Cómo la inteligencia artificial leerá mejor que los humanos

Imagen de Andrea De Santis en Pexels
Se ha hablado mucho –aquí mismo ya lo hemos hecho– de si una inteligencia artificial podría llegar algún día a escribir mejor que los humanos.
Para algunos, el componente emocional, los vericuetos del lenguaje, dobles sentidos, ironía, etc., serían irreproducibles por propia “voluntad” en una IA. Otros defienden que sólo es cuestión de tiempo alcanzar esas cualidades de la comunicación escrita de los humanos.
Pero ¿qué ocurre en el caso de la lectura? Sabemos básicamente que lo que hacen ahora los modelos de lenguaje generativo -tipo Chat GPT-4 y BERT- es “leer”, aprender de todo aquello textual que pasa por sus sistemas. Como en el caso de la escritura, no hay intuición ni emoción, sólo réplicas y autoaprendizaje de expresiones, gramática, semántica, etc.
Sin embargo, según Ritvik Nayak, matemático, programador, desarrollador web e investigador sobre IA, esto está cambiando. Afirma en un artículo reciente que si bien la IA carece de emoción e intuición, reemplaza esas cualidades con varias otras como la “objetividad, escalabilidad y análisis profundo del texto que se lee”.
Según defiende, los modelos de IA más avanzados van más allá de las búsquedas de palabras clave y el análisis superficial de sentimientos. Ahora son capaces de “detectar subtextos, identificar patrones sutiles en el texto y analizar cada palabra con una profundidad que plantea la pregunta de qué significa entender”.
Esto se opone, afirma, a nuestra menor capacidad para analizar objetivamente un texto por “creencias personales, sesgos cognitivos y, a veces, incluso estados emocionales”, como no podría ser de otro modo, no obstante.
La IA procesa cada palabra, analizando sus relaciones y contextos. Por ejemplo BERT, en lugar de tomar cada palabra de forma independiente, considera las palabras en el contexto de la oración, el párrafo e incluso el documento completo.
Un valor más evidente es cómo la IA identifica patrones y relaciones que incluso el lector humano más diligente podría pasar por alto. Un ejemplo de ello tiene que ver con la firma Luminance, que utiliza IA para revisar miles de contratos en cuestión de horas. En un caso, encontró una cláusula que estaba en conflicto con las políticas internas de una empresa; los abogados humanos la habían pasado por alto después de meses de revisión. Un valor indudable, funcional y práctico.
En cuanto al análisis literario, se ha entrenado a la IA para estudiar novelas, mapeando trayectorias emocionales, dinámicas de personajes y estructuras narrativas. Ya hay modelos de IA que no sólo identifican el arco emocional de una historia, sino que proporcionan información que se puede alinear con la de críticos literarios profesionales al tiempo que ofrece perspectivas nuevas e inesperadas.
A pesar de todo, la comprensión de la IA es estadística, basada en patrones derivados de los datos. Sin embargo, en términos prácticos, esto a menudo puede parecer comprensión. Aun así, Nayak asegura que los sistemas modernos utilizan el análisis contextual para identificar la incongruencia entre el significado literal de las palabras y su tono deseado, es decir, para identificar incluso el sarcasmo.
Otro aspecto a favor de la “mejor” lectura de la IA que defiende Nayak es el factor volumen. Un humano normal con una velocidad de lectura promedio de 250 palabras por minuto tardaría poco más de 94.000 años en leer todos los libros publicados en los últimos 25 años, mientras que un modelo avanzado de IA podría completar la tarea en menos de 200 días, asegura. Bien, todos sabemos que leer rápido no es necesariamente leer mejor, pero sí quizá en el caso de una IA.
¿Será la lectura al margen de la experiencia y la subjetividad suficiente para hacer mejores análisis de un texto? Obviamente, como hemos visto, depende del texto. Si bien la atención es un factor fundamental para comprender un texto, no es el único.
Veremos hasta dónde llegan los modelos más avanzados de IA y si serán capaces de hacernos parecer lectores poco avisados, distraídos o sencillamente tontos, o si siempre habrá detrás ese componente único, singular, de ser humano que no logrará nunca replicar ni comprender del todo.