04 agosto 2006

La narratividad digital ante la lecto-escritura esquizofrénica: un desplazamiento hermenéutico

Resumen:

El artículo plantea la aparición de un nuevo género periodístico en la prensa digital que convierte el texto en discurso, debido a la apropiación del mismo realizada por los comentarios "inmediatos". Estos nuevos lecto-escritores despliegan la intencionalidad del autor, desarrollando exploraciones del contexto y el paratexto.  Los nuevos textos se convierten en parte del  original, dando lugar a una lecto-escritura esquizofrénica, donde el periodista es sometido a una disociación entre lo que dijo y lo que los lecto-escritores piensan que dijo.

Los nuevos lectores, ven convertido el texto original en sólo el preámbulo de los comentarios – la lectura más apasionante – que desplazan el sentido original, lo obvian o lo despliegan en infinitas posibilidades.  El productor original es deglutido y termina convertido en un lecto-escritor más que lucha por imponer un sentido a su propio texto.

Introducción

La reflexión de este artículo no se basa en la edición digital de los diarios tradicionales sino en el análisis de la aparición de nuevos informativos exclusivamente on-line conectados con blogs que cuentan con un acceso masivo y diario de lectores. Tampoco está asentada nuestra reflexión en un análisis cuantitativo o crítico de los textos, sino en una meditación sobre lecturas cualitativas de diversos medios on-line contrastadas con maestros de la retórica (Spang, 2005) y la narratividad (Martínez, 2001). El objetivo del estudio es comprender los cambios textuales y para-textuales que están ocurriendo en estos nuevos medios digitales y que pueden afectar al tipo de construcción mental y estrategias que los lectores adoptan frente a la noticia y su recepción.

La etapa primaria de la traslación de textos periodísticos a Internet, que señalaban Roger Chartier (Chartier, 2000) y Robert Darton (Darton, 1996, 39-63), comienza a superarse por la simple razón expresada en la máxima ya clásica de ‘el medio es el mensaje’. La continuidad de formas y estrategias derivadas de prensa impresa tradicional ha chocado con la evidencia de un soporte que las contradice profundamente.

Esto no ha sido un fenómeno exclusivo de la relación de los medios tradicionales con Internet sino que también se ha visto afectado por los problemas internos de estos medios. La inutilidad de los primeros intentos de traslación pura y simple ha ido ligada a la dinámica interna de la industria cultural basada en el papel afectada por nuevos fenómenos como la prensa gratuita impresa (que está produciendo una activa confusión de los géneros y los registros en ambos campos, el virtual y el de ‘las moléculas’, como señalaría Negroponte).

Se ha expresado en este sentido la misma evolución técnica (o interna a la industria cultural) que se produjo con la aparición de la imprenta[1] considerada al principio como una ‘simple reproducción técnica de lo escrito’ sin calcular el cambio de mentalidades que iba a suponer en la Europa moderna.

El paso de los manuscritos medievales al nuevo medio sin cambios – es decir, ocupando los márgenes completos de la página, sin títulos ni división en capítulos – se reveló insostenible desde el principio. Según Robert Darton (Darton, 1995, 5-17) la aparición de la letra itálica y los cambios de la paginación permitieron una lectura adecuada al nuevo soporte pero también una diferente apropiación del texto por parte de un público lector más amplio. Al mismo tiempo, aparecieron nuevos productos impresos de carácter ‘popular’ con cuerpo de letra mayor, división en múltiples apartados, destacados y negritas, que respondían a capacidades menores de lectura y comprensión. Esto favoreció  la expansión de la lectura y de los productos impresos pero determinó también un cambio de mentalidad en la organización del saber. El resultado fue un nuevo espacio de opinión pública que remodeló toda la sociedad occidental[2].

¿Está sucediendo ahora mismo con la prensa digital y el fenómeno blog, este proceso de ampliación de los lectores, cambios de forma y contenidos, e inclusión de capacidades más amplias gracias al nuevo periodismo digital?

Sí y no.

No porque la sociabilidad que provocó la primera época de la imprenta no se da en este nuevo medio digital. Se necesitan unas capacidades previas de lectura para acceder a los diarios y blogs digitales ya que se trata de lectores ‘hábiles’ en las nuevas tecnologías y la navegación por Internet. Ni encontramos un público al que se busca mediante los vendedores ambulantes – fundamentales en la expansión de los productos impresos baratos de la primera época de la imprenta -, ni es habitual la ‘lectura en voz alta’, que fue fundamental en este proceso. El lector de diarios no impresos, aunque comente posteriormente lo leído, es un lector silencioso y podríamos decir ‘aislado’ en la soledad de su lectura frente al ordenador.

