27 julio 2006

El hombre que mató a Durruti

Un estupendo e inteligente prólogo de Lorenzo Silva (amigo del autor, quien debe sentirse más que afortunado por contar con amigos así), a nuestro juicio una de las mejores partes de El hombre que mató a Durruti de Pedro de Paz (Madrid, 1969) Editorial Germania, da paso a una mezcla de novela corta, novela de intriga criminal y ficción de inspiración histórica, con frecuentes guiños a lo Conan Doyle y su personaje estrella, Sherlock Holmes, algunos más afortunados que otros, como el evitable «Elemental, querido Alcázar» en un momento de la novela. Cierto es que estamos ante una ficción sobre hechos reales acaecidos, pero no deja de resultar un tanto chocante.

Fernández Durán, ex policía y comandante del ejército de la República durante el tiempo en que se desarrollan los hechos, recibe el encargo de investigar, dos meses más tarde de que ocurriera, la muerte de Buenaventura Durruti, dirigente anarcosindicalista y símbolo revolucionario, herido de un disparo en el frente de la Ciudad Universitaria de Madrid el 19 de noviembre de 1936. Aunque el caso está cerrado, existen ciertas dudas con respecto a la autoría de los hechos, y será Fernández Durán, junto con el sargento Alcázar (al más puro estilo de Holmes y Watson) los encargados de esclarecer lo sucedido mediante la entrevista a cada uno de los personajes que estuvieron presentes en la escena del crimen.

Inspirándose en hechos históricos, aunque mezclando personajes reales con otros de ficción, estudiando las obras que sobre el tema habían escrito anteriormente otros autores y profundizando en archivos históricos, Pedro de Paz nos sitúa en un muy concreto punto de la guerra civil española y nos presenta, en formato de interrogatorio con sus posteriores deducciones, a una serie de personajes que narran su particular visión de la muerte de Durruti, intentando descubrir si lo que dicen es verdad, si son verdades a medias, si ocultan datos o si resulta que hay muchos tipos de verdad sin que por ello cada una deje de serlo individualmente.

Dado que el tema nos ha parecido muy interesante, y puede que hasta desconocido para muchos, se echa de menos en este libro una mayor profundización en el tema y en sus personajes, aunque puede que, debido al formato de novela corta al que obligaba el certamen, el autor no haya podido ahondar en la materia.

Lo más interesante de esta novela es la reflexión a la que llegamos con el desenlace que el autor nos plantea, y es que, como dice Lorenzo Silva en el prólogo, » muchas veces lo que llamamos Historia no es más que la ficción urdida por los vencedores, y es la literatura, aparentemente un juego más frívolo y más libre, el único recurso que les queda a los perdedores para contar lo que realmente les pasó y nadie tiene mayor interés en referir».

Por iniciativa de la Unión Regional de CCOO de Cantabria nace el Certamen Internacional de Novela Corta «José Saramago», que en su primera edición y con el acuerdo unánime de todos los miembros del jurado ha decidido otorgar el premio a la novela El hombre que mató a Durruti.

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