La inteligencia deseducada
Según la encuesta PISA los estudiantes españoles quinceañeros apenas comprenden lo que leen, no saben aplicar a la práctica sus supuestos conocimientos teóricos en ciencias, y tampoco rinden muy bien en matemáticas. Los profesores gustan de culpar por ello a los chicos: ‘no se aplican suficientemente’, dicen; pero no hay que ser muy inteligente para comprender que el responsable de los lamentables resultados en el test PISA no es el alumnado, sino el sistema de enseñanza y el profesorado en primera instancia, y si hurgamos más a fondo: la educación que los niños reciben en sus casas y que los profesores y creadores del sistema educativo recibieron en las suyas cuando eran niños.
Si desde la más tierna infancia cada vez que el ser humano se lanza a manipular un charco, barro, piedras, arena o basura que ve en el pavimento (todo ello extremadamente interesante y fascinante para un niño), oye de boca de sus cuidadores: ‘¡no! Niño malo, cochino, que te vas a ensuciar, eso no se toca, caca’, obviamente el mensaje que el niño recibe es que investigar el mundo y ser curioso es indeseable, y que con ello se gana únicamente las reprimendas de sus cuidadores y arriesga a que le retiren su amor –y sin amor un ser humano muere, pues somos mamíferos y dependemos del amor para sobrevivir –. Tras unas cuantas decenas de veces de esta fórmula de acción-reacción, el niño desiste y deja de investigar su entorno; primer golpe mortal a la inteligencia. El segundo golpe mortal a la inteligencia del niño, a través del ataque a su autoestima, que es de vital importancia en el desarrollo de la inteligencia, son los insultos y amenazas que con tanta ligereza lanzan los cuidadores (madres, padres, abuelos, tíos, tatas etc.): ‘niño tonto, niño malo, ya no te quiero,’ hasta he oído a más de una madre y un padre en la calle decirle a su hijo ‘¿tú eres imbécil o qué te pasa?’ Estos insultos dañan definitivamente al niño de por vida. Una cosa es atacar el comportamiento del niño (‘eso que has hecho está muy mal’; ‘eso que has hecho me pone triste’), esto no daña la imagen que el niño tiene de sí mismo y que va descubriendo, a medida que crece, en el espejo que son para él sus cuidadores, pero un ataque a su persona (‘eres tonto’; ‘eres malo’; ‘eres imbécil’) dañará irreparablemente su autoestima, y ello mermará inevitablemente su inteligencia. Estos padres y cuidadores no respetan a sus hijos. Si un ser humano no recibe respeto desde pequeño, no desarrollará su inteligencia ni sus capacidades al máximo de su potencial genético, y por supuesto no sabrá respetarse a sí mismo ni a nadie.
La reacción que he visto en algunos profesores en la televisión tras hacerse públicos los resultados del test PISA, viene a ser muy similar a esta manera nefasta de tratar a los niños pequeños: hay una total falta de comprensión y empatía hacia los niños. Una huerta no crece hermosa y fructífera sin el tratamiento y los cuidados adecuados; la inteligencia y la capacidad de aprendizaje de los niños de 15 años tampoco lo harán si no se cuidan y tratan adecuadamente esas inteligencias desde el primer día de su existencia fuera del útero. En España, la educación generalmente aceptada y respetada que los progenitores y demás cuidadores dan a los niños en sus hogares (y que se extiende al trato de los profesores de preescolar y los cuidadores en las guarderías hacia sus pequeños pupilos) es un gran enemigo de las capacidades intelectuales y cognitivas. Antes de empezar a dedicarse laboriosamente a buscar las faltas del sistema de enseñanza aplicado en nuestro país, los educadores (tanto padres como profesores) deberían observarse críticamente, estudiar cómo se funciona en aquellos países que en el test PISA dan los mejores resultados, y compararse con ellos; y preguntarse después, si posiblemente algo no falle en su manera de educar y tratar a sus hijos y alumnos. El ser humano no es una maquina dividida en compartimentos independientes unos de otros, sino un todo en el que cada parte está interactuando con todas las demás partes constantemente. Si un niño es infeliz porque no es respetado ni en casa ni el colegio, jamás aprenderá nada. A veces, tengo la sensación de que en nuestro país odian a los niños… si no llega a tanto, de todos modos es innegable que los tratan como a seres poco inteligentes y de poco valor.
Pero es peligroso hablar de este tema, la mayoría se muestra muy susceptible cuando la educación que da a sus hijos(esas cosas que son su propiedad y por ello sujetos a su voluntad de adulto) es criticada. Además de la hostilidad que los cuidadores y progenitores muestran hacia el instinto investigador, la creatividad y la inteligencia natural de un niño pequeño, otro elemento muy nocivo para el desarrollo de la inteligencia es esa deplorable costumbre que existe en este país nuestro, en la que desde la cuna se enseña a obedecer a la autoridad sin rechistar cuando uno se encuentra ante ella, y luego, en la espalda, a tomarle el pelo y engañarla cuanto se pueda; una clave perfecta para crecer a ser un adulto hipócrita, cobarde, irracional, esclavo y pasivo. ¿De dónde proviene esta negra educación tan trágicamente aceptada en nuestro país? Probablemente sus raíces se encuentren en la iglesia católica y su influencia; éste es otro tema fascinante en el que sumergirse con tiempo y espacio. Pero eso, otro día.
Texto: Máximina Bescós de la Revista MU