Sí porque se encuentran formas inéditas de lectura en este nuevo periodismo digital que aumentan la capacidad de apropiación de los textos que ofrecía la imprenta. Se implementan las posibilidades de comentar, acotar y transformar el texto; de reenviarlo, copiarlo, diseccionarlo e, incluso, deformarlo extrayendo exclusivamente aquello conveniente al lector y obviando las partes que no son consideradas pertinentes. La sociabilidad es diferente pero también se implementa al ‘reenviar’ el lector aquellos textos o trozos de texto que considera adecuados, ejerciendo una función inédita de ‘seleccionador’ de lecturas. No existe, o casi no existe, la lectura pública de los textos on-line, pero si se desarrolla una dinámica y efectiva lectura compartida de trozos escogidos.

2.      Qué textos, qué público

Los textos elegidos en este estudio para la reflexión son los producidos por los diarios digitales exclusivamente on-line, aunque su efecto está contaminando positivamente las versiones digitales de los diarios tradicionales, y el nuevo ‘periodismo ciudadano’ de los websblogs o blogs. Es difícil ya distinguir estos tres campos (diarios on-line, versión digital de diarios tradicionales y weblosgs) como espacios independientes.

Los textos de estos diarios on-line sufren en primer lugar, una considerable reducción de tamaño aparte de situar el texto, siguiendo normas elementales de usabilidad, en el centro de la pantalla. El registro deja de ser formal en muchos casos y rompe con el lenguaje estándar para situarse en el marco coloquial, aunque con extraños y anárquicos matices ‘cultos’ propios de lenguajes especializados (sobre todo en los artículos realizados por profesionales). Más que situar exclusivamente el nuevo formato en un registro determinado habría que hablar de una pluriformidad de registros. Pero, en general, parece haber desaparecido o haberse diluido la frontera que marcaba la diferencia entre la espontaneidad de lo oral y la planificación de los escrito.

Lo fundamental del nuevo género informativo-opinativo es la capacidad de síntesis que logra. La eficacia de un texto on-line depende de esta habilidad y el efecto de respuesta, en los comentarios, será mayor cuanto más reducido y concreto sea el contenido. Se eliminan detalles, descripciones y matices para centrarse de manera directa en un punto único. No se trata de un texto generalista o con pretensiones explicativas totalizadoras sino, al contrario, de un texto centrado en un aspecto único, incluso anecdótico, de una gran noticia de interés general. Es decir, se focaliza para lograr una intensidad en el mensaje y se supone que el lector ya está al tanto de la noticia con lo que abundan los sobreentendidos, alusiones, menciones, insinuaciones y  sugerencias.

Por lo tanto, el texto cambia. Ya no explica “algo nuevo” sino un “aspecto nuevo” de un tema que interesa conjuntamente al autor de la noticia y al conjunto de lectores y  lecto-escritores. El fabricante de opinión baja de su estatus de constructor de la noticia, de especialista en comunicación, para convertirse en un opinante más, ‘el primus inter pares’ del conjunto. Desaparecen peligrosamente los últimos filtros que situaban al comunicador como profesional en un escalón superior al de su público.

El lector de diarios digitales y el lector ocasional de blogs es también diferente. Se trata de una parte del grupo de lectores de diarios o incluso claramente de profesionales de los mismos, ya hábil en este tipo de lectura, o de un lector inédito que es hábil en el manejo de las herramientas informáticas pero inhábil en los mecanismos habituales de la prensa de opinión.  Sus intereses son también variados  y, sobre todo, erráticos. Su fidelidad absolutamente circunstancial. Su libertad mayor, ya que puede intervenir en el texto de la noticia a través de los comentarios, transformándose en la nueva categoría de lecto-escritor.

3.      Reflexión hermenéutica

Es necesario interpretar el nuevo fenómeno con adecuadas herramientas teóricas pero no sirven exclusivamente las metodologías tradicionales de la pragmática que sólo nos aclararían las reglas prácticas que se desarrollan, ni tampoco es excesivamente útil el análisis retoricista que nos desvelaría la sofística de todo este montaje.

