¿Quién es lector, qué es hoy la lectura?

Imagen de Marta Wave en Pexels

Según encuentro celebrado por la Asociación Italiana de Editores en colaboración con Aldus bajo el título ‘Las otras formas de lectura’, la digitalización y nuevas formas de acceder a la lectura la han convertido en un fenómeno distinto al anterior al ecosistema digital.

Un estudio de la misma asociación señala que ya el 17% de los italianos que leen sólo online o a través de smartphones. Se trataría de las personas que disfrutan de contenido editorial en redes sociales, sitios web especializados o sitios dedicados de fanficition, pero que no están familiarizados con los libros, incluso en versiones digitales o de audio.

Se trataría pues de una audiencia que podría ser un grupo potencial de lectores para las editoriales. Si bien es cierto que, como se apuntó en el encuentro arriba mencionado,  también plantea otros problemas, como que es posible que estos lectores casuales –no todos- tengan bajas habilidades de alfabetización, lo cual plantea más dificultades a la ahora de acercarse a sistemas de lectura más tradicionales.

No obstante, los datos también muestran cómo el porcentaje de personas que rechazan cualquier tipo de lectura está disminuyendo: del 16% en 2017 al 14% en 2019, y luego al 11% en 2022. Por tanto, estos lectores online, de redes, blogs, etc., parecen estar quitando cuotas a los no lectores en absoluto.

Esto recuerda hay que hoy en muchos ámbitos se empiezan a cuestionar la noción de lectura e incluso libro como algo diferente. Por ejemplo, un libro que se puede escuchar, mirar, interactuar y leer.

Por otra parte, otras figuras y agentes del mundo del libro consideran necesaria una definición de lectura más concreta y tradicional, frente a esto, Angelo Piero Cappello, el director del Centro italiano para el Libro y la Lectura reconoce que para los lectores más jóvenes, “el libro se ha vuelto multicanal y la lectura se está transformando. Demonizar otras formas de lectura es miope y perjudicial”.

Cappello también reflexionó sobre las posibles limitaciones del enfoque neurocientífico, donde  los estudios actuales muestran una correlación entre el agotamiento del mapa neural y la lectura digital en comparación con la lectura impresa. Pero Cappello recalca que no podemos saber qué pasará con los nativos digitales, cuyos cerebros se han formado desde su nacimiento en contacto con el ecosistema digital.

Elisa Salamini, cofundadora de Mamamò, un portal dedicado a la educación digital para niños, adolescentes y adultos, opinaba que dicho ecosistema digital deja espacio para todos los medios, lo cual supone trabajar por la integración y no por la sustitución. Cuando se narra una historia en el ecosistema digital, de hecho, el punto de entrada para el usuario de esa historia se vuelve secundario. Pero es probable que su exploración de esa historia continúe a través de múltiples y diferentes medios y formatos.

Salamini también señaló cómo esos otros lectores, los de no sólo libros impresos, están perfeccionando sus habilidades de elección, seleccionando conscientemente las plataformas y servicios para suscribirse e invertir tiempo y recursos en sus propios hábitos de lectura que más les satisfacen.

El problema está, apuntaban, en adecuar la promoción de la lectura tradicional a estas otras nuevas formas de lectura. Un punto de vista y de partida, nos parece, muy adecuado. Según Capello, para el sector público, adaptarse al cambio es más difícil que para el sector privado.

Añadía que hoy en día, las normas que rigen la promoción de la lectura todavía están muy vinculadas al libro como objeto y su posesión. Pero el consumo de contenido cultural se está desarrollando de manera diferente, así, “reducir la distancia y la brecha de edad entre quienes hacen las leyes y los afectados por su aplicación podría ser un buen punto de partida”, continuó.

¿Consideráis necesario un nuevo enfoque en las campañas de promoción de la lectura que incluyan estas nuevas formas de leer y otros formatos?