23 mayo 2009

La condesa sangrienta

«Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.»

Acusada del asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes, Erzsebét Bathory es una de las criminales más siniestras de la Historia. En su castillo de los Cárpatos, a finales de siglo XVII, la condesa se cierne sobre sus víctimas para desangrarlas y conservar su juventud. Su leyenda maldita y fascinante pervive en el tiempo.

Con La condesa sangrienta, Alejandra Pizarnik alcanzó una de las cimas de su literatura, elaborando un retrato perturbador del sadismo y la locura. Santiago Caruso ha sabido recrear con sus magníficas estampas no sólo los pormenores de la historia, sino también los atroces sentimientos que la gobiernan.

Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 1936 – 1972)

Fue hija de un matrimonio de inmigrantes judíos de Europa del este. A los diecisiete años inició estudios de filosofía y periodismo; más tarde se inscribió en la carrera de letras, que también abandonó. Asistió a clases de pintura en el taller de Juan Batlle Planas y a los diecinueve años publicó su primer libro, La tierra más ajena. A éste le siguieron La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde hizo amistad con Julio Cortázar, Octavio Paz y André Pieyre de Mandiargues. Al regresar a Buenos Aires obtuvo el Premio Fondo Nacional de las Artes y la Beca Guggenheim. La condesa sangrienta, su prosa más extensa, entreteje la poesía y la reseña literaria. En un pasaje de sus diarios dejó escrito: «¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca después volvió a sucederme algo parecido.» Alejandra Pizarnik murió a los treinta y séis años tras haber forjado una de las obras más profundas y perdurables del siglo xx.

Santiago Caruso (Buenos Aires, 1982)

Cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel y asistió a los talleres de Oscar Capristo y Ariel Olivetti. A los veintiún años fue distinguido con el Primer Premio de Dibujo en el Salón de Artes Plásticas del Museo Roverano. Ha colaborado para la prensa de su país y editoriales del extranjero, ilustrando, entre otros, The Great Plays of Shakespeare y Don Quijote de la Mancha para Penguin Readers. En 2007 fue seleccionado para integrar el Catálogo de ilustradores argentinos, publicado por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Con un notable criterio autodidacta, Santiago Caruso ha sabido estudiar la pintura del siglo XIX dedicando especial atención a la escuela simbolista. Los trabajos de Alberto Breccia, Carlos Nine, José Muñoz y Enrique Alcatena también orientaron su formación estética. Su producción, sin embargo, es personal y se destaca tanto por su vigor como por su técnica. Ampliamente expuesta en galerías y museos de Argentina, su obra constituye una de las más gratas revelaciones de la plástica latinoamericana. Para Libros del Zorro Rojo también ha ilustrado El horror de Dunwich, de Howard Phillips Lovecraft.

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