Casi inocentes
Pedro Ugarte (Bilbao, 1963) es abogado-economista, pero siempre ha trabajado como responsable de prensa, columnista o colaborador en programas radiofónicos. Ha publicado dos poemarios, Incendios y amenazas (Premio Nervión) y El falso fugitivo, una Historia de Bilbao, y una extensa obra narrativa compuesta por libros como Los traficantes de palabras, Manual para extranjeros, La isla de Komodo, Los cuerpos de las nadadoras (Finalista del Premio Herralde y Premio Euskadi de Literatura), Una ciudad del norte, Pactos secretos y Guerras privadas (Premio NH de Libros de Relatos). En el año 2003 publicó con Lengua de Trapo el libro de relatos Materiales para una expedición.
Nuestra redactora, Beatriz Celaya, ha entrevistado personalmente a este autor con el fin de conocer más a fondo su última novela.
Entrevista
Con la misma contundencia que Alberto Durrio declara que, haber tenido un hijo es lo más memorable de su vida, Pedro Ugarte, creador de este personaje y ganador del X premio Lengua de Trapo de Narrativa por "Casi inocentes", lo corrobora.
A la entrevista llega unos minutos tarde porque ha estado con sus hijos en el parque y, todavía, le ha dado tiempo a trabajar (es responsable de prensa de la Universidad del País Vasco) y a escribir durante unas horas. Me pregunto, si sentado enfrente de mí tengo a un superhombre, pero Pedro, enseguida me saca de dudas: "tengo claro que uno halla tiempo para lo que quiere. Yo nunca encuentro momento para hacer pesas"
Con una sonrisa, comienzo la conversación con este escritor que lleva a sus espaldas tres novelas, "los cuerpos de las nadadoras", "Una ciudad del norte" y "Pactos secretos", así como varios libros de cuentos. Entre los premios obtenidos por su narrativa, además del arriba mencionado, Pedro quedó Finalista del Premio Herralde, ha sido galardonado con los premios Nervión, Euskadi de Literatura, Papeles de Zabalanda y NH de libros de Relatos.
Dosdoce.: Tras leer tu definición de la paternidad creo que fui una inconsciente teniendo un hijo
Pedro Ugarte.: ¿Sí?, a mi mucha gente me ha dicho lo contrario, que después de leer el libro, gente que no tenía hijos casi ha sentido un interés por probarlo y que el libro se podría declarar como libro "interés público" para ayudar a incrementar la baja natalidad de este país. (Risas) estaría bien ¿no? De todas formas, creo que muchos padres se han sentido muy identificados en muchas de las cosas de las que hablo en el libro y luego otros han visto un atractivo que no es habitual en los personajes de los libros y es, que el protagonista sea un padre, que generalmente tenemos la idea que son seres aburridísimos y creemos que la gente interesante es la gente soltera
D.d.: ¿Tanto han cambiado los roles entre padres e hijos y viceversa?
P.U.: Pues sí y en caso de los padres creo que especialmente, antes la madre era más depositaria del afecto y el padre tenía un papel en su vida muy determinado y eso ha cambiado, en parte a bien. Yo creo que la igualdad entre hombres y mujeres ha favorecido a los hombres; no en el tema de lavar los platos, ni hacer camas, que eso no enriquece a nadie pero, con respecto a los hijos sí, todo eso de poner pañales, dar biberones y esa parte de la historia de la igualdad los hombres hemos salido ganando hasta el punto de darnos cuenta de todo lo que se han perdido los padres de otras épocas
D.d.: ¿El peso de la responsabilidad que lleva Alberto Durrio es exagerado o es que está atravesando la crisis de los 40?
P.U.: (Risas) No, lo que pasa es que lo bueno de la literatura es que puedes hacer dramatización o exageración de planteamientos reales. Aunque el planteamiento de la novela es dramático de por sí (un hijo está en peligro y su padre no es capaz de salvarle y un tercero le salva), aunque estoy seguro que ha pasado en la realidad, en principio, es una forma de profundizar en un dilema moral. Por una parte partimos de que a los padres, por definición, se les atribuye un papel de fuerza y de protección a los hijos absolutamente titánico, cosa que luego la gente normal somos gente débil o somos lo que somos y no podemos garantizar esta protección hasta el último extremo y eso es algo que cargamos de por vida. Y esto, en situaciones muy extremas te pueda hacer llegar a verlo de forma mucho más nítida y más en el caso, como en la novela, que es un tercero el que le salva; ya no solo tu propia inferioridad o la evidencia de tu inseguridad sino también el segundo dilema de decir: ¿cómo le recompenso a alguien, la deuda que haya salvado, no ya tu vida, sino la vida de tu hijo que es lo más importante?