Es preciso ‘interpretar’ los nuevos contenidos de los medios en el sentido de la reflexión hermenéutica practicada por Paul Ricoeur, ya que el ‘texto digital’ precisamente se presenta y se representa para “ser interpretado”. Lo fundamental es que, en los comentarios, el texto nuclear u original tenga una respuesta de lecto-escritores que lo interpreten. Esa es la base de su éxito’ y el objetivo para el que está escrito. Es decir, existe y es escrito, para ser ‘interpretado’ (es el uno mismo en tanto que otro) (Ricoeur, 1990). Una relectura de los tres volúmenes de Tiempo y narración (Ricouer, 2005) nos permitiría comprender mejor esa tensión de la nueva narrativa y sus metáforas, de la misma forma que una lectura de Caminos del reconocimiento (Ricouer, 2005) nos permitiría comprender este doble personaje que anida en el fabricante del blog: el comunicador y el actor que representa un comunicador. 

El nuevo género transforma el texto en discurso. Este desplazamiento está provocado por la  apropiación del mismo realizada por los comentarios "inmediatos"  (redactados por los “ciudadanos lectores”, a los que preferimos definir de ahora en adelante como los lecto-escritores) del mismo que despliegan la intencionalidad implícita o explícita del autor, convirtiendo sus intervenciones en exploraciones del paratexto – en el sentido de Gerard Genette (Genette, 1987, 1978) y el contexto.

Hasta ahora habíamos estudiado la apropiación y la recepción del texto. Habíamos estudiado el paratexto y el contexto en lo público y lo privado (Wegman, 1994); la formación de las mentalidades por la argumentación discursiva (Shi-Xu, 1992); habíamos analizado lo implícito y lo explícito del discurso (Lison, 1991); el control del poder académico (Fairclough, 1993) o político (Lerman, 1983) sobre el discurso; el análisis del discurso como elemento de poder (Van Dijk, 1988); incluso, habíamos deconstruido el discurso.

Esto había dado lugar a escuelas diferentes e incluso contrarias que caminaban hacia interpretaciones diferentes y producían bibliografías distintas, con vocabularios específicos, en medio de ese amplio mar de los sargazos que es el campo de los estudios culturales y de los análisis críticos del discurso. Toda esta Babilonia cultural se encuentra ahora un tanto descolocada ante los nuevos medios on-line o prefiere ignorarlos altivamente.

El texto que es incontestable es el texto del blog personal que sólo puede tener una apropiación judicial por parte del lector al estilo que Foucault nos planteaba (Foucault, 1983). Pero, este diario personal ha sido superado por las circunstancias.

Ahora nos encontramos ante la oferta de un texto móvil y fragmentario que, con el hilo de una temática transversal, parte de un hito, el texto original o nuclear, para acabar convirtiéndose en un texto ‘río’, un texto ‘culebra’, un texto que se estructura como un magma foucaultiano (Foucault, 1983), un nuevo género que traspasa el límite estricto del blog o de la noticia en la nueva prensa digital para convertirse en propiedad del lecto-escritor o, mejor dicho, en propiedad de la anónima y fluctuante comunidad de lecto-escritores.

La retórica nos sirve para analizar el texto original o nuclear, pero nos deja desnudos, como el rey del cuento,  ante el discurso culebra que provoca.

¿Cómo estudiamos los textos derivados que se insertan en ‘comentarios’ al texto y que son realizados por esta nueva categoría de lecto-escritores?

¿Qué nexo conserva el texto-culebra de los lecto-escritores con el texto nuclear u original?

4.      La apropiación del texto original o nuclear

La apropiación es la característica de cualquier lectura, independientemente de la intencionalidad del autor. De la apropiación no se salvan ni los textos académicos ni los religiosos aunque, en ambos casos, funcionen mecanismos represores que reservan la ‘buena interpretación/apropiación a los especialistas, convirtiendo en herejes o extra-académicos a los rebeldes al sistema.

La lectura on-line permite una apropiación más amplia hasta hacer desaparecer la propiedad de la obra e, incluso, al propio ‘autor’. La apropiación del texto on-line se completa con la posibilidad real de convertirse en productor del texto mismo, que es la función fundamental inédita de la nueva figura del lecto-escritor. El comentario situado en la parte inferior de los artículos de la prensa digital y de los blogs ya no es una simple carta del lector, a pesar de que muchos diarios digitales les siguen dando esta consideración. El comentario es un texto en sí mismo, dependiente del texto nuclear en la cadena de las diferentes intervenciones, pero autónomo en su identidad de opinión.

