuestra ilimitada capacidad de hacer daño, en la infinita estupidez de la guerra y en la infinita estupidez del éxito, pero sobre todo en el poder definitivo de la literatura para enfrentarse a la realidad y exorcizar sus demonios. "No hay ningún escritor que no haya empezado escribiendo basura como ésta o peor, porque para ser un escritor decente ni siquiera hace falta talento: basta con un poco de empeño. Además, el talento no se tiene, sino que se conquista."

Javier Cercas nació en Ibahernando, Cáceres, en 1962.  Su primera obra es un libro de cuentos: El móvil (1987). Siguieron el ensayo La obra literaria de Gonzalo Suárez (1994), sobre el famoso cineasta, y las novelas El inquilino (1989), El vientre de la ballena (1997) y Soldados de Salamina (2001). Con esta última cosechó un éxito resonante de público y crítica y fue adaptada poco después al cine. Ejerce además de columnista en el diario El País y recopiló sus artículos en Una buena temporada (1998) y sus crónicas en Relatos reales (2000).
 

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