Networking: Porque tú lo vales
“Hacer networking” es una expresión de uso creciente. Por desgracia, a menudo se confunde con el concepto de “enchufe”, o con el “yo, mi, me, conmigo”. En esta Gazetta analizo las diferencias entre uno y otros y abogo por unas relaciones más generosas.
“Network” significa “red” y describe un entramado de intereses y contactos entre personas afines. “Network-ing” se refiere pues a “construir” (ésta es la palabra clave) dicha red.
La “red de contactos” de cada uno va más allá de los amigos: la forman aquellas personas de nuestro entorno personal y profesional con las que compartimos experiencias, intereses, u otros contactos. En palabras de Tom Peters, “esta red (…) es la herramienta de marketing más importante que tienes”. Nuestro network es esencial para: identificar oportunidades profesionales, actualizar nuestros conocimientos y para ampliar nuestros contactos (es decir, para hacer crecer nuestra red).
A diferencia del “equipo” (donde la composición y las reglas de juego están establecidas) el “network” o red de contactos es informal y funciona de manera menos estructurada. “Informal” no significa –primera acepción errónea- que uno sólo pueda hacer networking matándose a copas. Cuenta más la intención que el entorno.
Crezco si el otro crece
La esencia del networking es la creación de oportunidades dentro de la red. Aquí la palabra clave es “creación”, no “obtención”. Las redes de cada uno de nosotros crecen gracias a las aportaciones de todos los contactos. Cuando nos relacionamos con un contacto, hemos de ser capaces de pensar en primer lugar en qué podemos ofrecerle –nosotros a él/ella-: si su red crece, crece la nuestra.
Networking no es igual a enchufe
La complicidad se basa en la creencia compartida de que ayudarse es positivo y merecido por ambas partes, más allá del mero intercambio de favores. Recuperar al amigo olvidado para pedirle que acoja como becario a nuestro sobrino no es networking: es un abuso. Nadie debe nada a nadie.
Del “Porque yo lo valgo”…
Para el networking, la distancia más corta entre dos puntos NO es la línea recta. Quedas con alguien a cenar y antes de que traigan la carta ya te han pedido el favor que traían en la cabeza (y sin el cual la cena, probablemente, no habría tenido lugar).
Hay que prevenirse contra los “malos” networkers: aquellos que anteponen siempre su interés, los que creen que se les debe obediencia, los que no se mueven de la silla. Son vampiros que “chupan” de las redes ajenas pero se guardan mucho de aportar. Los que capitalizan la información pero no la comparten. Los malos networkers son personas tóxicas.
Al “Porque tú lo vales”
Nadie nace enseñado. Todos somos “torpes sociales” hasta que, a base de practicar, mejoramos. Existen cada vez más cursos y herramientas que nos ayudan a relacionarnos de modo más satisfactorio. Pero, en el fondo, cuenta a mi entender la actitud: compartir para crecer.
Para saber cómo se te da el tema te propongo tres preguntas. En la última semana:
– ¿Has proporcionado a un contacto una información útil sin que te la pidiera? En esta categoría puedes incluir: presentarle a un cliente potencial, proporcionarle información sobre su sector, enviarle un artículo que puede ser de su interés (¿quizás esta Gazetta?),…
– ¿Has participado de forma activa en algún debate o reunión, presencial o digital, con la idea de contribuir?
-¿Has contactado con algún amigo/a por saber cómo está (y no porque necesitas algo concreto de esa persona)?
En resumen: ¿has pensado en qué puedes hacer TÚ por el otro/a?
Tenemos que ver nuestra red como un proyecto que crece. Apostamos por las personas y por la contribución que pueden hacer a nuestro desarrollo –y nosotros al suyo- ahora o en el futuro. En el networking, el que suma, sigue (el que no, a la larga, se cae).