IA y la preservación de la traducción literaria

Imagen de Faisal Mehmood en Pixabay
La irrupción de la inteligencia artificial en el sector editorial está generando una gran inquietud entre los traductores literarios, que se sienten amenazados de perder no sólo volumen de trabajo sino también “voz” en el proceso creativo.
Según un extenso artículo en Franceinfo, los avances de herramientas como DeepL o ChatGPT permiten generar ya traducciones automáticas o semiautomáticas a costos reducidos, lo que está impulsando a algunos editores a sacrificar la calidad literaria y las condiciones de los profesionales, con la lógica de publicar más barato y más rápido.
Así, en ciertos contextos a algunos editores les da igual publicar lo que se podría considerar de peor calidad si con ello recortan tiempo y costes gracias a la IA. Esta actitud ha provocado alarma en el colectivo de traductores literarios, que sienten que su papel se diluye.
De este modo, lo que antes era una traducción íntegra y creativa pasa en ocasiones a ser una ‘post-edición’ de un texto ya generado por una máquina, con honorarios mucho más bajos y con una pérdida de estatus profesional.
Los traductores citados en el artículo manifiestan temores concretos como que su labor de interpretación, matiz estilístico, humor, metáfora -aspectos que la IA todavía tiene muchas dificultades para capturar plenamente- quede reducida o incluso prescindible.
También que los contratos incluyan cláusulas que permitan el uso de IA sin transparencia, y que no exista obligación de indicar cuándo se ha utilizado, así como que la calidad final del libro se degrade, con traducciones literarias más planas, menos ricas en matices culturales, y que esto afecte tanto al lector como al prestigio del oficio.
El artículo también señala que aunque el uso de IA para la traducción literaria no está aún masificado en los grandes títulos, ya es cierto en ciertas “zonas grises” del mercado (por ejemplo, libros de menor categoría, auto-edición, ciertos géneros menos críticos) y que la voluntad de algunos actores del sector de “tirar para adelante” sin exigir control está acelerando el fenómeno.
El artículo advierte entonces que la amenaza para los traductores literarios no es sólo cuantitativa (menos encargos o tarifas más bajas) sino cualitativa, ya que se está transformando la naturaleza del encargo, el estatuto del traductor como autor, y la calidad del producto literario.
En el fondo, la aparición de la IA para este gremio en la cadena de valor del libro pone en tensión tres elementos esenciales: la calidad literaria, los derechos del traductor y la legitimidad del trabajo humano frente a máquinas.
Por ello proponen de algún modo que el sector editorial y sus profesionales reflexionen sobre cómo regular, hacer visible y valorar el uso de la IA, para evitar que la cultura literaria pierda riqueza y que los traductores queden relegados a tareas menores.
Es decir, que no basta con adoptar la tecnología, sino que hace falta preservar la dimensión humana de la traducción, el sentido de autoría y el valor cultural del libro.