La apropiación del lecto-escritor puede derivar en:

a)     Un comentario simple del texto nuclear.

b)     Un comentario del tema tratado en el texto nuclear, incluso obviando la información del autor lo que lo convierte, en realidad, en un segundo texto.

c)      Un comentario de otro texto de lecto-escritor que comenta el texto nuclear o el tema tratado por el autor primordial.

d)     Una respuesta a una respuesta de su primer comentario con lo que el lecto-escritor se sitúa en la categoría de ‘autor’ ofendido.

e)     Una aclaración sobre un comentario suyo anterior lo que ya completa la ‘impostura’ de autor que ha asumido.

El resultado de este conjunto no es una red arborícola como sería lo lógico en una conversación normal en grupo sino una cadena de intervenciones diversas que se alimentan y retroalimentan. Esta relación interna de la culebra textual se comporta  de forma anárquica aparentemente, pero mantiene una columna transversal que mantiene el sentido en la mayoría de los casos. De forma parecida a la ocupación de una pared por los grafiteros, el resultado salvaguarda una extraña e inquietante coherencia.

La apropiación se completa con la formación de auténticos clubs no formalizados de lecto-escritores que frecuentan una determinada sección del diario digital. Esta apropiación puede convertirse en asesina ya que los nuevos lectores y posibles lecto-escritores pueden sentirse expulsados por la familiaridad de los participantes.  Finalmente, reducidos a sí mismos, el club convertido en secta, desaparece.

La otra posibilidad destructiva resulta de la entrada en acción de reventadores, agitadores o activistas que sólo pretenden insultar a los participantes y al autor de los textos con la pretensión de colapsar el medio. Estas acciones, aunque habituales resultan tan esporádicas como los actos terroristas y, lo mismo que estos, refuerzan finalmente el sistema. 

La apropiación de obras artísticas de la literatura – y, posteriormente, de productos cinematográficos -, ha sido una parte fundamental del trabajo académico. Es la apropiación que realiza Slavos Zizek[3] (Zizek, 2005) de los films para interpretarlos como expresión de las luchas ideológicas de la modernidad. La legitimidad de esta apropiación se basa en que, estos films, que son analizados independientemente de su autor y director, convirtiéndose en la exposición de una introspección en un tema de debate (la justificación es que, si no fuera así, no serían obras de consumo de la industria cultural).

El interpretador – en este caso, Slavos Zizej -, se sitúa a camino entre la apropiación normal de cualquier espectador y el análisis del académico que revierte sobre la sociedad capitalista de principios de milenio. Pero practica una hermenéutica extraña de estos textos bíblicos modernos ya que la elección ni se rige por la calidad de las obras ni por la elección del público (que primaría a Matrix) o de films de culto (que primaría a Kieslowsky). En realidad se trata de una elección absolutamente personal, como la de cualquier crítico. Es la filmografía elegida por Zizej, no la filmografía total, lo que de todas maneras sería imposible, la que importa a este autor.

Del mismo modo, la apropiación de los textos por los lecto escritores no tiene como pretensión una crítica del mismo. En  ese caso, se insulta o se alaba al autor directamente por la elección del tema o por el contenido del artículo. La apropiación se realiza fundamental y primordialmente de forma tematizante y desencadena el comentario más allá del autor hacia las fuentes originales de lo que ha pretendido describir o descubrir.

El problema se encuentra en la apropiación indebida y, por tanto, desreglamentada. Ante la primera industria cultural, la reacción del poder fue la censura directa e indirecta. La persecución de escritores, impresores y libreros fue inmediata y siguió el ritmo expansivo de la producción de obras populares.  El éxito de estos productos baratos alarmó al poder que obligaba a escribir en latín sobre ciertos temas (de teología y ciencia) o prohibía directamente otros. En el mundo católico, se desarrolló la persecución de los índices eclesiásticos, coordinada con la acción civil contra los impresores y libreros que produjo las primeras condenas a muerte en los años veinte del siglo XVII en Francia.

