04 noviembre 2010

Tipología de los editores ante la digitalización

Recogíamos hace un par de días de la web de The Scholarly Kitchen una curiosa tipología de los editores. Un tipología divertida, rozando el humor inglés, pero que también hace pensar sobre los cambios que esta sufriendo el sector editorial.

En el artículo se divide a los editores entre “conservadores”, “reformistas” y “advenedizos”, estos últimos también son llamados “geeks” en su posición más extrema, como en el divertido vídeo que adjuntamos con este post (se pueden activar los subtítulos, aunque es una fase beta). La pregunta sobre la Wikipedia sería la vara de medir a estos editores. Repasamos, desde una perspectiva más personal y acorde con nuestro propio panorama nacional , esta entretenida y algo más caricaturesca tipología.

Los conservadores, o editores tradicionales, son “la vieja escuela”, el principio de todo. El auténtico editor de gran formación, sobre todo clásica, amante de la letra impresa y cuidadosamente editada. No les agrada lo efímero de algunos títulos y escritores y, claro, nombrar a la Wikipedia es sólo para hacer algún chiste desde la perspectiva de un “autoritas” en la materia, al fin y al cabo esos contenidos generados por usuarios -¡y de manera gratuita!- son sólo para plebeyos, como lo definía Román Gubern en las jornadas del FAD. Leen tanto el New Yorker como Litoral o la Revista de Occidente. Algunos trabajan aún sin ordenador. Ni falta, tienen teléfono y el cartero es puntual con las pruebas y galeradas. El olor del papel, de la tinta, un paseo por Charing Cross Road o por los “quais” y la Shakespeare & Co. de París, siempre son obligados y suficientes para entender la razón del libro y de su profesión. No es que no les gusten los ebooks, es que no les interesan los “librojuegos”. Pero es cierto que les debemos todo, nuestra formación y nuestra hermosa colección de libros en las estanterías de casa. Les debemos un gran respeto, aunque no quieran entender los cambios.

Los reformistas, o editores en transición, con un pie en el pasado y la vista en el futuro. Ya compran libros en Amazon, descargan ebooks de Gutemberg para descubrir algún autor libre de derechos sin tener que ir a Londres, y se comunican mediante su smarthpone con otros editores y con sus autores. Aunque leen blogs de referencia y les gusta verse por la red, todavía se alegran y ven fundamental alguna reseña de sus libros en los suplementos o secciones culturales de los principales periódicos del país. Además, sus distribuidores así lo exigen, para éstos, la red no existe. Los reformistas no piensan que leer en pantallas sea especialmente malo, al fin y al cabo trabajan y leen mucho en el ordenador. Piensan en digitalizar su fondo, pero a su debido tiempo, hasta ahora han optado por el unamuniano, “que inventen ellos”. Se posicionan con cierta ambigüedad sobre el DRM y la piratería, como es lógico, le deben su vida al papel. Aprueban la Wikipedia, pero tampoco es que les parezca siempre fiable, sirve para un apuro y una visita rápida. Están en las redes sociales con el perfil de la editorial, pero posiblemente más porque hay que estar con los tiempos, tampoco se preguntan mucho más por el potencial real de la promoción en la web social.

Los advenedizos o geeks sólo ven un camino: el futuro, que ya está aquí, y estaba tardando. Lo que sea, o está en Internet o no existe, lo cual, al final, en cuestiones de visibilidad para el usuario, cada día es más es cierto. En su rama más radical no tocan un papel ni aunque sea un billete de 50 euros. Para eso está la tarjeta o la compra a través del móvil. Si no ven y escuchan lo que también están leyendo, pasan a otra página, la nube es lo que tiene. La linealidad les produce sopor y la hipertextualidad una experiencia lectora total. La nota al pie de página les suena a invento sumerio. Cada link es una puerta a lo desconocido, y encima pueden entrar con un sólo dedo y sostener en la otra mano un refresco o café, para llevar, claro. Para los advenedizos, las biografías de los autores están en la Wikipedia, bastante más fiable puesto que la “hacemos entre todos”, aunque en la red también existe cierta autoridad intelectual, las Digital Humanities aún están en sus comienzos. Las “bios” en la «Wiki» las miran sólo para cortar y pegar en la web de la editorial, porque los ebooks, afortunadamente para ellos, ya no necesitan ni solapas ni fajas con citas o recomendaciones de alguien a quien no conocen, y menos si no es de un “amigo” de Facebook, Entrelectores o Librarything.

Que quede claro que esto es sólo una caricatura, también de nosotros mismos. Que unos y otros han sido y son necesarios para la buena y correcta transformación de este sector. Lo cierto es que el editor del nuevo siglo debe de tener un poco de cada uno de ellos –y mucho de realista – para entender los cambios que se están dando. Al fin y al cabo nada cambia tanto y lo que importa son los libros bien editados, traducidos, diseñados. Sobre todo bien escritos. Y llegar a venderlos, por supuesto.

44 Responses

  1. Rafael González

    Jeje, buen catálogo… pero te falta uno, que creo que hoy por hoy es de mayor volumen en el mundo editorial español… Es el que no sabe donde esta, no sabe lo que hay, no sabe lo que quiere, es como aquel peaton que cruzando una calle despistado, no sabe que hacer, y finalmente le pilla el camión cuyo cláxon le sacó del ensimismamiento que llevaba..

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