09 julio 2014

La irrupción del Internet de las cosas

El siguiente gran salto que está preparando la industria de la tecnología es el relacionado con el “Internet de las cosas”.

Resumido, «Internet de las cosas» viene a ser la interconexión entre objetos que tienen incorporado un sistema de transmisión y comunicación a través de la red. Aquellos objetos –como los dispositivos con los que ya contamos- pueden detectar y trasmitir datos para informar y/o controlar el funcionamiento o la situación de algo.

Un reciente análisis llevado a cabo en un estudio del MIT sobre esta creciente industria, su investigación y primeros casos de estudio certifica el interés y el trabajo que muchas compañías ya están poniendo en marcha en este ámbito. La capacidad para reducir el tamaño de lo que llamamos vulgarmente ordenadores es la clave de este nuevo mundo digital e interconectado que se nos presenta.

Nos cuentan en el mencionado estudio cómo en la Universidad de California, Berkeley, los investigadores están diseñando ordenadores del tamaño de una cabeza de alfiler para puedan recopilar datos internos del cerebro y transmitirlos a través del cráneo. La idea es que los cuerpos también puedan algún día unirse a la red. Tan espeluznante como milagroso desde el punto de vista de la investigación y anticipación a las enfermedades relacionadas con el cerebro.

Pero esto corresponde más a la materia de estudio de la llamada singularidad, el internet de las cosas, como su propio nombre indica, baja a la esfera de los objetos. En cierto modo, el internet de las cosas ya lleva funcionando varios años, a pesar de que lo sabemos pero es posible que no lo percibamos como tal.

Como nos recuerda el informe, ya desde el 2007 los coches nuevos en los Estados Unidos llevan incorporado un chip en cada neumático que mide la presión y envía datos por radio a la computadora central del coche, del mismo modo que los llevan en otras piezas para avisar y anticiparse, de nuevo, a un posible fallo o avería. Como el termostato Nest, por ejemplo, inteligente que sabe cómo regular la temperatura.

Pero más allá de estos ejemplos ya clásicos, como los hornos o las luces que se encienden solas, mucha de esta actividad pasa –cómo no, de nuevo- por la tecnología móvil y la llamada “tecnología ponible” (o wearables). Todo lo que sea susceptible de llevar encima y que pueda tomar y devolver datos también es susceptible de formar parte del internet de las cosas. Al final todo tiene se encuentra dentro de un contexto interconectado para medir datos y analizar reacciones y anticipar decisiones.

Cisco, Intel, Microsoft, Google –claro-, buscan su lugar en esta industria. Un aspecto interesante de este informe es la definición de la llamada «economía de la plataforma» (empresas como Uber, Apple o Amazon) y por qué tiene tanto éxito. Una empresa crea un valor como plataforma que abre (aunque en su personal ecosistema cerrado) a otras personas para que sigan agregando valor y aceleren el ritmo de su propia innovación.

Si estas compañías siguen liderando la industria tecnológica con la aportación del valor de otros, es más que posible que también lideren el mercado del internet de las cosas. Aunque aquí ya hay empresas importantes que apuestan por el código abierto. Veremos cómo se desarrolla la industria en un terreno tan amplio.

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