26 febrero 2020

No me escuches. El ‘brazalete del silencio’

Internet of things isometric composition on blue background with assistant speaker, smartphone, watch and tracker vector illustration, por Freepik.

Desde que se empezaron a comercializar los altavoces inteligentes, las dudas sobre su respecto a la privacidad surgieron enseguida.

Una vez que se generalizaron comenzaron a saberse casos de todo tipo en los que quedaba en evidencia que estos soportes no siempre se atienen a unas reglas mínimas a este respecto.

Los micrófonos siempre están encendidos y cuando escuchan las llamadas a través de las palabras de activación como “Alexa”, “Siri” u “O.K., Google” ya comienzan a grabar a los usuarios.

En principio esto no debería ser un problema porque se supone que los dueños pueden hacer que se borre todo el contenido de la interacción con estos aparatos, e incluso conversaciones. Pero parece que no siempre es así. Ha habido casos en los que  los fabricantes de dispositivos han escuchado audios que no deberían seguir en estos altavoces.

Si bien hay gente a la que no le importa porque creen que de verdad todo queda eliminado o piensan que “no tienen nada que ocultar” -un lugar común es estos casos-, otros, por unas razones (privacidad), otras (que no se comercialice con sus datos), o ambas, prefieren evitar ser escuchados o grabados cuando no quieren sin renunciar a las ventajas de tener estos aparatos es casa.

Es el caso del Sr. Zhao y la Sra. Zheng,  profesores de informática en la Universidad de Chicago. Con la ayuda de un profesor asistente de la misma universidad, Pedro Lopes, han diseñado un “brazalete de silencio”, una suerte de “armadura digital”  que bloquea a Echo y cualquier otro micrófono doméstico.

El brazalete –algo aparatoso, si bien aún es un prototipo-  tiene 24 altavoces que emiten señales ultrasónicas cuando el usuario lo enciende. El sonido es imperceptible para la mayoría de los oídos, con la posible excepción de los perros, pero los micrófonos cercanos detectarán el sonido de alta frecuencia en lugar de otros ruidos. Lo que hace es anular cualquier posible grabación.

Quizá haya razones para tales inventos. Dos investigadores de la Northeastern University, David Choffnes y Daniel Dubois, descubrieron durante 120 horas de televisión encendida que estos altavoces se despertaban docenas de veces y grababan después de escuchar en frases palabras similares a las de sus palabras de activación.

Por tanto, si bien no graban constantemente, sí pueden  hacerlo en momentos en que no deberían. Rick Osterloh, jefe de hardware de Google, dijo recientemente que los propietarios deberían revelar la presencia de altavoces inteligentes a sus invitados. Se supone que es por lo que pudiera pasar, es decir, grabar.

De momento los diseñadores del brazalete esperan poder tener financiación para lograr un  diseño más discreto y poder comercializarlo.

Como siempre, un negocio fomenta otro negocio. Nunca está demás si se trata de poder optar poder optar al menos por controlar la privacidad digital.

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