24 julio 2006

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Roberto Bolaño (Santiago de Chile 1953 – Barcelona 2003) es uno de los fenómenos más importantes de las letras hispánicas de los últimos años. Este genial escritor  nació en Chile, pero vivió la mayor parte de su vida entre México y España. Padeció todo tipo de dificultades económicas y miserias, sin alcanzar el reconocimiento a su obra hasta los 43 años.  En 1996 publica su primer libro, que llamó la atención de cierta crítica literaria, y en 1998 publica Literatura Nazi en América,Los detectives salvajes, convirtiéndose en pocos meses  en un autor de culto.

Los protagonistas  de la obra de Bolaño sufren el denominado "mal de la literatura". Personajes que viven una enajenación debido al abismo que hay entre lo que son y lo que quieren ser. Una enfermedad que les obliga a vivir en un delirio constante, en un mundo de confusiones entre la realidad y la ficción, entre su interior y su exterior. La vida en sí de estos personajes no nos interesa mucho (son simples aspirantes a poetas, escritores…), aquello  que verdaderamente nos desarma es que sea gente  dispuesta a sacrificar sus vidas por ideales nobles, por sus principios. 

La derrota social y personal es una de las claves de la obra de Bolaño. Encontramos un culto al genio, a la muerte temprana, a las ideas fijas y a las causas perdidas. Al igual que Kafka, Joyce y Cervantes, sus personajes nunca forman parte del sistema. Esta falta de integración social de sus personajes le brinda al autor un mayor margen de maniobra y creatividad.

Sin lugar a dudas, Roberto Bolaño no reluce por su estilismo. Algunos críticos literarios apuntan sus repeticiones, sus languideces, sus errores en construcción gramatical. Todas estas debilidades como escritor se anulan con su capacidad de transformar esos simples personajes en mitos de la literatura. Literatura que se hace vida, donde hay dolor, sangre, grandeza, ideales, conflictos humanos. Esta ambigüedad es lo que hace compleja e interesente  la obra de Bolaño.

Se diría que es la figura de Von Archimboldi, un enigmático escritor alemán, el hilo secreto que cosería entre sí las cinco «partes» de que se compone 2666, sin duda la obra maestra de Roberto Bolaño. Una fecha en cuya perspectiva tan remota debe ordenarse la impresionante maraña de destinos, de personajes, de líneas argumentales y genéricas, una vastísima constelación marcada por el signo de la pérdida y del olvido, de la insignificancia, de la desmesura inútil, de la equivocación y del malentendido. Desde las ruinas de Europa, recorridas en vertiginosos travelling, hasta el desierto de Sonora, donde, viene sucediéndose una interminable cadena de asesinatos de mujeres, la novela propone un recorrido abismal, amortiguado entre carcajadas, por una cultura y una civilización en derrota, en las que la literatura continúa invocando el simulacro de una redención. Una obra maestra, indiscutiblemente la mejor novela de un autor excepcional. En palabras de Susan Sontag «el más influyente y admirado novelista en lengua española de su generación. Su muerte, a los cincuenta años, es una gran pérdida para la literatura».

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