27 julio 2006

Por un futuro imperfecto

En los últimos meses hemos asistido a la publicación de numerosos libros donde periodistas, intelectuales y analistas políticos  intentan contemplar el horizonte e identificar algunos elementos que nos permitan entender los riesgos y peligros invisibles del siglo XXI.  En esta misma línea, Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949) examina en su último libro, Por un futuro imperfecto (Ediciones Destino), el proceso globalizador y sus escenarios, analiza las causas y efectos  del terrorismo islámico y la actitud de Occidente,  destaca la identidad europea y las relaciones transatlánticas,  y también estudia el impacto de los avances científicos en la sociedad actual e intenta explicar por qué el futuro es un libro en blanco, imperfecto y  lleno de incertidumbres.

Lo interesante de este libro es que nos brinda la oportunidad de conocer un nuevo punto de vista sobre nuestro futuro, desde una perspectiva liberal-conservadora. Pero tras su lectura, sentimos que se planteen unas soluciones a los problemas del siglo XXI con unos criterios tan egocentristas y deterministas. La difícil situación actual del planeta (atentados terroristas, inmigración, temor y desconfianza hacia otras culturas…) exige una reflexión y un análisis más atentos y abiertos, si no queremos caer en simplificaciones. La sociedad en la que vivimos es cada día más compleja y más difícil de entender, y por ello deberíamos dejar de utilizar las teorías del siglo anterior para intentar dar soluciones a los problemas del presente.

Las utopías del siglo XX y XXI
El libro se basa en la tesis de que la búsqueda de la perfección de la Sociedad y del Hombre ha sido la causa de los mayores desastres del siglo XX. El futuro del mundo siempre será imperfecto. «Es una enfermedad crítica, crónica y corresponde a la propia naturaleza del ser humano, que es imperfecta, finita y eso es lo que le hace libre. Si fuera perfecto, no sería libre. Lo que nos hace perfectos es ser imperfectos, porque existen el bien y el mal y nos permiten escoger. Si no, seríamos unos robots -seres perfectos- fruto del totalitarismo».

No podemos estar más de acuerdo con este análisis. Con motivo de esta visión errónea de la perfección, muchos intelectuales, políticos, supuestos revolucionarios y oportunistas ideológicos incurrieron en las mayores atrocidades y genocidios de la historia (Guerras mundiales, el Holocausto, el Gulag soviético, etc.) en nombre de un futuro mejor. Para ello, se crearon movimientos y revoluciones como la lucha de clases sociales, la búsqueda por parte del nazismo de una raza perfecta, etc. Hoy por hoy, la gran mayoría de las personas ha llegado a la sana conclusión de que la perfección  no sólo es inalcanzable, sino que además no es deseable.

A partir de esta tesis, Valentí Puig repasa los conflictos más acuciantes de este comienzo de siglo. El emergente terrorismo islámico, las crispadas relaciones entre Oriente y Occidente o entre Europa y Estados Unidos, el problema de la emigración, los engaños del multiculturalismo, el papel de España en el marco europeo. Como epílogo, nos describe una propuesta de 100 pautas para entrar en el siglo XXI y con ellas, supuestamente, construir un futuro mejor.

En la presentación del libro, Valentí Puig señaló que esta obra "coincide con el pensamiento de Ortega, donde el mundo y el hombre son imperfectos, pero que no es motivo para la desesperanza ni la desilusión, sino  todo lo contrario, ya que nos permite ser más realistas y mas efectivos en las transformaciones de la sociedad".

En el mundo en que vivimos, Puig nos señala que ningún Estado plantea un modelo diferente de sociedad que no esté basado en los fundamentos del capitalismo, hasta China está abriendo las puertas al mercado. Aunque este proceso es cierto y muy positivo, nos sorprende que el autor no reconozca cómo las nuevas generaciones y los movimientos sociales empiezan a exigir una mayor responsabilidad y compromiso social por parte de los Gobiernos  que apoyan  una economía basada ciegamente en el mercado. En este sentido, hubiera sido interesante un análisis similar sobre las utopías no cumplidas por las teorías del capitalismo.

Un mundo multipolar
Valentí aboga por una idea de Europa  menos empírica y más pragmática. Aquí le damos la razón, pero nos llama la atención que, a la vez, el autor apoye un liderazgo efectivo de los Estados Unidos en el nuevo orden mundial. Desde nuestro punto de vista, ante el vacío del poder alternativo en el nuevo orden mundial, lo que hace Estados Unidos es imponer su orden.

