El uso de las tecnologías en las organizaciones culturales
Seguimos fijándonos en lo que hacen nuestros vecinos europeos en el ámbito de las nuevas tecnologías y el sector cultural. En el Reino Unido están siendo muy activos en este sentido, y es una fuente de soluciones y ejemplos de cómo las organizaciones culturales están aprovechando la oportunidad de innovar dentro de las llamadas economías creativas.
Un reciente estudio del Digital R&D Fund for the Art aporta nuevas claves de cómo algunas organizaciones artísticas y culturales están experimentando el impacto de esta transformación utilizando la tecnología digital para llegar a audiencias más grandes que nunca. Como en otros estudios e informes, una de las claves está en sacar las actividades fuera de los muros del museo o institución cultural.
Estas organizaciones artísticas y culturales están transformado sus operaciones de marketing y a través de la tecnología digital para alcanzar a esas audiencias citadas, en todo el mundo y de naturaleza más diversas, muchas veces –y probablemente la manera más efectiva de valorar casos y resultados- fijándose en cómo se utilizan las tecnologías en otras áreas deferentes a las del sector cultural.
Por ejemplo, desde la Tate Modern –que tantas veces nos ha servido de ejemplo en cuanto a la implementación de las tecnologías en sus estrategias de comunicación y servicio-, señalan cómo la actividad digital les obliga a repensar cómo llevar a cabo prácticas más creativas, que incluyan la participación y la interactividad, por ejemplo en las retransmisiones de actos o eventos, asentadas en las grandes pantallas en los muros de los museos e instituciones (sólo el 15% de las organizaciones hacen uso de estas pantallas para las retransmisiones en vivo).
El resultado de esta concienciación por el cambio es que casi tres cuartas partes de las organizaciones encuestadas en el estudio consideran lo digital como esencial para su labor de comunicación y servicios, y casi el 60 % lo ven como algo esencial para conservar y archivar. Dentro del propio ámbito creativo, casi la mitad (47%) están creando obras “nativas digitales”, mientras que el 32% ven la tecnología digital como algo esencial para la distribución y exhibición de su trabajo.
En otras áreas, la tecnología que está aún por lograr un impacto más generalizado: son un 11% sólo que piensan que estas tecnologías les pueden reportar un impacto positivo en lo referente a los ingresos. Un dato curioso es que, según este estudio, los museos son menos propensos a informar de los impactos positivos de las tecnologías digitales en comparación con otras organizaciones culturales. Por ejemplo, sólo el 37% de los museos confiesan los datos positivos en cuanto al logro de mayores audiencias, frente al 51% del total de la muestra.
En cuanto a áreas de crecimiento, muchas organizaciones artísticas y culturales han introducido nuevas actividades digitales por primera vez en el último año. Cinco tecnologías destacan como las principales áreas de crecimiento: retransmisiones en streaming, exposiciones de arte digital, uso de computación en la nube, producción de experiencias digitales diseñadas junto a las obras de arte para ser disfrutadas por los visitantes, y las donaciones online.
De nuevo encontramos algunas barreras: más del 60% de las organizaciones artísticas y culturales afirman que se ven limitados en sus actividades digitales por falta de tiempo del personal y por la financiación. Más del 40% creen que por falta de habilidades técnicas, como el análisis de datos y gestión de bases de datos. Las fuentes de asesoramiento especializado son (69%) mentores y redes de asociados junto a empresas de análisis de investigación (59%).
Es evidente que aún quedan pasos que dar, a modo global, para conseguir una mayor integración de las tecnologías digitales en las entidades culturales. Una visión abierta, que sepa mirar más allá del puramente ámbito artístico o cultural y que sepa leer los cambios y tendencias más generalizadas y adaptables ayudará a conseguir mayores y acertados logros en este sentido.
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