Los mercaderes en el templo de la literatura
"Al final de la Edad de la Literatura, en torno al año 2000, se produjo un cambio radical en el panorama de las artes: la preferencia del hombre culto se trasladó de lo verbal a lo icónico, lo que vino a empañar un panorama cultural postmoderno ya de por sí confuso". Así comienza Los mercaderes en el templo de la literatura, el nuevo libro de Germán Gullón (1945). Sin lugar a dudas, nuestro sistema educativo y cultural está produciendo una nueva generación que apenas sabe leer y escribir, mientras que tiene una capacidad sorprendente para retener imágenes de la televisión. Al igual que nos preguntábamos en el artículo "Cultura y Mercado", Germán Gullón señala en su libro: "¿Qué hemos hecho los escritores, los críticos, los profesores, los lectores avezados, para suavizar el impacto del comercialismo culpable de tantos males?.
Aunque roza los contenidos de un ensayo, este libro está planteado como una crónica dura y agresiva sobre el mundo literario en España: la manipulación de los premios, la fabricación de best- sellers, la vanidad y mercantilización de los escritores, la corrupción de la crítica literaria…
Después de leer este libro tendrás una opinión muy distinta sobre los críticos literarios y los suplementos culturales. Un suplemento cultural da prestigio a un medio de comunicación. Ningún periódico nacional se puede permitir hoy en día el lujo de no publicar un suplemento cultural, perdería esa categoría de medio con influencia a nivel nacional. Tras la lectura del libro de Gullón ojearás esos suplementos con otros ojos y otro criterio. Todo aquello que sospechabas que ocurría, pues sí ocurre y mucho más. En estos suplementos culturales convive el lenguaje periodístico con el literario, pero están sujetos a la velocidad de la información periodística y a los intereses editoriales de cada grupo de comunicación. Los críticos no eligen el libro, ni la extensión del texto, ni el calendario de publicación, la presión de la publicidad va en detrimento del espacio de la crítica… por tanto es relativa su independencia, la crítica se ha vuelto demasiado complaciente y rehuye la crítica negativa por sus intereses comerciales. ¿Seguirás leyendo estos suplementos?
Gullón te describe los intereses comerciales de las editoriales, cómo presionan para que sus libros sean reseñados en estos suplementos, te relata las técnicas de comunicación y promoción para posicionar sus libros a través de premios ya adjudicados, presentaciones de libros, publicidad encubierta, etc. Una pregunta que lanzamos a los editores de los suplementos culturales de los medios de comunicación: ¿Por qué reseñan un best-seller si probablemente ese libro no necesita de la publicación de una crítica para darlo a conocer por sí mismo, ya que es de sobra conocido por las intensas campañas de promoción de las editoriales? Todos sabemos que una buena crítica en un suplemento cultural sin duda hace que los libreros expongan ese ejemplar de forma más visible, pidan más libros a la editorial en cuestión y recomienden ese libro a sus lectores. En fin, Gullón nos brinda una descripción del mercado de lo más fría y perturbadora, pero muy acertada.
Una de las principales quejas de Gullón es el papel de los críticos literarios. Gullón nos relata cómo la mayoría de ellos han perdido la capacidad de influencia. Sin lugar a dudas, hoy es más difícil ser un buen crítico literario que antes. ¿Cómo en 30 líneas puede un crítico entrar en la materia de un libro?. Dada la avalancha de novedades, muchos críticos han caído en la trampa y se ven casi "obligados" a exagerar la valoración de su crítica, ya sea positiva o negativa, con el fin de atraer la atención del lector. Existe tanta publicidad y promoción alrededor de algunos libros, que si un crítico quiere romper esa estrategia de comunicación de las editoriales y atacar ese libro, tiene entonces que incrementar el nivel de su crítica a unos niveles tan altos para poder contrarrestar las políticas de promoción que rodean a ese libro, que casi pierde credibilidad en el intento.
Gullón opina que las reseñas de los suplementos culturales deberían abrirse a las nuevas tendencias y talentos y que deberían ser escritas por nuevos críticos en un tono menos académico para que lleguen a todo tipo de lectores. Además, señala que deben generar complicidad con el lector y motivar la lectura de diferentes capas de la población con distintos intereses y sensibilidades. Según Gullón, muchos críticos y jefes de revistas culturales no han asimilado los cambios en el panorama literario español, y quieren "que la literatura siga siendo un coto cerrado, una especie de religión descafeinada. Los críticos literarios se venden así al mejor postor, la clase media, que sigue poseyendo el dinero y la educación para comprar libros y tiene tiempo para leerlos". Sin lugar a dudas ha dado en el clavo, y de ahí las pocas críticas que se han escrito sobre este libro. Es seguro que la publicación del mismo ha hecho mucho daño a los popes de la crítica literaria española.
Gullón vive en Amsterdam y se nota. Tiene una visión del mundo y de la literatura mucho más actual que el resto de sus colegas en España. En su libro nos describe cómo hoy en día en el mundo de la literatura conviven varias generaciones de narradores, ya da igual dónde hayas nacido; internet y los medios de comunicación han aportado diferentes sensibilidades y puntos de vista a estos nuevos narradores. En este sentido, ya no debería haber reglas sobre cómo se construye una novela, ni cánones, pero muchos críticos españoles siguen proclives al mandamasismo.
El autor revisa el problema de las difíciles relaciones entre lo cultural y lo comercial; "el autor-marca y el libro espectáculo son como la pescadilla que se muerde la cola de la banalidad, dos componentes del arte de la palabra convertidos en entretenimiento para la masa". Hay mucho escritor que disfraza el periodismo de novela; siempre ha existido el fabricante de entretenimiento, pero lo curioso hoy en día es que se intenta hacer pasar por literatura. Una de las principales diferencias entre la literatura y el periodismo es que la literatura se puede y se debe leer dos veces.
Otra de las preguntas que se hace Gullón es por qué los editores no se arriesgan a publicar libros de nuevos autores con voces y registros distintos, que nos den la oportunidad de conocer nuevos temas y nuevas visiones sociales. Según Gullón, "la España letrada es esencialmente conservadora, porque las instituciones donde se educa y se alimenta el gusto permanecen ancladas en el inmovilismo histórico que nos diferencia de las culturas vecinas".
Un libro muy interesante, y más aún cuando su editor no comparte todos sus enunciados.