01 febrero 2023

Inteligencia artificial aplicada a la escritura

Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay

Jennifer Lepp, también conocida como Leanne Leeds, novelista independiente, decidió usar un programa de inteligencia artificial para que le ayudara a escribir sus novelas. Lo que buscaba era, básicamente, ganar velocidad.

En su caso particular, tiene una fiel comunidad de lectores que esperan de manera ávida su siguiente título, de modo que se ve obligada a escribir un determinado número de páginas diarias, y no se puede permitir quedarse en blanco o atascarse durante el proceso de escritura.

Para ella, como para otros autores independientes, sobre todo en Amazon, es estresante ganarse la vida en una plataforma digital como esta. Para sobrevivir en un mercado donde hay infinitas otras opciones a un clic de distancia, los autores necesitan encontrar a sus seguidores y mantenerlos leales.

Los lectores de microgéneros, de nichos extremos, por así decir, como libros de fantasía de sirenas para adultos jóvenes o novela romántica con viajes en el tiempo, esperan ansiosos el siguiente título, muchas veces en forma de serie. Esto obliga a los autores a tener un flujo constante de contenidos, no sólo del libro en sí, sino de boletines, blogs, redes sociales, etc.

Ser independiente supone hacérselo todo, todo aquello de lo que se ocupa una editorial tradicional, salvo de escribir el libro. En el caso de Leeds cuyos libros se adscriben al subgénero “misterio acogedor paranormal”, se  asigna 49 días para escribir y autoeditar sus libros.

El bloqueo es un lujo que no puede permitirse, por lo que tan pronto como se enteró de una herramienta de inteligencia artificial diseñada para superarlo, comenzó a suplicar a los desarrolladores vía Twitter para acceder a la prueba beta.

La herramienta se llamaba Sudowrite. Diseñado por los desarrolladores convertidos en autores de ciencia ficción Amit Gupta y James Yu, es uno de los muchos programas de escritura de IA creados en el modelo de lenguaje GPT-3 de OpenAI y del que ya hemos hablado en este mismo espacio en diferentes ocasiones. Sudowrite está diseñado en concreto para escritores de ficción.

Ansiosa por ver qué podía hacer, Lepp seleccionó un fragmento de 500 palabras de su novela, una confrontación culminante en un pantano entre la bruja detective y una banda de duendes, y lo agregó al programa. Destacando a uno de los duendes, llamado Nutmeg, hizo clic en “describir”.

La inteligencia artificial le devolvió una descripción del personaje muy creíble y bien redactada, si bien la autora señala que los textos que le da el software le sirven más de inspiración, para editar, no de corta y pega, pero que le facilitan el aumento de la velocidad de producción.

Para crear Sudowrite, Gupta y Yu recolectaron giros argumentales de cuentos cortos y sinopsis de novelas, presentándolos a GPT-3 como ejemplos. Para las descripciones, escribieron oraciones sobre olores, sonidos y otros sentidos para que GPT-3 supiera qué se le pregunta cuando un escritor hace clic en “describir”.

Una cuestión fundamental es que cuanto más extenso es un texto, más luchan los modelos lingüísticos. El simple hecho de predecir qué palabras vendrán a continuación sin comprender el tema hace que sea difícil elaborar un argumento o una narrativa coherente.

Su capacidad para estructurar textos más largos se ve aún más limitada por el hecho de que GPT-3 carece aún de la memoria para leer un libro o cualquier texto de más de 1.500 palabras, aunque debido a que ha incorporado resúmenes y comentarios, con frecuencia puede discutir libros populares con coherencia aceptable.

De modo que aún está lejos de escribir la versión IA de Guerra y paz, y aun así sería difícil llegar a los matices del autor ruso, ChatGPT mediante.

Pensemos que hablamos, en este caso particular, de un tipo de libros de consumo rápido, donde, seamos sinceros, no es la máxima calidad lo que premia, sino mantener activa una historia de un género para un público muy concreto y fiel.

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