21 septiembre 2023

Debate entre las editoriales y plataformas de audiolibros sobre las voces sintéticas

Imagen de Andy Leung en Pixabay

Imagen de Andy Leung en Pixabay

Los usuarios ya pueden escuchar audiolibros narrados por versiones generadas por ordenador con las voces de narradores profesionales.

“Mary”, por ejemplo, es una voz creada por los ingenieros de Google. Otra voz es la de «Archie», con acento británico, y «Santiago», que habla español, así hasta más de 40 voces.

Por su parte, Apple Books usa las voces de cinco narradores profesionales anónimos: «Madison», «Jackson» y «Warren», que se “ocupan” de la ficción en varios géneros; y «Helen» y «Mitchell», que abordan la no ficción y el desarrollo personal.

Frente a estas voces sintéticas, cada vez más humanas, si se puede decir así,  las principales editoriales están invirtiendo de manera notable en narradores famosos: Meryl Streep leyendo «Tom Lake» de Ann Patchett, Claire Danes leyendo «The Handmaid’s Tale», y un elenco completo de actores de Hollywood como Ben Stiller, Julianne Moore, Don Cheadle y más aparecen en «Lincoln in the Bardo», esto sólo por nombrar algunos.

Como es natural, el uso de voces artificiales ahorra tiempo, además de ahorrar el sueldo de los narradores.  Esta es la principal razón, como es natural, por la que tantos libros autoeditados son narrados después por una de las voces artificiales arriba nombradas, por ejemplo.

Por su parte, Audible insiste en que cada audiolibro que vende debe haber sido narrado por un humano. La pregunta es si, a medida que las voces sintéticas son cada vez mejores y más frecuentes, menos artificiales, llegará un momento en que todas las editoriales y plataformas optarán por la versión ‘robótica’  frente a narradores humanos, sobre todo a la luz del tiempo y costo de producción.

De momento, los narradores artificiales de Apple se clonan a partir de las voces de profesionales de las que han obtenido la licencia de los derechos de sus voces. Sus identidades son secretas, en parte porque decisión de vender los derechos de la propia voz es una decisión paradójica para un narrador profesional. El dinero ofrecido asciende a algo así como lo que gana un narrador medio en cuatro años; por otro lado, aceptar el trato les parece a muchos una traición a la profesión.

Según los narradores profesionales, las voces artificiales, en comparación con sus  actuaciones, que reflejan una gama amplia e idiosincrásica de emociones en sus voces, aquellas tienen una paleta de expresiones un tanto lineal todavía para todo uso, lo que da como resultado una respuesta un tanto inanimada a lo que está leyendo.

Defienden los profesionales y actores que los narradores humanos aportan sus distintos ‘yoes’ a cada pieza.  Sin embargo, muchos editores y plataformas defienden que aunque la narración de la IA es pueden ser aún algo defectuosa e inquietante  en algunos casos frente a las voces humanas, la opción merece la pena.

Pero, como vamos viendo con todo tipo de inteligencias artificiales, también surgen los riesgos. Como el que denunciaba recientemente el actor Stephen Fry al descubrir que su voz fue robada de los audiolibros de Harry Potter y replicada por una IA para ser reproducida en otros audiolibros.

Fry apunta a que cuando descubrió que su voz estaba siendo utilizada en proyectos sin su consentimiento, lo vio como sólo el comienzo de una amenaza emergente para el talento creativo, y advirtió enseguida a sus agentes.

Una vez más, la polémica está servida. O quizá no sea tanta y se trate, una vez más, de lo que prefiera el consumidor de audiolibros, y si está dispuesto a pagar un poco más por voces de famosos o profesionales como quien elige entre una edición de tapa dura o de bolsillo.

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