La censura actual planea sobre este aspecto y ya ha sido adoptada en ciertos diarios emblemáticos que se ven asaltados por pesados habituales o por una campaña que supera sus posibilidades de aguante. El Washington Post ha decidido el 20 de enero de 2006 cerrar el apartado de comentario a uno de sus blogs más leídos, el postblog. La decisión del gestor Jim Brady se justifica en los ataques a la ombusdam, defensora del lector del periódico, Deborah Hoveles. Los comentarios obscenos y repetidos contra la defensora se encuentran en la base de la censura.

Los mejor de los sistemas técnicos de ‘cortafuegos’ – como se les llama eufemísticamente – están funcionando también con la inclusión de términos y frases prohibidos. La posibilidad de eliminar cartas de un autor concreto o filtrar las ya recibidas, instaura el derecho de admisión en el club de opinión, lo que también se ejerce sobre ciertos ‘pesados’ habituales cuyo correo es rechazado. 

Estos no son más que síntomas perversos de la apropiación de un texto que ahora puede ser copiado, cortado, transportado, almacenado, transformado, alterado,… Ni los sueños más fantásticos de Walter Benjamín sobre la industria cultural de la reproducción mecánica de lo escrito llegaron a tanto.

5.      Traslación de sentido

Pero, volvamos a la dinámica de la relación texto del autor y discurso provocado por los lecto-escritores.

Los nuevos textos de estos lecto-escritores no son independientes. Su autonomía no alcanza más allá de una unidad de sentido particular que le da el posible título o la firma – sea real o normalmente un seudónimo -. Los nuevos textos se convierten en parte de un producto diferente: el discurso resultante se convierte de nuevo en texto que puede ser comentado, total o fragmentariamente, produciendo a su vez un nuevo discurso en una cadena persistente y dinámica.

Este desarrollo creativo sigue las reglas de todo proceso dialéctico (vulgarmente, tesis-antitesis-síntesis) aunque sin ninguna coherencia académica. Los nuevos textos se convierten en parte del texto original – ahora, discurso río -, dando lugar en el crisol de la polémica a una lecto-escritura esquizofrénica. Esto cambia las coordenadas de análisis sociológico de los textos que nos planteaba McKenzie (McKenzie, 1985). La esquizofrenia se realiza entre ‘el decir’ y ‘lo dicho’, que se ha independizado del acto volitivo de decir (Ducrot, 1984, 1988).

El carácter esquizoide viene determinado por que el profesional de la comunicación es sometido a una disociación entre lo que dijo y lo que los lecto-escritores piensan que dijo. Se trataría de una duda existencial al estilo Cioran si no fuera porque el autor tiene la comprobación directa de que su esquizofrenia es cierta. Su soledad acompañada se acentúa cuando comprende que ‘nadie le hace caso’ por hacerle demasiado caso o se convierte en uno más de los que interviene para comentar su propio texto original, para intentar a veces desesperadamente, volver al camino del sentido original. 

La traslación (Dobrzynska,1995) es como la traducción traicionada (traduttore traditore) o el tema recreado de forma obsesiva en el film “Lost in translation” (precisamente, un ejemplo de soledad cercana a la esquizofrenia provocada por la traducción imposible o la cerrazón del protagonista a la traducción). Aparentemente nos encontramos ante una continuidad del texto original o nuclear pero la apropiación ha provocado cambios de sentido fundamentales. ¿Siente el autor que el texto se ha escapado de sus manos, que se ha convertido en un simple animador de grupo o, peor, en un tutor de un psicodrama de alienados que hablan a gritos de su esquizofrenia?

La idea de grito es primordial para entender el nuevo medio aunque de momento no emita sonidos. El texto nuclear u original se asemeja al cuadro de Munch, “El grito”, una de las obras de arte más perseguidas mito-maniáticamente para ser robadas y apropiadas por los espectadores. El conjunto resultante, sin embargo, se parece a las obras de Sade realizadas en el manicomio de  Charenton. En este sentido, Cioran estaría de acuerdo: no hay nada peor que estar, al mismo tiempo, absolutamente solo y totalmente acompañado.

El texto se ha transformado en discurso, el autor ha desaparecido. O, mejor dicho, la obra del autor se ha convertido en la levadura del pan o la esencia del soufflé. En ambos casos, la obra original desaparece de la vista en el contenido.

