28 agosto 2006

Los muertos de Roni

Si hoy en día es a veces complicado ocuparnos de los vivos, qué no sería hacerlo de los muertos. Si a menudo es imposible mantenernos al día en nuestras relaciones familiares o de amistad, pensar además en intentar que todos los que se han ido tengan actualizado en nuestras vidas su paso por este mundo es prácticamente inconcebible. Imaginemos, además, lo que supondría llegar a amar a nuestros muertos sin haberlos conocido, relacionarnos con ellos, comunicarnos con ellos.

Leo Aflalo hace exactamente eso en lo que parece una recreación de su propia familia, pues en otro caso no se entendería cómo se puede llegar a tratar con tanta ternura a unos muertos que no son los propios. Roni, el narrador, un hombre de cincuenta y tantos años, sabe que su vida tiene sentido, al menos hacia los vivos, pero ¿y qué pasa con los muertos? Así, decide comenzar su trabajo, y partiendo de unas antiguas fotografías en blanco y negro donde aparecen sus abuelos paternos el día de su boda, inicia una investigación en vida transportándose al mundo de sus antepasados. De esta manera, Roni cumple una doble función; rellenar los huecos que tiene su alma y recuperar esas viejas almas que flotan esperando ser rescatadas. Aunque, ¿quién rescata a quién? Aflalo utiliza el ejemplo del perro para explicar el tratamiento de las almas:

Tienen alma, sin duda. Pero no todos. Ni siempre. A los perros el alma se  la damos nosotros cuando los cuidamos, les prestamos atención y los tratamos con cariño. Y la pierden cuando dejamos de hacerlo. Por eso la mirada de los perros abandonados está muerta, y por eso resucita con una caricia y se vuelve idéntica a la de los perros que tienen amo. Cuando les hacemos caso, nos miran todos con los mismos ojos. Y es que esa mirada refleja siempre un alma única que es la que cada uno de nosotros tiene reservada para todos los perros que, en un momento u otro, atraviesan nuestra vida. Y en el mundo de mis muertos, no tenía por qué ser de otra manera.

La verdadera felicidad se logra por medio del amor a los demás, por lo que uno está dispuesto a dar a otro, no por lo que recibe. Aflalo elabora una profunda filosofía sobre el concepto del amor, de la familia, del respeto a las tradiciones, en un intento de recuperarlas o, al menos, homenajearlas en el recuerdo. Explora el mundo judío antiguo, la influencia de la religión y de las supersticiones, las leyendas y los cuentos transmitidos de unas generaciones a otras. Roni se verá envuelto en un mundo de sueños y realidades donde necesitará otro lenguaje y otra forma de entender la vida para poder comprender todo lo que el tiempo va cambiando, necesitando establecer y definir la causalidad de su historia, buscando los motivos por los que los hechos ocurren.

Entre Tánger y Tetuán, describiendo los aromas, la luz y los sabores, Leo Aflalo nos introduce en un mundo sugerente, cercano y lejano al mismo tiempo, donde un simple mortal hace posible el que sus muertos tengan una proyección en el futuro, que tome forma y se conozca y reconozca todo aquello que dejaron de hacer por no vivir lo suficiente y que sus almas convivan en nosotros. Si partimos de la base de que la vida está tejida con el mismo material que los sueños, el hecho de que Los muertos de Roni refleje una historia real o una ficción es completamente irrelevante. Lo que importa realmente es esa búsqueda de la paz interior, el amor y la ilusión optimista de vivir la vida, incluso la de aquellas que no tuvieron tiempo para hacerlo. Y que el viento de levante se lleve los malos augurios…

Leo Aflalo nació en 1949 en Tánger (Marruecos). De 1967 a 1974 vivió en París, donde cursó estudios de comercio, de literatura y de ciencias políticas. Desde 1975 reside en Madrid y se dedica a la promoción internacional de proyectos industriales. Ha escrito cuentos y colabora con algunas revistas. Los muertos de Roni es su primera novela.

Leave a Reply