05 agosto 2006

Animales políticos

“Había ordenado, sin emoción, las más sangrientas batallas, y he aquí que me sentía conmovido con los gritos y el dolor de un perro.”
Napoleón I

Una curiosa coincidencia situaba al perro en el centro de las felicitaciones de Año Nuevo de los chinos y de los norteamericanos. El pasado 29 de enero se iniciaba el año del Perro de Fuego, que, según la cultura y el calendario chinos, se rige por los valores de la amistad y la fidelidad. A la vez, dos pequeños perritos protagonizaban la felicitación de la Casa Blanca.

Queda lejos el tiempo en que los perros más famosos eran los que salvaban vidas o viajaban al espacio. ¿Se acuerdan de Laica, la perra rusa que fue enviada al espacio, del que nunca volvió, en 1957? ¿Y qué me dicen de Rin Tin Tín que ayudaba al niño Cabo Rusty en las misiones más peligrosas contra los Apaches o contra los forajidos de la zona? Hoy, los perros y mascotas más populares y relevantes, ocupan palacios o sedes oficiales y son –incluso- protagonistas de videos institucionales y de estrategias de imagen políticas.

Barney, el perrito scottish terrier de Bush, ha superado ya la fama de Pluto y rivaliza con Milú, protagonizando con el presidente y su esposa el video navideño más esperado por los estadounidenses. Barney reemplazó a la muy veterana Spot que murió después de quince años, ganándose un lugar privilegiado entre los muchos perros -demócratas y republicanos- que han habitado la Casa Blanca. El pequeño can es una auténtica estrella mediática y, por lo que se veía en el video, también asesoraba al presidente y a su equipo en la difícil tarea de encontrar las armas de destrucción masiva en Irak. El perro tiene su propia web con una biografía autorizada en la misma página oficial de la Casa Blanca, donde se publican fotografías y videos de su actividad, llegando incluso a responder preguntas y mensajes de mail que recibe directamente y que son contestados con su “inconfundible sentido del humor”.

Hace menos de un año, una nueva mascota llamada Miss Beazly, también scottish, fue regalada al presidente Bush y rápidamente rivalizó en afecto público y en prestigio político con su pareja. Los asesores de imagen del presidente sorprendieron a la opinión pública con un video de 10 minutos que parodiaba los celos perrunos, los favores presidenciales y la popularidad mediática de los dos terriers en competencia total. El presidente y su esposa, Laura Bush, junto a varios asesores y secretarios de estado, participaron encantados en la grabación y se felicitaron por la buena película que habían producido. El éxito conseguido entre sus compatriotas fue tal que, con más de 24 millones de visitas y descargas desde la página web oficial, las dos nuevas estrellas caninas rivalizaron con las últimas superproducciones de cine. No es de extrañar que, con dicha demanda, no se cedieran los derechos de emisión a ninguna televisión.

Bush puede estar tranquilo. Una empresa norteamericana, Genetic Savings and Clone, ofrece desde hace años la clonación comercial de gatos y está a punto de hacerlo también con perros, como puede consultarse en su web, por el módico precio de 30.000 USD. El presidente no repetirá mandato, pero puede tener la tentación de clonar su política con la secretaria de estado Condelezza Rice o contentarse con clonar a la popular pareja que guardará los secretos de la Casa Blanca y guiará a la nueva mandataria por los vericuetos de la Sala Oval y del complejo presidencial.

En España, los últimos animales con historia política son el famoso doberman (aunque en realidad era un rottweiler) del vídeo socialista y, más recientemente, el pobrecito puerco espín que Rajoy utilizó como “metáfora” para hablar de la inconstitucionalidad del Estatuto catalán. No olvidemos tampoco a los gatos sin techo Manolo, Margarita y Lucas, que vivían como okupas en los jardines de la Moncloa y que fueron cuidados y educados por Aznar, aunque nunca tuvieron el protagonismo que merecían.

Todavía no ha nacido –o no conocemos- la mascota que ocupe un auténtico espacio propio en la política española. No tardará en aparecer públicamente. El 49% de los hogares españoles tiene perro o gato y seis millones de animales de compañía no tienen referente político conocido. Espero con interés la aparición del perrito “Talante” y su opositor. No me atrevo a imaginarme las razas respectivas. Pero seguro que puede dar mucho juego en la nueva política de gestos y golpes. Y, de paso, humanizaría un poco la política y a los políticos, aunque fuera a través de la figura de un simple chucho. Es un buen año para hacerlo: el Año del Perro de Fuego.

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