       6.      Un nuevo texto o el ave fénix

Pero, los lecto-escritores no están solos. Se encuentran acompañados de los lectores que van conectándose y desconectándose al periódico digital o al blog para leer su contenido. Partamos de la existencia de un grupo, mayoritario, de lectores ingenuos y tradicionales que sólo desean saber lo que el titular les anunciaba como gancho. Son lectores que han seguido los caminos del hipertexto y llegan al ágora final.

Para estos nuevos lectores, el texto original se ha convertido en sólo el preámbulo de los comentarios – la lectura más apasionante, en muchos casos ya que el texto nuclear sólo inicia el tema –  que desplazan el sentido original, lo obvian o lo despliegan en infinitas posibilidades.

¿Por qué resultan más atrayentes o más irritantes, si la noticia es polémica, estos comentaristas improvisados?

Por que ellos dicen lo que el autor insinuaba, lo que el autor ocultaba o lo que el autor ni siquiera imaginaba que podía deducirse de su texto original transformado ahora en discurso río o discurso culebra. Los lecto-escritores se han lanzado a bucear o explorar todo el contexto de la noticia, creando un paratexto inédito que, a su vez, provoca nuevas exploraciones. Su aventura nos lleva a extremos del planeta de la noticia inimaginables.

Y esta es la clave: el ave fénix renace de las cenizas de una hoguera de diálogos confrontados y, como es natural en el mito, renace renovada. No se trata de un genial descubrimiento, una nueva entidad sino de la metamorfosis de la precedente, del mismo tema elegido por el autor original pero, ahora, mostrado como una criatura nueva. Se ha renovado, ha perdido el aroma cotidiano para adquirir el aura de lo trascendental. El tema sigue siendo el mismo y permite que el productor original continúe su trabajo en la siguiente edición digital. Sólo tiene que aportar un nuevo matiz de la noticia para provocar de nuevo el interés, la intervención y la hoguera creadora del fénix.

El interés, por tanto de los editores de diarios digitales, es simplemente insertarse en la cadena polémica de la actualidad – política, social, económica o profesional -, para convertirse en diarios de referencia. Allí encuentran y pescan hábilmente a los lecto-escritores, trabajadores gratuitos del diario, con su cancha de disputa y a los lectores tradicionales, aunque siempre sometidos a la tentación de la lecto-escritura, que encuentran una serie de temáticas de opinión sobre la actualidad que les sorprenden, les animan o les irritan.

      7.      La muerte triunfante del fabricante de opinión

¿Se trata de un drama terrible para el autor?

¿El productor original es deglutido canibalísticamente en la operación y termina convertido en un lectoescritor más que lucha por imponer un sentido a su propio texto?

Puede ser en el caso de algunos blogs y responde a un viejo drama de la relación entre el autor y su obra, rebelión incluida de sus criaturas, que describió ya Miguel de Unamuno en la novela Niebla. Este drama, que llevó desde el principio – como en La Celestina -, a incluir prólogos del autor a sus obras para ‘que fueran bien interpretadas’, se ha revelado de un fracaso absoluto.

Esta muerte dramatizada del fabricante de opinión en la prensa digital y el blog es creativa y sigue dándole el poder de controlar el decurso de los acontecimientos. Realizando una metáfora deportiva, ha pasado de practicar la equitación a especializarse en surfing, de controlar y domar el caballo de la noticia a dejarse llevar por las olas hasta la lejana e imposible playa. Incluso, puede llegar a fabricar la noticia (inventarse un tsunami) como había realizado antes, si la inserta adecuadamente en un tema polémico. 

Las características fundamentales del fabricante de opinión, su manejo de la retórica para seducir y manipular (Tevtan, 1993), lo siguen colocando como director de orquesta de ese fantasma llamado opinión pública (Perceval, 2003) – inventado por los que forman y conforman la propia opinión pública pero situado exteriormente como un anónimo determinante de sus opiniones -.

La diferencia dentro del espacio digital – que es un no-espacio -, se encuentra en que ya no es el director uniformado del circo del espectáculo de la noticia, ya no se dirigen los focos hacia él cuando anuncia la salida de los leones. Ahora está dentro de la jaula y se deja comer alegremente por ellos para que el espectáculo continúe.

Bibliografía

 
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[1] Para un mayor desarrollo de este tema ver Chartier, 2001.

[2] Sobre este aspecto ver la introducción de Perceval, 2003.

[3] Los planteamientos teóricos de este análisis se encuentran en The Fright of Real Tears. The uses and Misuses of Lacan in Film Theory, 2001.

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