24 julio 2006

La calma

En las primeras veinte páginas de esta novela  sentimos  el odio que transmite en sus palabras y actos un joven escritor  totalmente dominado por  su madre, una actriz otrora célebre quebrada hoy por la soledad y la locura.

"Visto de este modo llevaba quince años muerta. Un simple cadáver, al que le quitaban el olor con una tisana de menta y le untaban la piel con crema hidratante para darle color humano. Un cadáver que jugaba al solitario con esquelas ya obsoletas. Un cadáver que llevaba  quince años coleccionando revistas de televisión y de novedades científicas y farmacéuticas. Guardaba esa porquería de periódicos en el trastero, junto con unos frascos quetalvezsirvanparaalgo y unas cajas de bombones quebonitasson y medapenatirarlas. Así vivía ella: juntando trastos  y carteándose con mi hermana mayor, sin intuir que, de hecho, se carteaba conmigo."

La madre nos habla en esta novela a través de frases hechas como qué bonitas son y me da pena tirarlas, donde el autor  transmite su pesadez  juntando todas las palabras. Novela brutal, en la que los gestos y las palabras toman dimensiones paroxísticas y donde la violencia parece ser un camino de purificación, se nos muestra como una confesión de seres solitarios y perversos, a medio camino entre la locura más desenfrenada y la tendencia a la normalidad. Brutal y sin concesiones, La calma ha sido considerada por muchos como la mejor obra húngara publicada en el año 2001, que nos presenta una voz prometedora de la nueva narrativa europea.

Attila Bartis (Tirgu Mures (Marosvásárhely)—Rumania—, 1968), fotógrafo y escritor, ha publicado, además de La calma, la novela El paseo (1995) y el libro de relatos La bruma azulada (1998). Desde 1984 reside en Budapest.

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