D.d.: De qué habla tu libro en realidad: ¿de un dilema moral?, ¿del amor incondicional de padres a hijos (y no viceversa)?, ¿de la imposibilidad de la comprensión en la pareja? ¿Qué quieres contar?
P.U.: Un poco de todo lo que planteas. Quizá de una forma más profunda de las relaciones entre generaciones, de cómo la vida es una especie de corriente que pasa por eslabones y los eslabones somos nosotros y en esta cadena tenemos un eslabón antecedente y otro posterior y en virtud del paso del tiempo, tu papel dentro de esa cadena de eslabones, va cambiando; de ser el último pasas adelante y eso genera reflexiones y miedos y también alegrías. Es algo muy complejo pero es algo en lo que se resuelve la vida en buena parte y este sería el tema de la novela
D.d.: Ya que te atreves con la paternidad, ¿qué opinión te merece la nueva ley que permite la adopción a los homosexuales?
P.U.: (¡Ostras!, nadie me ha hecho una pregunta tan canalla). Aunque no lo tengo muy claro, igual sí tengo una postura conservadora. Lo que yo veo más que el derecho de los homosexuales a adoptar es, el derecho que tienen los hijos a tener un padre y una madre. Estoy seguro de que el afecto lo puede dar cualquier persona pero, en principio, el referente biológico que se ha transformado en un referente sociológico está en un padre y una madre. Yo no creo que un niño no vaya a poder ser feliz con una pareja del mismo sexo, ni mucho menos, pero utilizando unos datos que ofreció la facultad de psicología basado en un estudio sobre 500 niños en el país vasco en el que se veía su evolución hasta los 5 años en virtud del trato familiar etc., sacaban una conclusión, muy obvia, que decía, que los niños que tenían una familia tradicional tenían menos problemas que los que tenían familias con algún tipo de disfunción. Eso sí, también decía que si la relación entre los padres era mala, o que si no había buen ambiente en el hogar, era peor que cualquier otra disfunción. Y esa era la conclusión. Un divorcio puede ser traumático, pero más traumático es que los padres se lleven mal
D.d.: Tratas también el problema de la inmigración, ¿qué reflexión quieres hacer incluyendo a un "sin papeles" en uno de los personajes con más peso de tu novela?
P.U.: Aquí, si que hay una pequeña lectura o una metáfora, al margen de lo que es el desarrollo argumental de la novela pues, al niño quien le salva es un extranjero y esto es como decir que nuestro propio futuro nos lo tiene que salvar alguien de fuera y eso parece evidente que va a pasar en nuestro país, por razones de natalidad, porque aquí no queremos hacer un millón de trabajos que ya nos parecen absolutamente amargantes y desagradables y en ese sentido hay otra metáfora, a parte de la postura argumental de la novela; al niño al final le salva de una situación de peligro alguien de fuera. Si hay una intención en ese respecto. Me parece que es tan obvio que quien no quiera ver eso…
D.d.: ¿Carlos Segura y el sr. Larraga representan la mediocridad que nos rodea?
