19 enero 2007

Historiae Naturalis: taxidermias

Con motivo de Fotoencuentros 2007 (Murcia), Luis Castelo presenta su nueva colección de fotografías Historiae Naturalis: taxidermias en la sala Puertas de Castilla (Av. Miguel de Cervantes) hasta el 18 de febrero.
Para todos aquellos lectores que no conozcan la obra de Luis Castelo, os recomendamos leer el texto que ha sido elaborado por el propio autor para ayudarnos a entender mejor su trayectoria.
Luis Castelo
Comencé a ayudar desde muy pequeño en el taller familiar de mi padre, que era taxidermista. Era como un juego. Me encantaba ver a los animales por dentro y hacer experimentos con ellos. Ya de estudiante seguí trabajando a ratos con mi padre disecando animales y, de este modo, sacaba algún dinero para mis aficiones. Esta inclinación me debería de haber llevado de forma natural hacia la biología o hacia la taxidermia.
Sin embargo, sentía una contradicción interna entre mi amor por los animales y la Naturaleza, y el trabajar con ellos como trofeos de caza. Esto fue lo que me hizo abandonar el trabajo familiar y dedicarme a las bellas artes, primero a la escultura, y finalmente, en especial, a la fotografía.
Pero el olvido de los animales fue ficticio y momentáneo. Las vivencias de la infancia acaban aflorando tarde o temprano. Curiosamente, nunca me interesó hacer fotografía de naturaleza. Mi dedicación se orientó más hacia la fotografía experimental. Después de varios años, entre 1982 y 1994, haciendo fotografía (fotoquímica) de desnudos y diarios fotográficos, empecé a familiarizarme con los ordenadores y las tecnologías digitales. Por otro lado éstas se habían ido haciendo realmente asequibles para todos los bolsillos. Comencé a utilizar ordenadores en la Universidad, y fue allí donde hice algunas de mis primeras imágenes digitales. En 1997 me dieron el segundo premio del Art Space In Information Times del International Computer Show en Pekín, lo que significó el empujón definitivo.
La imagen sin cámara: el escáner
Seguí durante bastante tiempo con la idea del animal dándome vueltas en la cabeza, pero no encontraba la herramienta adecuada. Finalmente un día empecé a «jugar» con el escáner plano, y fue entonces cuando descubrí, de forma casual, sus posibilidades.
El escáner genera una imagen muy especial. Es muy realista, pero de una manera ambigua, pues al observarla con más atención se descubre que no es el tipo de fotografía que de entrada parece ser. Al haber descartado el objetivo de la cámara, la perspectiva que posee es muy particular, y en conjunto se asemeja más al fotograma tradicional y a la fotocopia que a la imagen obtenida mediante una óptica fotográfica.
Además aparece una serie de contradicciones a partir de los elementos ajenos a la fotografía, que consisten en ruidos tecnológicos propios del escáner. Por ejemplo, el rastro de los animales que están moviéndose mientras los escaneo, una perspectiva no-cónica, una exigua profundidad de campo, o una iluminación extraña a la fotografía. El hecho de que la imagen se genere a través de un barrido, y no de un solo golpe y en un solo instante, al modo de la fotografía, también provoca efectos singulares, como estelas y corrimientos.
Con el escáner trabajo como si de un plató se tratase. Utilizo elementos –insectos, plantas, piedras– que coloco de una forma determinada e ilumino, a continuación hago una previsualización, y compruebo si los resultados se ajustan a mis intereses. Para obtener el tipo de imagen que busco empleo sobre el escáner fuentes luminosas alternativas, y también espejos. Estos Digitogramas se convierten en huellas directas del objeto obtenidos sobre este nuevo material fotosensible que es el CCD.


Puesta en escena
La presentación tan formal y estructurada que empleo tiene que ver con lo que Huygens dijo acerca de que los artistas debían representar minuciosamente lo que los científicos descubrieran en sus microscopios. El mundo animal ejerce para mi una gran fascinación justo cuando estamos viviendo en un mundo cada vez más tecnificado e informatizado y, al mismo tiempo, más alejado del entorno natural. Esta tecnología ofrece la sistematización, el control, el archivo y la clasificación de maneras que no hubieran podido soñar en los tiempos del auge del cientifismo en Europa.

Clasificar y ordenar es propio del mundo científico y de los científicos, y sirve para conocer. El hombre tiene la necesidad de ordenar el caos, ordenar lo aparentemente caótico para su estructura mental. Colocando un ser vivo sobre un medio extraño aumentamos nuestra atención sobre el mismo, y nos vemos obligados a observarlo aislado de su entorno natural. Podemos diseccionarlo, disecarlo, paralizarlo para verlo sin causarle ningún daño. En su medio los animales son fugaces y esquivos, y tenemos imágenes preconcebidas de ellos que por lo general son aterradoras y monstruosas. Así, descontextualizándolos, los podemos asumir.
Luego está la repetición seriada, que nos ofrece una visión en diferentes tiempos. En algunos casos existe en ella un comienzo y un final, pero en otros casos es algo cíclico que no tiene ni principio ni fin. La seriación es repetición, y alberga el sentido científico que posee la recogida de muestras de un laboratorio Todos estos seres están incrustados en un formato simétrico, idéntico a ellos e idéntico a la propia Naturaleza.

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