25 febrero 2025

Entre lo físico y lo digital es donde ocurre la magia

Imagen de cottonbro studio en Pexels

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Phigital, donde ocurre la magia!

La reciente investigación «Panorama del Consumo de Libros» revela un dato curioso: los consumidores brasileños prefieren comprar libros online, pero esta inclinación cambia cuando los precios se igualan; en ese caso, la librería física se vuelve más atractiva.

Este comportamiento, a primera vista contradictorio, dice mucho sobre cómo la tecnología moldea nuestros hábitos de consumo y revela un aspecto esencial del mercado editorial: lo digital aún no ha reemplazado completamente la experiencia sensorial de lo físico. Existe incluso una expresión para hablar de la intersección entre los mundos físicos y digitales: lo «phigital» (la unión de las palabras «physical» y «digital» en inglés).

El mundo digital ha traído innegables facilidades: precios más competitivos, comodidad en la compra, catálogos infinitos y el ya famoso envío gratuito. Pero, cuando el factor precio –tan decisivo para la mayoría– se neutraliza, ¿qué es lo que realmente influye en la elección del consumidor? La respuesta parece estar en la experiencia tangible de entrar en una librería, hojear un libro, sentir su peso y, ¿por qué no?, dejarse llevar por una compra impulsiva basada en la portada o en la atmósfera del lugar.

Este fenómeno es un reflejo de la naturaleza híbrida del consumo cultural actual. El lector busca conveniencia, pero también valora el ritual de la compra física. El desafío para librerías y editoriales es precisamente equilibrar estos dos frentes. ¿Cómo ofrecer la eficiencia digital sin perder la magia de la experiencia presencial?

La respuesta puede estar en la integración inteligente de ambos mundos. Las librerías que exploran eventos, la creación de espacios de convivencia y la personalización del servicio tienen más posibilidades de fidelizar a un público que busca más que solo un libro: busca pertenencia. De la misma manera, las plataformas digitales que invierten en experiencias más inmersivas, como recomendaciones basadas en inteligencia artificial y clubes de suscripción bien curados, pueden compensar la frialdad de la pantalla con un toque de cercanía.

El impacto de la digitalización del consumo cultural no se limita sólo al comercio de libros. El mismo dilema se refleja en la música, el cine e incluso en el periodismo. La facilidad de acceso proporcionada por el streaming y el comercio electrónico es innegable, pero la ausencia de un espacio físico de encuentro y descubrimiento también representa una pérdida. ¿Cuántas veces un lector ha encontrado un libro inesperado al recorrer una librería? ¿O cuántas conversaciones enriquecedoras han surgido entre clientes y libreros apasionados por su trabajo?

Además, el libro digital y el audiolibro ya son formas importantes de consumo de libros, que amplían aún más la posibilidad de llegar a lectores y (aún) no lectores. El ebook proporciona practicidad para quienes buscan movilidad y almacenamiento ilimitado, permitiendo a los lectores llevar cientos de títulos en un solo dispositivo.

Por su parte, el audiolibro ha ganado espacio entre aquellos que combinan la lectura con actividades cotidianas, como conducir o hacer ejercicio. Su crecimiento demuestra que la lectura ya no tiene que estar vinculada únicamente a la página escrita: ahora, se puede escuchar y absorber de manera multitarea.

Más que una simple sustitución, el consumo multiformato de libros se vuelve esencial para atender a diferentes perfiles y necesidades de los lectores. El impreso puede ser la elección preferida para una lectura inmersiva, mientras que el digital ofrece accesibilidad y conveniencia. El audiolibro, como una poderosa herramienta de acceso, democratiza el conocimiento y amplía el tiempo dedicado a la literatura, transformando momentos ociosos en oportunidades de lectura.

Si algo queda claro a partir de estos datos, es que el precio, aunque fundamental, no lo es todo. En el fondo, la tecnología no ha venido a reemplazar lo físico, sino a ampliarlo. Y en esta lucha entre pantallas y estanterías, quienes sepan aprovechar lo mejor de ambos mundos saldrán ganando. Las empresas y marcas que comprendan esta dinámica podrán crear experiencias más completas para sus consumidores, uniendo la practicidad de lo digital con la conexión emocional de lo físico.

El futuro del mercado editorial –y de toda la industria creativa– pasa por esta intersección. Queda por ver quién está listo para este desafío.

Por André Palme, experto en cultura digital.

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