07 marzo 2009

Los libros digitales prometen revolucionar el mundo editorial

El diario El Correo publica hoy en el suplemento cultural de su edición impresa, Territorios, un amplio artículo sobre los libros digitales. Curiosamente, qué contradicción, este suplemento cultural no tiene versión digital, con lo que resulta imposible su lectura en pantallas.
Como se cuenta en el artículo, hace cinco años el mundo del libro en España rechazaba de plano la posibilidad de sumarse a la digitalización. Hace dos, no había ningún proyecto al respecto. Y este año, las editoriales están ya poniendo en marcha proyectos piloto; por ejemplo, la digitalización de parte del catálogo para ver cómo respira el mercado. La mejora, primero, y después el aumento de la venta de soportes a lo largo de 2008, sobre todo en las pasadas navidades, han supuesto el pistoletazo de salida para esta carrera por el ebook, el libro digital. Que no es un pdf, aunque hasta el momento es lo que se ha vendido como tal.
Decir ebook venía a ser, hasta anteayer, como gritar «que viene el lobo» (o «que vienen los rojos»). A editores y autores se les ponían los pelos de punta pensando en que el digital se comería al papel y que sería como invitar a los piratas a celebrar su gran fiesta. Que cada lector les pasaría a otros cientos o miles la obra a través de la red, como ocurre con las canciones. ¿Cómo controlar la difusión digital?
Según el artículo, en Estados Unidos tuvieron una primera etapa, con los ebooks, de restricción. Cada libro comprado en este formato tenía, por decirlo así, una vida útil de préstamo de cinco veces gracias a un sistema de protección anticopia (el DRM, algo así como una envoltura virtual). El ebook estaba preparado para no dejarse «copiar» más de esas cinco veces, y si el usuario quería «pasarlo» más, recibía un avso que le informaba de que debía comprarlo otra vez. Pero ahora han optado por el DRM (gestión de derechos digitales) social: los datos del comprador quedan registrados y es responsabilidad del usuario controlar qué ocurre con él. Si lo comparte vía P2P (como el eMule) sabe que saben. El que se comporta de forma legal no paga más de lo que cuesta el libro, no es penalizado; el ilegal puede tener problemas.

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