El libro infinito
En ocasiones nos gusta dar a conocer tanto experimentos entre lo analógico y lo digital, como representaciones o expresiones artísticas que reflexionen sobre el momento que nos está tocando vivir a propósito del mundo digital en el que estamos inmersos.
Hace algo más de un año hablamos de la particular obra de Albertine Meunier, una artista francesa que hizo su biografía digital a partir de todo su historial de Google. Un diario íntimo como resulta de la parcialidad, falta de privacidad y sesgo que muchas veces suponen los resultados de búsqueda de de este y otros famosos buscadores.
Ahora otra obra suya está itinerando, una instalación en la que lleva un par de años trabajando bajo el título Le Livre infini (El libro infinito). Un libro de papel cuyas páginas están completamente en blanco pero cuyo contenido sólo aparece cuando pasas sus páginas (al hacer clic sobre la imagen que acompaña al post se puede ver un vídeo donde se muestra).
Se basa en un sistema de cámara y proyector que permite proyectar contenido digital (texto, imágenes, vídeos, tuits, imágenes de Instagram, etc.) delante de los ojos del lector-visionador. Imágenes que cobran vida, se pueden oír, y que pueden ser mostradas de manera indefinida.
Este nuevo modo de ‘imprimir’ los contenidos sobre un papel quiere debatir sobre las nuevas formas de creación digitales, así como reconciliar los beneficios de los diferentes formatos digitales a la vez que muestra la nostalgia que produce el uso del libro físico, su materialidad, el poder pasar sus páginas frente a lo que –algunos consideran- la frialdad de los soportes digitales.
También encierra una crítica de nuevo a Google, y a herramientas como Twitter o la uniformidad de Facebook. Herramientas, no obstante, que al menos le sirven a la artista para dar rienda suelta –como se suele decir- a su creatividad, donde lo digital es fundamental para hacer visible lo que quiere mostrar.