12 mayo 2009

Libros impresos. Verdaderas víctimas de los piratas

Ayer publicaba el New York Times una nueva noticia a propósito de la piratería en la edición digital, en realidad por la falta de ediciones digitales, de ahí el titular de este post. Cuenta dicho artículo que Ursula K. Le Guin, la escritora de ciencia ficción, encontró en Scribd copias digitales de algunos libros que le eran muy familiares. Llegó a un acuerdo con ellos para dejar libre una de sus obras más conocidas «The Left Hand of Darkness«. Quizá no le quedase más remedio, debió pensar, porque su primer razonamiento fue: «¿Por qué piensan que pueden violar mis derechos de autor y salirse con la suya?». Ni la Sra. Le Guin ni su editor habían autorizado la edición electrónica.

Desde hace tiempo corren copias piratas digitales de “Harry Potter” o los últimos éxitos de Stephen King o John Grisham, un claro marcador, por cierto, de por dónde van a ir -y ya lo están haciendo- las mayores ventas de la edición digital. Algunos editores dicen que el problema ha crecido en los últimos meses, dando lugar a una cosecha extraordinaria de ediciones piratas en sitios Web como Scribd y Wattpad, y en los servicios de intercambio de archivos como RapidShare y MediaFire.
Scribd y sitios como Wattpad, que invitan a los usuarios cargar documentos como tesis universitarias y novelas de autopublicación, han sido el blanco de todas las quejas del sector editorial en las últimas semanas. Por su parte, Trip Adler, director ejecutivo de Scribd, afirma que las ediciones no autorizadas sólo representan una pequeña fracción del contenido del sitio. Ambos sitios dicen retirar inmediatamente los libros una vez notificada la ilegalidad de las copias (recordemos que son los usuarios quienes suben o cuelgan los contenidos). A su vez han instalado filtros para identificar el trabajo protegido por derechos de autor cuando están subiendo los contenidos. Según el Sr. Adler están trabajando muy duro para mantener los contenidos no autorizados fuera de su plataforma.
Algunos editores se niegan a hablar del tema precisamente por temor a que dicha información pudiera servir de inspiración a más “robos”. Por ahora, la piratería de libros electrónicos no parece tan generalizada como la que golpeó al mundo de la música, cuando los servicios de intercambio de archivos como Napster amenazó con echar abajo toda la industria.
Hasta hace poco, los editores de libros se creían relativamente a salvo de la piratería. Ahora, con la producción de los editores más ediciones digitales, es potencialmente más fácil para los piratas informáticos copiar los archivos. Y la creciente popularidad de los dispositivos de lectura electrónica como el Kindle de Amazon o el Reader de Sony hace también más fácil querer leer en formato digital. Muchas de las ediciones no autorizadas en formato PDF pueden ser enviadas por correo electrónico a un Kindle o el dispositivo de Sony.
No obstante, algunos autores no temen en absoluto la posible piratería digital, y ven en ello un medio para descubrir nuevos autores o ganar nuevos lectores. Cory Doctorow, también novelista de ciencia ficción, cuya novela «Little Brother» ha estado siete semanas en las listas de libros más vendidos del New York Times, ofrece versiones electrónicas de sus libros desde su propia web en el mismo día en que se publican en tapa dura. Este autor piensa que las versiones libres, incluso las no autorizadas, pueden atraer a nuevos lectores. Posiblemente, ha sabido entender mejor los cambios y ventajas de la Red.
En el reciente foro de Publidisa, una de las conclusiones parecía ser evidente –aparte del debate DRM sí o DRM no-: si un lector quiere un libro en su versión digital y no lo encuentra en la web de la editorial o en cualquier otra librería electrónica, va acudir a las versiones ilegales. Aquellas editoriales que sepan entender que la gente prefiere comprar algo legítimo y bien editado, que pueda reclamar, que pueda conseguir una actualización y que pueda adquirir un servicio posventa a un precio razonable, saldrán adelante. Porque si lo que ofrecen es el mismo precio que en el papel y, además existe la copia pirata, se la bajarán. Es a los autores y editores a quienes les corresponde ofrecer el servicio y el contenido legal. Ya tienen los títulos, la plataforma, ¿por qué dejarles a otros lo que les corresponde? ¿Por qué no ganar tiempo – y dinero?

3 Responses

  1. Hola Javier,
    Es evidente que el modelo editorial está caduco, al igual que lo está desde hace tiempo el de la música.
    En el caso de la música, hay empresas que se han dado cuenta de donde podían darle valor al usuario, ofreciéndole lo que busca, como es el caso de Apple con iTunes y el éxito ha sido abrumador.
    Lo mismo debe llegar al mundo editorial. Con el tiempo que hace que pueden leerse libros digitales en dispositivos de bolsillo (yo llevo usándolos desde 1997) y solo en raras excepciones puedes encontrar lo que buscas en formato e-book.
    El caso más especial que recuerdo es el de Arturo Pérez Reverte, que publicó en formato digital (con 1 mes de antelación a su salida en papel) su libro «El oro del Rey» en noviembre de 2000 por 500 Ptas. Fué el primer e-book que compré.
    Espero que los autores reaccionen y lideren el movimiento editorial hacia una era 2.0.
    Muy interesante el artículo. Sin embargo creo que carga demasiado contra la «piratería» y poco contra el mundo editorial.
    Saludos.

  2. Hola, Francisco
    Coincido con tus observaciones.
    Este «post» es básicamente un resumen traducido del artículo publicado hoy en el diario NYT con algunas interpretaciones nuestras. Dado que mucha gente no habla inglés, hemos pensado que sería de interés compartirlo
    El sector debe asumir una actitud más activa ante el reto de la digitalización y no escudarse frente a la supuesta piratería.
    Javier

  3. Hola,
    Efectivamente, el post recoge la noticia del NYT. Y en realidad no carga en contra de la piratería y a favor de los editores.De hecho se señala como una acierto la iniciativa de Doctorow al colgar sus propias obras gratis, sobre todo como un buen sistema de promoción. El debate está empezando porque todavía no hay muchos proyectos y conclusiones al respecto, pero lo cierto es que la mentalidad editorial de cara a la Red no puede ser la misma que en el circuito tradicional.

Leave a Reply