07 octubre 2006

Eduardo Lago

El pasado mes de septiembre tuvimos la ocasión de conocer a Eduardo Lago, autor de Llámame Brooklyn (Destino, 2006),  en el primer Hay Festival Segovia celebrado del 21 al 24 de septiembre.

Redacción Dosdoce: Veinte años en Brooklyn son muchos años. ¿Qué valores e influencias de las sociedades española y norteamericana aprecias más, como crítico, en tu obra literaria?

Son veinte años en Nueva York, no solo en Brooklyn. Lo más importante es que uno es parte de las dos culturas de manera bastante profunda, ya que viajo con relativa frecuencia a España. La crítica y el periodismo literario estadounidenses, anglosajones en general, son muy rigurosos, y uno se empapa de ello de manera cotidiana. Como creador, y eso es lo que refleja mi novela, siento que puedo tomar cosas de las dos tradiciones y fundirlas.

La novela norteamericana es de una enorme riqueza y variedad. Recuerdo que en el diálogo que sostuve con Enrique Vilamatas en Segovia-Hay, le pregunté por los autores norteamericanos que le interesaban y contestó que la pregunta le resultaba difícil, precisamente porque es consciente de que se trata de una tradición novelística muy seria.

Redacción Dosdoce Desde tu punto de vista no sólo como escritor, sino como crítico literario y profesor, ¿hacia dónde crees que camina la narrativa?

Nuestra bestia negra es el mercado, el imperio de la mediocridad, dictaminado por las ventas. Las editoriales, incluidas algunas que hasta ayer mismo eran serias, piensan casi exclusivamente en las ventas, igual que los suplementos literarios. El best seller es la medida de todas las cosas. Eres lo que vendes. Y en una enorme proporción es basura. Por supuesto que hay escritores serios, aunque les resulta imposible no padecer ese mal, el de las buenas ventas. El virus está en ellos, como ocurría con la autocensura, en épocas de represión política. Este tema es muy interesante. Un aspecto colateral curioso son los escritores prestigiosos que no soportan una lectura severa porque en realidad son pesadísimos y malísimos. Entre el mercado por una parte y el prestigio postizo por otra, quedan pocos buenos de verdad. De vez en cuando se produce un milagro, como Bolaño, entre otros.

¿Hacia dónde va la narrativa? Hacia la comercialización más deleznable. ¿Y la literatura de verdad? McEwan, Bolaño, Günther Grass, Foster Wallace, ellos, que son pocos, marcan la pauta del futuro. Me intriga qué irá a decir Pynchon en su próxima novela, que sale en diciembre, significativamente titulada Against the day.

Redacción Dosdoce: En nuestro país la lectura de la literatura norteamericana actual se centra, salvo excepciones, en escritores como John Irving, Paul Auster, John Cheever, Richard Ford,… ¿Podrías recomendarnos algunos autores norteamericanos que a tu juicio merezcan ser leídos pero sean desconocidos por el lector español?

En el saco que has citado hay de todo, aunque la calidad media es más que digna. Lo primero a destacar es el servilismo editorial, que se conecta con lo que decíamos antes de la ley del mercado. Se traduce lo que ya ha triunfado aquí. No se traduce a un montón de escritores “de segunda”.

En cuanto a los “buenos”, hay algunos que son medio conocidos. Otros pasan relativamente desapercibidos, pese a su calidad. Se me van a olvidar muchos autores, pero entre los que me vienen a la memoria están las canadienses Alice Munro y Anne Carson. Hay que hacerles más caso. Convendría recuperar a algunos difíciles como William Gaddis. Seguro que hay muchos más nombres que se me olvidan, uno es Flan O’Brien, de la vieja escuela irlandesa. Yo creo que gracias a unos cuantos editores jóvenes españoles bastante arriesgados, las cosas van relativamente bien.

Redacción Dosdoce: Se hablaba el otro día en el Hay Festival de Segovia de la importancia de las traducciones de los libros a otros idiomas. Cuando un autor está escribiendo un libro inevitablemente tiene en cuenta su entorno idiomático y social, pero no se adelanta a pensar a qué idiomas será traducido. En tu caso, y al jugar con ventaja, ¿en qué público piensas al escribir tus libros? Y a la hora de traducir tu nueva novela al inglés, ¿preferirías hacerlo tú mismo para guardar fidelidad absoluta a lo que quieres decir?

Vamos por partes. Escribir en español en Estados Unidos es una desventaja. Los Estados Unidos son enormemente refractarios a las traducciones. En segundo lugar, jamás podría competir con un traductor diestro en su lengua nativa. Yo he traducido del inglés y sé que sólo se puede traducir a la lengua originaria. En tercer lugar, estoy viviendo con angustia la espera de que salga una traducción de mi novela al inglés, porque Llámame Brooklyn es, al menos en un 50% una novela americana y si no sale en esa lengua sería para mí un fracaso.

Redacción Dosdoce: Con la irrupción de las nuevas tecnologías en nuestras vidas nuestros hábitos de consumo cultural están experimentando una transformación histórica: compramos y recomendamos libros a través de la Red, leemos todo tipo de revistas digitales, los jóvenes escriben más que nunca en blogs personales,  etc. ¿Cuál es tu opinión sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el sector cultural?

Todo eso es bueno, son pasos adelante en una carrera histórica que empezó con la imprenta de Gutenberg. La literatura es una pulsión básica del ser humano, necesitamos alimentarnos de poesía y de historias, y ninguna de esas cosas morirá, como no morirá la música. Que sea electrónica o digital es cuestión de mero soporte externo, como ocurre con el video arte o el arte digital. Las nuevas generaciones nacen entre esos medios y los incorporan directamente a su visión del arte, a su pasión por las distintas formas artísticas. El artista es por naturaleza un ser rompedor e innovador.

Redacción Dosdoce. Cada día nacen en Internet decenas de revistas culturales en formato digital, blogs de creación artística, editoriales digitales, etc. Como profesor de literatura de una prestigiosa universidad americana, ¿crees que las nuevas tecnologías fomentan la lectura y la escritura?

En parte ya te he contestado. Añadiré dos matices. Las nuevas tecnologías son neutras, no van a convertir en lector o escritor a quien no lo es, pero a quien sí lo es, le dan alas. El otro matiz tiene que ver con la supuesta falta de interés por la lectura entre los jóvenes. Te aseguro que en mi universidad, la literatura es algo que se busca con fruición. Me reía yo solo al leer las crónicas agoreras que certificaban la defunción del arte literario. Se leen todo lo que cae en sus manos, son exigentes, y comprenden la verdad del arte. Incluso había una sociedad que leía en voz alta una vez a la semana largos fragmentos de Finnegans Wake, de James Joyce, considerada la obra más difícil de todos los tiempos.

Eduardo Lago (Madrid, 1954). Tras pasar la mayor parte de su vida en Madrid se trasladó con carácter definitivo a Nueva York donde vive desde hace casi veinte años. Colaborador de diversos medios periodísticos españoles, en 2001 obtuvo el Premio de Crítica Literaria Bartolomé March por un estudio sobre las traducciones al español de Ulises, de James Joyce. Doctor en literatura por la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Eduardo Lago es profesor en la prestigiosa universidad Sarah Lawrence College y actualmente es director del Instituto Cervantes de Nueva York.  Llámame Brooklyn es su primera novela.

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