Aunque en sus ensayos señala que la política exterior de los Estados Unidos debería ser más multilateralista en el futuro, el autor afirma  que "la seguridad de Europa es algo demasiado serio como para no compartirlo con los Estados Unidos" y "la unidad estratégica de Occidente es condición ‘sine qua non’ de supervivencia". Desde nuestro punto de vista, una Europa unida y fuerte en materia militar obligará a los Estados Unidos a gestionar una política exterior mucho más multilateral que sin la presencia de una Europa unida y con criterio independiente. Debemos apoyar la construcción de una Europa fuerte que sea capaz de elaborar una política exterior y militar común  desde donde  conquistar su propio espacio político.  Es imprescindible que exista un equilibro entre las distintas potencias de Occidente e involucrar a las organizaciones internacionales, como la ONU y la OTAN, en las crisis internacionales como elementos clave en ese mundo multipolar.

El peligro del multi-culturalismo
El autor nos ofrece una visión un tanto preocupante sobre el impacto de la inmigración en la cultura de los países receptores, dando a entender que el multiculturalismo es una ideología que relativiza el modelo occidental. Puig defiende que cada sociedad ha tenido siempre una cultura hegemónica que se debe mantener como marco de las reglas de juego de esa sociedad receptora. Admite que esa cultura hegemónica puede incorporar distintas aportaciones de las culturas de los inmigrantes, pero nunca reformarse en una nueva cultura, ni caer en igualitarismos o relativismos. En este contexto considera que la cultura occidental ha demostrado en repetidas ocasiones su "superioridad" frente a otras culturas en campos tan diversos como la medicina, las artes plásticas, la democracia como regla del Estado de derecho, etc. No deja de ser una postura egocentrista que no sólo limita la capacidad de entender los nuevos retos sobre cómo gestionar la diversidad, sino que además aporta unas soluciones que ya han fracasado en siglos  anteriores y han creado guerras y conflictos territoriales, dado que la base ideológica de esas soluciones es un supuesto  choque de civilizaciones. Al final de su discurso, Puig aboga por el pluralismo como solución a la diversidad cultural de las sociedades occidentales. En este sentido, las nuevas sociedades del siglo XXI deben entenderse como lugares de encuentro que busquen lo común, sin ahogar las peculiaridades; en otras palabras, evitar la creación de ghettos de cultura sin conexión alguna.

Terrorismo islámico
Esta es la parte del libro donde el autor descarga su visión ideológica y donde el paso del tiempo pondrá las cosas en su sitio. En el prólogo del libro, el autor indica que nota cómo por parte de la sociedad y del Gobierno hay  una cierta voluntad de ignorar que Al-Qaeda está aquí… Aunque deja claro que las Fuerzas de Seguridad del Estado están llevando a cabo todos los procesos necesarios para evitar un atentado similar al 11-M, deja caer entre líneas como si el Gobierno no estuviera actuando con responsabilidad y que "no le gusta mucho hablar de este tema".

Nos cuesta creer que el actual Gobierno no sea consciente de que Al.Qaeda es una amenaza permanente. Nadie en su sano juicio puede pensar que el cambio de Gobierno en las elecciones del pasado marzo y la retirada de las tropas españolas en Irak aportan a España un escudo frente a un nuevo ataque. No entendemos qué mensaje de miedo y/o alerta permanente desea que el nuevo Gobierno transmita al resto de la ciudadanía. Creemos que sería una grave irresponsabilidad social llevar a cabo una campaña de  alarma social sobre un posible futuro ataque terrorista sólo para escudarse políticamente.

La perversión del lenguaje
La perversión del lenguaje se está convirtiendo en algo habitual en los medios de comunicación y en ensayos que intentan descifrar y modelar el mañana. ¿Cuál es la responsabilidad de quienes han hecho del uso de la lengua su trabajo cotidiano (escritores, políticos, editores, periodistas y medios de comunicación)? Nos inquieta que un prólogo como "Al_Qaeda está aquí" y expresiones como "guerra preventiva", "inmigración legal" demuestren una vez más que detrás de cada una de estas palabras se esconde una ideología. Creemos que estos profesionales de la comunicación deben evitar que el error en el uso de unas determinadas palabras y términos los lleve a un error en el punto de vista sobre una determinada actuación política, social o económica. Así como Foucault se sintió capaz de invertir el axioma de Clausewitz para afirmar que "la política es la continuación de la guerra por otros medios", también parece posible afirmar que hoy algunos libros y ensayos sobre la actualidad son la continuación de la propaganda por otros medios.

Valentí Puig nos alerta en su libro de que los intelectuales están en declive por su pérdida de credibilidad. En la nueva sociedad de consumo, el papel de los intelectuales lo han asumido los profesionales de la comunicación. Puig afirma que «lo que por desgracia está apareciendo son los telepredicadores -advierte-, que simplifican y modulan el pensamiento de las nuevas masas, que a través del «zapping» conectan con el telepredicador». Detrás de cada uno de estos nuevos profesionales de la comunicación hay una manera de pensar y de actuar en nombre de una ideología y/o de un partido. ¿Imponen estos líderes de opinión su principio de qué es realidad y qué es falacia? "Piensa mal y acertarás", reza un refrán español, que parece representativo de muchos de estos últimos libros de ensayo y análisis de la actualidad.

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