Cuestiones prácticas sobre las impresoras 3D en las bibliotecas
En su labor de actualización y de espacio para servicios que van más allá del préstamo de libros se está abriendo paso la incorporación de impresoras 3D en estos centros.
Como ya sucediera con las máquinas de impresión bajo demanda –es el caso de las Espresso Book Machine, hoy presentes en bibliotecas y librerías de todo el mundo-, las impresoras 3D pueden ser un buen acicate para fomentar las visitas a las bibliotecas.
Muchas veces, cuando surgen nuevas tecnologías posibles a implantar, a la vez surgen muchas dudas. Dudas que van desde qué servicio y valor aportan, a otras más funcionales como cuánto pueden costar, qué espacio necesitan, qué materiales son necesarios para la impresión, si son de fácil mantenimiento, etc.
Para este tipo de cuestiones, la American Library Association ha creado una breve guía para que les sirva a los responsables y gestores de las bibliotecas antes de lanzarse a adquirir una de estas impresoras en 3D.
De manera clara, este breve documento señala, por ejemplo, que el precio aproximado de una impresora de estas características está entre los 350 y los 1.300 euros, aproximadamente. El costo del material que se utiliza para imprimir puede de 20 euros. De este modo, se puede calcular qué precio establecer por impresión, aunque depende del tipo de material.
En cuanto al mantenimiento, la mayoría de los fabricantes ofrecen una garantía de 1 año. Garantía que cubre piezas defectuosas. Su duración depende de dos factores principales: el tamaño de los objetos impresos y la resolución con que se desea imprimir. Un objeto del tamaño de un cubo de Rubik necesitaría 5 horas para imprimir con una resolución estándar. Como es natural, cuanto mayor sea la resolución de la impresión, menor será la velocidad en que la impresora funciona.
Por su parte, el software necesario para comenzar con modelado en 3D es Tinkercad, una aplicación web gratuita que se ejecuta por completo en el navegador del ordenador. El consejo que dan es utilizar plástico biodegradable y que, hasta el momento, no ha dado problemas de toxicidad.
En definitiva, el documento da información valiosa para abrirse camino en la impresión digital. Además, la mayoría de las impresoras 3D tienen el tamaño de un ordenador de mesa, por lo que suponemos que el tamaño no será excusa.