Yo, Farinelli, el capón
La figura del castrato y su importancia e influencia en el Barroco europeo son hechos poco conocidos y valorados en la cultura actual. Pero lo cierto es que no sólo ejercieron su poder sobre el mundo de la música como verdaderos personajes mediáticos que eran (algo así como nuestros mayores ídolos del pop o las más grandes estrellas de Hollywood), sino que tuvieron mucho que ver con el desarrollo de otras artes, con el conocimiento y difusión de otras culturas y otros idiomas (a través de sus viajes por las cortes más importantes de la Europa del XVIII) y su consecuente peso en la política de la época a través de las estrechas y personalísimas relaciones que mantuvieron con los reyes y las reinas de entonces.
De entre todos los castrati, Carlo Broschi, Farinelli (1705-1782) es considerado el más grande de todos los tiempos. Y pocos saben que, además de triunfar en Italia, Austria e Inglaterra, también lo hizo en España, donde permaneció durante 22 años. Fue Isabel de Farnesio, italiana como él, quien lo mandó traer a la corte como último recurso para intentar curar con su voz prodigiosa la depresión de su esposo, el rey Felipe V. Y así, Farinelli no sólo vivió en España durante este reinado, sino también durante el de Fernando VI, hasta que fue expulsado de la corte por Carlos III a causa del profundo odio por la música por parte del monarca y sobre todo obligado por una despechada Isabel de Farnesio que no perdonaría al castrato verse relegada a un segundo plano al acceder al trono Fernando VI.
Para ser un personaje tan importante no es mucha la información que existe sobre Farinelli. Quizá su carácter retraído, discreto, alejado de los escándalos y caprichos de otros divos de la época, hizo que se escribiese poco sobre él y, por tanto, que poco haya llegado hasta nosotros. En un intento de reconocimiento, Jesús Ruiz Mantilla ha querido con “Yo, Farinelli, el capón”(Editorial Aguilar) saldar en parte la deuda que España tenía con el músico y, a través de muchas lecturas, investigaciones y buceos en documentos históricos (en su mayor parte pertenecientes a los archivos de la ciudad de Madrid), nace esta obra donde se repasa la vida del artista.
Como el título indica, se trata de una novela narrada en primera persona por un imaginado Farinelli, con dos partes bien diferenciadas: la primera, Europa, donde nos cuenta desde sus primeros pasos en el mundo de la música, su castración, su evolución artística, el apoyo e influencia de su familia y sus maestros, sus primeros éxitos, sus primeros amores, y cómo Italia, Austria, Inglaterra, se ponían a sus pies. También su relación con los diferentes monarcas, con músicos y compositores, sus duelos con otros castrati, las conversaciones con su amigo Casanova, sus viajes, sus experiencias, sus inquietudes.
La segunda parte de la novela, España, recorre los 22 años de su estancia en nuestro país. Farinelli se encontraría a su llegada con una corte subdesarrollada a todos los niveles con respecto a las que él conocía, pero de la que pronto se enamoraría y donde llegaría a pasar los mejores años de su vida. Felipe V e Isabel de Farnesio, Fernando VI y Bárbara de Braganza, reinados donde Farinelli acumularía respeto, confidencias y riquezas, y donde dispondría de carta blanca para modernizar la España de la época a través de su conocimiento de otras cortes, trayendo a los mejores músicos y convirtiendo a España en el centro de la ópera europea, creando y organizando eventos artísticos y espectáculos para el pueblo,…
“Yo, Farinelli, el capón”, un estupendo retrato de la Europa y la España del siglo XVIII a través del relato de un hombre con una maravillosa voz de mujer que llevaría su arte por los más importantes escenarios pero que dejaría su corazón y lo mejor de sí entre nosotros, y su influencia en la posterior evolución de la música en nuestro país.
Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965) es escritor y periodista. Ganador con Gordo del premio Sent Sovi de literatura gastronómica, es también autor de Los ojos no ven y Preludio. Actualmente es redactor y columnista del diario El País y colaborador del programa La ventana, de la Cadena Ser.
Texto: Ignacio Saldaña