26 septiembre 2012

La Ciudadela. La Ciudad de los Libros

Cómo imaginar que el tabaco, ese vicio casi imposible de dejar y tan molesto para casi todos, fuera indirectamente el germen de un proyecto como el que os vamos a presentar. Exactamente desde el año 1559 se cultiva esta planta en Europa al mandar Felipe II traer sus semillas desde América. Así es como la corona española comenzó a construir fábricas de tabaco. Aunque no sólo en España. También en el continente de origen. Es el caso de lo que hoy se conoce como La Ciudadela, La Ciudad de los Libros. Comenzó siendo fábrica de tabacos en el siglo XVIII para ser luego cárcel, Parque general de artillería (de ahí su sobrenombre “ciudadela”), depósito de armamento, cuartel y, por fin en 1946, biblioteca. Fue entonces cuando José Vasconcelos desempeñó la labor de director de la misma y del que “roba” su siguiente nombre: Biblioteca de México “José Vasconcelos”.

Tras muchos años, en 2011 comienza una nueva remodelación para resurgir así La Ciudad de los Libros. La nueva biblioteca albergará a su vez otras cinco, correspondiendo a cinco importantes autores mexicanos que a su fallecimiento han decidido donar a esta maravillosa iniciativa toda su biblioteca particular, todo aquello que han leído y que ha ocupado los estantes de sus casas durante toda una vida. Así, el visitante a la biblioteca puede consultar el propio libro que el autor tuvo en sus manos, consultar sus anotaciones personales, sus comentarios, admirar aquellos libros de siglos pasados que un día pudo comprar y guardaba como una joya dentro de una vitrina, contemplar sus recuerdos, sus premios, condecoraciones… Cada una de las bibliotecas está diseñada por un arquitecto diferente. De lo que se trata es de coger prestada la esencia de cada uno de los autores e “imprimirla” en su sala correspondiente. Para ello, los arquitectos ahondan en las vidas de los autores y ponen su personalidad en el diseño de la estancia. Junto a los libros, protagonistas absolutos de la biblioteca, los espacios y los materiales, además de esculturas e instalaciones inspiradas en cada uno de los autores, consiguen que podamos sumergirnos en un lugar sagrado donde el tiempo no transcurre y lo que ocurre en el exterior no tiene importancia.

Por el momento, tres de las bibliotecas están abiertas (el equipo de Dosdoce tuvo la suerte de visitarlas recientemente con motivo de su participación en el II Simposio Internacional del Libro Electrónico, organizado por Conaculta) y dos más en construcción. Una de las que ya puede visitarse es la dedicada a José Luis Martínez, que fue un destacado académico, diplomático, ensayista, historiador, cronista, bibliógrafo, editor y humanista mexicano. Hoy podemos comprobar ( y ver y tocar) qué libros tuvo el polifacético escritor. Consultar sus escritos, estudiarlos, ver sus apuntes personales. Bucear de alguna forma en la vida de esa persona que donó tan rico patrimonio cultural para que gente como nosotros podamos utilizarlo, apreciarlo y preservarlo del paso del tiempo, del olvido.

También pueden recorrerse los pasillos dedicados a un abogado mexicano y rector de la Universidad Nacional de México que nació en San Luis Potosí en 1896 y murió en1981. Se trata de Antonio Castro Leal, quien también legó sus recuerdos y sus tesoros de papel.

Del mismo modo hay una sala para Jaime García Terrés (Ciudad de México, 1924 -1996). Editor, diplomático, ensayista, cronista, traductor y poeta mexicano. Fue director del Fondo de Cultura Económica. No es difícil intuir la cantidad de recuerdos que puede tener una persona de tan vasta cultura. Gracias a La Ciudadela, La ciudad de los libros, ya los tenemos al alcance de la mano.

Prevista está la apertura de otras dos bibliotecas dedicadas a Alí Chumacero y a Carlos Monsiváis. Sin duda una gran labor de maridaje entre libros, recuerdos y vidas pasadas de grandes referentes de la cultura. Una preciosa idea de preservar los libros vividos por los propios escritores poniéndolos a disposición del público con sus anotaciones, dedicatorias… Todos los libros están siendo digitalizados para que puedan ser consultados desde cualquier lugar del mundo y porque además los originales pueden consultarse en sala pero no sacarse de ella, por lo que se puede seguir trabajando con la versión digital.

Además de las bibliotecas hay salas multimedia, auditorio para conciertos, exposiciones, proyecciones de cine, conferencias, etc., toda una zona preparada para deficientes visuales con la tecnología más innovadora, actividades para niños y su fomento de la lectura y artes plásticas, etc. Un lugar verdaderamente especial, bello y emocionante, que todo amante de la literatura debería conocer, y no sólo los que viven en Ciudad de México, a quienes envidiamos profundamente por contar con un lugar así.

(Fotos: Iñaki Saldaña)

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