P.U.: Pues sí, pero tampoco me gustaría ser muy injusto con ellos, en el sentido de que son vistos desde el punto de vista del narrador. Son personajes muy elementales, o bueno, con menos encarnadura. Todos nos podemos atribuir una gran complejidad porque somos testigos de nosotros mismos permanentemente y sabemos lo que pensamos pero, a los demás los vemos por cuatro gestos y cuatro palabras, con lo cual la calificación de ellos es muy fácil. Evidentemente, el Larraga es un ser absolutamente autosatisfecho y repugnante pero también hay un momento que el narrador dice en la novela que no era vengativo. Con Carlos Segura pasa más o menos lo mismo, es un simplón pero notas que es una buena persona y feliz. Yo creo, además, que la vida laboral anula nuestra personalidad o puede anularla pero también es cierto que nuestra percepción de los demás es infinitamente más simple que la que tenemos con relación a nosotros mismos
D.d.: ¿Hay que desconfiar de las mujeres?, en tu libro nos otorgas una maldad atávica que asusta
P.U.: (Risas) Vas a conseguir que nadie lea este libro. No, no son malas. En las reflexiones del narrador si hay un cierto presupuesto de que el hombre, por una parte, tiene más fuerza física pero también una cierta simpleza, mientras que la mujer siempre se le ha atribuido mayor sutileza, igual eso sí que está reconocido en la novela, pero no una mayor maldad, salvo que se vea la maldad como una forma de inteligencia cualificada. Lo que sí que hay es un reparto de papeles que viene condicionado con la biología desde hace mucho tiempo y si hay un momento, cuando los padres van corriendo al chalé que está en llamas y ya tienen la certidumbre que el niño está dentro, sí hay un reparto de papeles, que es absolutamente milenario; es el hombre el que tiene que jugarse la vida, mientras ella se desmaya. Y, es aquí cuando el hombre entra en conflicto y no sé ve cualificado para desarrollar el papel que le viene dado por la propia sangre, lo que le toca es entrar.
D.d.: En referencia a lo que mencionas, siento tanta pena por lo que le pasa a Alberto Durrio que más que "casi inocente" le veo víctima de los roles de esta sociedad
P.U.: Sí, todos somos víctimas de esta sociedad pero yo creo que en su caso él es más consciente de que es víctima de los roles de esta sociedad. Cuando nace su hijo hay una frase que viene a decir que cuando vio al niño que salió de las entrañas de su madre, él sabía que le correspondía como padre sostener todo el universo a sus hombros para que nada le ocurriera a ese niño y es una demanda moral que no desaparece hasta que te mueres, por muchos años que tenga tu hijo. En ese momento, él es consciente de eso, más desde el punto de vista práctico que desde el punto de vista alegre, él piensa: "la que me viene encima", pero, al igual que él todos somos víctimas de papeles sociales definidos
D.d.: Estamos acostumbrados a saber sobre el papel de la madre, pero ésta es una de las pocas veces que se habla de lo que siente un padre
P.U.: Yo, no creo en la originalidad en la literatura, soy de los que piensa que está todo escrito, pero si es verdad que la maternidad ha sido tema literario en sí mismo, desde la tragedia griega hasta la madre "Gorki". También, la literatura está llena de agravios de los hijos a los padres. Pero el papel del padre, como tal, no es uno de los temas de la literatura, seguro que se ha tratado miles de veces pero seguro que no es el tema especialmente trillado.
D.d.: Tú, que has recibido varios premios, además de ser el X ganador de Lengua de Trapo de Narrativa por este libro, ¿qué opinión te merecen los premios?.
Si es cierto que existen unos tres o cuatro premios; que es tal la presión que existe, tal la cantidad de dinero que se mueve, tal la repercusión que tienen que yo no diría la palabra fraude, porque sería injusto, pero sí que alguien que está honradamente escribiendo un libro desde un pueblo de Logroño, que no pierda el tiempo enviándolo a este tipo de premios. Esto, sí creo que se debe de decir porque sino hay mucha gente que se engaña. Queda muy bien decir que se han recibido 800 ejemplares pero que realmente sabemos que han estado jugando 20 manuscritos desde el principio. Con esto no se quiere decir que esté dado, pero que había unos elementos de presión, unos fichajes por parte de los editores y agentes literarios, pues sí creo
D.d.: ¿Has pensado que llegará un día en que tu hijo lea este libro?
P.U.: Sí, sí lo he pensado y he llegado a una conclusión: lo absolutamente perversas que son las relaciones familiares. La familia está lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor. La familia en cierto modo es un garante de que en las peores situaciones, un padre y una madre normal, te van a responder y es un refugio social pero, del mismo modo, la familia es el lugar más terrible para el tráfico de humillaciones, para generar complejos, para padres autoritarios, madres absorbentes, hijos dictatoriales y en esta línea, he pensado que cuando mi hijo lea este libro y sepa que me he inspirado en él ¿no le va a pesar demasiado?, ¿ tantas demandas morales, reflexiones, imperativos?, y sobretodo, ¿ llegará a pensar qué pesado de padre que estuvo pensando todo esto?. De cara al libro, se me ocurre que puede pensar ¡qué cosa más bonita! o bien ¡qué peso!
Texto: Beatriz Celaya