12 mayo 2008

Descubriendo a Clara Janés

Uno de los mejores recuerdos que nos trajimos de nuestro viaje a Praga con motivo de la Feria del Libro fue conocer, charlar y, sobre todo, escuchar a Clara Janés, un auténtico poder magnético envuelto en la más absoluta sencillez. Porque, como gran dama de la poesía que es, uno se imagina otro tipo de persona. Pero no. Clara es auténtica, accesible y cercana, de mirada limpia y gesto y palabra siempre amables, con esa humildad que tienen los verdaderamente grandes que les impide ocultar el rubor de sus mejillas al oír un elogio hacia su trabajo.
Conocíamos su obra, cómo no, pero escuchada de sus labios al tiempo que recreaba sus propias anécdotas, era mucho más. Durante una velada poética celebrada en el mítico Café Viola, Clara nos leyó sus poemas, pero antes nos contó el origen de esos poemas, su historia, sus sentimientos en prosa, transportándose, y a nosotros con ella, a una Praga anterior, de hace mucho tiempo, desnudando sus sentimientos y descubriéndonos su valentía disfrazada de una abrumadora fragilidad.
A nuestro regreso a Madrid, nos faltó tiempo para adquirir su último libro La indetenible quietud (Editorial Siruela), aunque no en el tiempo, pues como toda su obra tiene su historia detrás. Durante la exposición antológica de Eduardo Chillida que tuvo lugar en Madrid en 1973, Clara Janés queda impresionada con una pequeña pieza en alabastro y comienza a visitar reiteradamente la galería para volver a ver la pieza ante “una necesidad de incorporarla a través de la mirada”. Tras conocer al autor e iniciar unas conversaciones en torno a la creación artística que durarían eternamente, Chillida propone a Clara hacer juntos un libro. Tendrían que transcurrir diecinueve años hablando del libro para que, en 1998, apareciera La indetenible quietud. Clara justificaría esos diecinueve años de amistad con Chillida como necesarios para entender, más allá de la obra, la propia esencia de su arte.


De esta obra se hizo una tirada de cien ejemplares numerados con 32 poemas de Clara Janés y 6 grabados de Eduardo Chillida, una verdadera joya a la que muy pocos tuvieron acceso. Ahora, Clara ha decidido añadir a la edición que acaba de publicarse, y donde aparecen los 32 poemas y las reproducciones de los grabados de Chillida, algunos de los artículos que escribió sobre el artista, así como la entrevista que le hizo, dos de sus cartas y otros poemas. Ha titulado a este conjunto Sondas al Infinito, y ha sido publicado, manteniendo el título de La indetenible quietud, por Ediciones Siruela.
No podemos resistirnos. Aquí va uno de nuestros poemas favoritos:
No hay hilo que descifre
el laberinto del mar,
que no es trayecto el mar;
que esbozo es de lo invisible el mar,
condensaciones, tendencias;
que siempre es pasado el mar,
origen, materia madre,
sin forma, sin sombra, el mar;
que es deseo puro el mar,
pura posibilidad.

Un bellísimo libro para leer, releer y pensar, aunque nosotros siempre nos quedaremos con los momentos vividos junto a Clara Janés.
Texto y Foto: Iñaki Saldaña

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