06 marzo 2006

Javier Suescun

“El silencio de buenos construye muchos malvados y eso está pasando hoy en nuestra historia”

Con latente curiosidad ante la miscelánea de profesiones, me dirijo a la presentación del último libro de Javier Suescun, titulado ‘La mujer que mató a Hitler’ para conocer a este hombre que se define como periodista, escritor y sacerdote. Cuando nos sentamos y saciada mi curiosidad al ver ante a mi al hombre afable y humilde que imaginaba,  Javier me cuenta que como periodista ha colaborado durante doce años en el periódico “El Correo”,  que ha dirigido la revista “Hegoa” , y que ha sido locutor y guionista en Onda Tres, Onda Cero y Radio Popular. Infatigable, me adelanta que como escritor es autor de doce libros, en los que ha tocado los más diversos géneros literarios: libros de educación, religiosos, biografías, libros de viaje y novela.

“La mujer que mató a Hitler” es su segunda novela, donde Suescun nos cuenta a través de sus personajes que el mal no existe radicalmente en la persona, que siempre hay resquicios del bien, mientras dictamina que “Lo había en Himmler como lo había también en Hitler, aunque parezca extraño”.  Su anterior novela llevaba por título “Paitití, el perfume de los pueblos” y en estos momentos, Javier está preparando una tercera, dirigida hacia los más jóvenes, a la que llamará: “En el país de las orquídeas”

Dosdoce: Su protagonista, Margaret Boden,  parece tener un ‘despertar de conciencia’ y sobre ese despertar gira el argumento de su libro.¿ Cree que la conciencia es capaz de mover montañas?

Javier Suescun: Lógicamente, cuando uno se hace consciente de una realidad puede empezar a actuar y puede comprometerse en la transformación de esa realidad. Mientras uno vive inconscientemente es muy propenso a vivir con los brazos cruzados ante los grandes problemas de la historia y de la vida

D.d.: Tras leer su novela parece usted salvar la memoria de Himmler, uno de los máximos responsables de la sangrienta persecución de judíos. Con la elección de este personaje parece usted exonerar a los protagonistas de cualquier responsabilidad por los crímenes de guerra  ¿por qué? 

J.S.: No, en absoluto, no les exonero. Primeramente es una novela, no un ensayo y al ser una novela el escritor se permite ciertas libertades y una de las libertades que me permito es mostrar un cierto resquicio de humanidad en los oficialmente malvados de la tierra; que quiere decir que toda persona tiene una nueva posibilidad y éste es el fundamento de que no admitamos la pena de muerte y es que siempre hay una posibilidad. Personalmente no creo en el maniqueísmo de la existencia del bien y del mal, un dato psicológico es que los grandes torturadores de la historia han sido buenos padres, esto confirma que el mal no existe radicalmente en la persona siempre hay resquicios del bien. Lo había en Himmler como lo había también en Hitler, aunque parezca extraño

D.d.: Esto que usted comenta es un tema muy candente en la actualidad.  A gran parte de  la sociedad nos cuesta admitir que los terroristas puedan tener una doble moralidad ¿Es esta dualidad un fondo inherente al hombre?

J.S.: Yo lo que muestro en mi libro es que estos personajes son creación de la misma historia y que el silencio de los muchos hizo a estos malvados y históricamente Hitler es más consecuencia de la Alemania que consecuencia de sí mismo. Date cuenta que Hitler era un personaje con un complejo de inferioridad impresionante, un personaje que no tenía elementos específicos en su personalidad para ser el canciller que fue en una Alemania culta. Creo que esa es la gran pregunta, que normalmente el silencio de buenos construye muchos malvados y eso está pasando hoy en nuestra historia. Grandes personajes que hoy hay en nuestro mundo están marcando nuestra sociedad con acciones de consecuencias muy graves que son fruto de la elección y del silencio de muchos

D.d.:  La forma en que su protagonista Margaret Boden quiere acabar con Hitler no es muy democrática ni cristiana. Ella se apoya en la frase del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, que afirmó que Hitler era el anticristo. Pero personalmente. ¿Piensa que la forma de acabar con los ‘alimañas’ es la aniquilación?

 J.S.: No me planteo ese problema. Más bien lo planteo como que contra el mal hay que luchar. El magnicidio ha estado tradicionalmente admitido pero yo no me planteo eso me planteo un problema que es el siguiente: existe el mal en nuestra sociedad y lo existía en la Alemania Nazi, ante esa situación se plantean dos posturas; una  que es silencio, aplauso, colaboración tácita y otros que deciden actuar y en su actuación fracasan, sin embargo, este fracaso se convierte en realidad en éxito. Esa es la gran lección, yo creo, del libro

D.d.: Cuando escribe sus novelas, ¿dónde se sitúa el sacerdote y dónde el escritor?

J.S.: En la novela me sitúo exclusivamente como escritor no estoy mediatizado por ser cura, simplemente escribo, como tampoco estoy mediatizado por el escritor al ser cura, lógicamente. Lo que si he hecho es escribir libros estrictamente religiosos pero eso yo creo que es que como periodista quiero tocar todos los géneros. La próxima vez igual me da por una obra de teatro

D.d.: Sí, es cierto que como escritor ha tocado varios géneros: libros de educación, religiosos, biografías, libros de viaje y novela. ¿En cuál de ellos se siente más cómodo?

J.S.: En el de educación para jóvenes es el que siento yo que más éxito tiene. Yo creo, honestamente, que tengo una capacidad divulgación de acercamiento a la gente y la gente se siente atraída porque cosas difíciles se hagan sencillas y en definitiva, que la gente te entienda

D.d.: Se encuentra usted escribiendo una tercera novela dirigida a los jóvenes que lleva por título “En el país de las orquídeas”. ¿Puede adelantarnos de qué va?

J.S.: Es de una chica que se va a vivir a Costa Rica, debido al trabajo de sus padres y descubre las orquídeas y entonces le fascinan y comienza a coleccionar orquídeas; su mundo, sus clases. Al cambiar de país se encuentra totalmente descentrada y lo que le vuelve a centrar es la ilusión por coleccionar orquídeas. En realidad, la novela habla sobre tener un motivo para vivir, yo lo centro en las orquídeas, por que son apasionantes, pero puede ser cualquier cosa

 

TEXTO: Beatriz Celaya

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