22 febrero 2012

Libros para todos

 

El otro día salía en la televisión cómo varios habitantes de una aldea de África manejaban diferentes teléfonos móviles. ¿Cómo es eso posible si los móviles son prácticamente un sinónimo de avance tecnológico? ¿Cómo puede ser que tengan teléfono móvil pero el agua para uso diario tengan que sacarla de un pozo? La respuesta es básicamente que estos dispositivos son los puentes que unen estas pequeñísimas y paupérrimas aldeas con el mundo de las grandes urbes. Sale más barato en esos países, más cómodo y más útil tener un teléfono móvil que cualquier otra tecnología.
Worldreader.org, una organización sin ánimo de lucro orientada al mercado cuyo objetivo es ofrecer una «biblioteca» a todas las familias del planeta, da un paso más y mediante la tecnología de los libros electrónicos les ofrecerán una forma más fácil, barata y fiable de hacer llegar los libros a las zonas y personas más desfavorecidas.
Con las vivencias de David Risher, cofundador de Worldreader, surgió parte de la idea de fundar esta web: en uno de sus viajes, en un orfanato de Ecuador, David preguntó si era posible ir a ver lo qué había detrás de unas puertas cerradas con candado, a través de cuyas ventanas podían verse montones de libros polvorientos. Esto resultó ser la biblioteca local que había caído en desuso debido a la falta de nuevos materiales.
En muchas partes del mundo, seguramente más de las que pensamos, los niños y las familias tienen acceso a una variedad muy pequeña de material de lectura, que, además, es cada vez menor. Los contratiempos del transporte, los problemas logísticos y las dificultades de pago conspiran para reducir la disponibilidad de libros y recursos escritos en los países en vías de desarrollo. Los libros electrónicos utilizan la red GSM de los teléfonos móviles para solucionar estos problemas y proporcionar acceso, casi instantáneamente, a centenares y miles de libros enteros, periódicos y revistas a precios muy bajos.
¿Y dónde cargarán estas personas los dispositivos? Aunque parezca mentira, los teléfonos móviles han facilitado el camino de la electricidad incluso en ubicaciones remotas, y, afortunadamente, los lectores electrónicos consumen relativamente poco: una hora de carga eléctrica dura unas dos semanas o más.

Además, en la actualidad Worldreader.org está recaudando fondos para subsanar la brecha entre los costes de los dispositivos y el precio que los gobiernos locales pueden pagar por ellos, hasta que su coste unitario descienda a un precio aceptable para los mercados locales.
Por el momento, Worldreader tiene actualmente sedes en Barcelona y en EE.UU.
¡Qué importante resulta que ninguna biblioteca más cierre sus puertas por no tener nuevos materiales!

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