25 julio 2007

Conversaciones con Glenn Gould

Una nota sobre la traducción firmada por Ferran Esteve, autor de la misma y, por cierto, admirablemente realizada, nos prepara para lo que vamos a encontrarnos: una entrevista plasmada en papel (Conversaciones con Gleen Gould, editorial Global Rhythm Press) Si ya de por sí es harto difícil hacer ese trabajo confiriéndole la naturalidad suficiente para ser leído con agrado, no queremos pensar lo que habrá sido con un personaje como Glenn Gould, alguien que mezclaba sus palabras, sus sensaciones, sus eruditos comentarios con anécdotas, imitaciones, canciones, cuya prodigiosa mente iba tan rápido que era capaz de llegar a conclusiones y expresarlas sobre temas que no estaba tratando en ese preciso momento. Pues bien, Conversaciones con Glenn Gould consigue engancharnos desde el principio disfrutando de una lectura amena, muy interesante y donde se desgranan muchos aspectos desconocidos del genial músico.

Probablemente no hubiera resultado un libro tan redondo si el entrevistado no hubiera sido Gould y el autor de la entrevista Jonathan Cott, considerado por el Washington Post como “el entrevistador ideal” y que supo, con exquisito gusto y enorme habilidad, hacer enseñar a Gould algunas cartas que tenía bien guardadas y que nunca antes había mostrado. 

Cott mantuvo una serie de conversaciones con el  músico en 1974 con el objetivo de publicarlas en la revista Rolling Stone. Considerada como la mejor entrevista jamás concedida por Gould, en ella contemplamos su visión de la música, sus preferencias, sus métodos de trabajo, sus relaciones con otros músicos de la época (fascinante la historia de su Concierto para piano nº 1 de Brahms con Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York), su manifiesto desagrado por lo Beatles o las sonatas para piano de Mozart, su admiración por Petula Clark,… Tras la desaparición de Gould, Jonathan Cott decidió recopilar el material publicado, añadió una selección de fotografías del músico, un listado con sus grabaciones, filmografía y una relación de los programas que había realizado para radio y televisión e hizo el libro que ahora nos ocupa, lleno de aciertos y muy bien documentado.

Glenn Gould (1932-1982) es un músico que a nadie deja indiferente. Directores y artistas de la época podían no estar de acuerdo con sus versiones o su forma de ver algunas obras, pero nadie dudaba de su genialidad y todos hablaban maravillas de él. Gould argumentaba su visión de la música con tanto peso que nadie podía poner en duda su talento y siempre quedaba bien patente que su originalidad daba lugar a interesantísimas versiones. Excéntrico y encantador, se presentaba a los conciertos con mitones, abrigo, bufanda independientemente del calor que hiciera, con una desvencijada silla de madera con respaldo y casi sin asiento, con las patas recortadas que hacía que le quedara la nariz a la altura del teclado. Dotado naturalmente de una técnica sorprendente, sus grabaciones son un referente musical para todo músico. Artista polifacético, exploró un sinfín de campos tras abandonar los escenarios en 1964 en el apogeo de su carrera: compuso obras, realizó transcripciones, tuvo un programa de radio, estudió los aspectos físicos de la música electroacústica, escribió artículos para revistas, realizó estudios y tratados musicales, elaboró reseñas, ensayos, textos para sus propios discos,… incluso se inventó varios personajes de los que se caracterizaba y con los que ofrecía públicas declaraciones. Y, sobre todo, y afortunadamente para nosotros, continuó grabando discos y más discos, a cual mejor y más interesante.

Es cierto que siendo músico el lector podrá sacar más jugo a este libro (entender cierta terminología, cómo aborda el estudio de un pasaje, el poder recurrir a la partitura para analizar con él esos compases a los que está haciendo referencia, lo cual es un placer), pero en cualquier caso interesará a cualquiera que quiera conocer más a fondo a este carismático y fascinante personaje. Recomendamos desde aquí escuchar y comparar las dos versiones (1955 y 1981) que realizó de las Variaciones Goldberg, de Bach mientras leemos Conversaciones con Glenn Gould, tan diferentes, tan fascinantes…

Texto: Iñaki Saldaña

 

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