27 septiembre 2009

La conversación enredada de Álvaro Pombo

Recuerdo un programa de televisión hace muchos años. Era una tertulia vespertina que conducía el periodista, y también escritor, Manuel Hidalgo. Alrededor de una pequeña mesa, como si fuera un salón con millones de espectadores como invitados, se sentaban tres hombres de letras: el narrador Alvaro Pombo, el dramaturgo Baltasar Porcel, y el poeta Luis Antonio de Villena. La actualidad era diseccionada en una entretenida conversación. Los temas no tenían que ver necesariamente con la política, aunque no se evitaban. Lo verdaderamente novedoso era el punto de vista con que abordaban los temas: sin falsos escándalos ni posiciones arbitrarias.

Era un programa donde se aprendía a conversar, donde era difícil no salir con dos o tres libros anotados, de los que se había citado algo interesante. O con la sensación de que el buen humor, el inteligente, no estaba reñido con el rigor intelectual. Viendo la televisión que se hace hoy día, echo de menos programas así. Ya sé que durarían tres minutos en la parrilla y que hoy se prefiere el vociferante Sálvame o los debates previsibles de Madrid opina. Pero a lo mejor nos equivocamos en nuestra predicción y resulta que también puede tener interés algo así, aunque sea minoritario.
La conversación que el jueves presenciamos en el Hay Festival de Segovia, entre uno de aquellos protagonistas, Alvaro Pombo, y otro periodista, y también escritor, Juan Cruz, podría haber hecho las delicias de un auditorio aún mayor que el que asistió. Todo comenzó con una pregunta inane: “Álvaro, ¿cómo estás?”. Cuando uno hace una pregunta así a un cuentacuentos como Pombo se puede esperar lo que ocurrió a continuación: una hilarante historia sobre el estado de su rodilla y el golpe que se acababa de dar en el baño del hotel, antes de encaminarse hacia el lugar de la charla. Habrían pasado veinte minutos y no se había hablado de ningún tema, llamémosle “serio”, pero daba igual, porque de las anécdotas enredadas del narrador, uno podía entreverar la misma vida.
Este es, sin duda, el misterio de la literatura. No hacen falta más explicaciones. Para quien se acerca a las charlas del Hay Festival con la intención de ver cómo son los escritores de verdad, puede llegar a comprobar que su obra les acompaña allí donde van. Y allí, con su fino instinto, fue hablando de temas muy dispares, hasta terminar en la televisión o el periodismo. “Es muy curioso, parece que el periodismo, hoy día, está culminando en cosas como el tweeter: algo que parece negar la propia esencia del periodismo que se lee, el que siempre se encontró en los periódicos de papel”.
“Y… Álvaro: entonces ¿qué es un poeta?», preguntó Juan Cruz, para terminar. Pombo fue más preciso que nunca. “Creo que hay una supresión de la narratividad, de eso que el novelista desenrolla, como si fuera un papiro. En la escritura poética, el tiempo se concentra en un instante”. Quizá tweeter sea más propio de poetas.
Texto: Felipe Santos
Foto: El País

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