MOOCs en el sector editorial. ¿Cuándo?
Por José A. Vázquez
Desde las primeras iniciativas sobre modelos de educación online y, en cierto modo, alternativos de las que tuve conocimiento, su evolución ha sido más que significativa.
Ya en 2011 comenzamos a hablar de proyectos como los de Edutopia o la KhanAcademy, hoy referentes de modelos de plataforma educativa online. Un año después, la Universidad de Harvard y el MIT se unieron para crear edX, otra web que nació como complemento y recurso tecnológico a las clases presenciales y que hoy consta de multitud de cursos independientes. En España algunas universidades como la Carlos III, la Complutense o la Autònoma de Barcelona, entre otras, ya los ofertan.
A raíz de este tipo de proyectos, 2013 se puede decir que fue el año de la explosión y extensión generalizada de los MOOC (la bibliografía sobre los MOOCs ya es casi ilimitada. Para comenzar y saber algo más sobre sus comienzos e irrupción, recomiendo la lectura de Beyond the MOOC Hype: A Guide to Higher Education’s High-Tech Disruption, de Jeffrey R. Young). Los titulares, artículos sobre el tema, junto a programas e iniciativas nuevas eran más que frecuentes. Desde entonces, los llamados cursos masivos y abiertos no han parado de crecer, en todas las formas y modalidades posibles, si bien sujetos a cierto encorsetamiento homogéneo en la mayoría de ellos -vídeos, tutoriales, foros, test, pruebas- a la luz de las posibilidades del entorno digital.
A pesar de muchas de las críticas que por lo general se les suelen hacer (falta de finalización, poco conocimiento directo de los alumnos, descripción real de niveles -o muy alto o muy básicos-, diseños pobres, vídeos mal editados, comunicación ineficaz, costos ocultos, certificaciones, etc., si bien no conviene generalizar), algo tiene el formato que se está extendiendo más allá de los límites académicos y universitarios en los que nacieron. De hecho, es la metodología preferida (34%) de aquellos profesionales que quieren adquirir nuevas habilidades de carácter tecnológico.
A finales de 2015 se contabilizaron 4.200 cursos y cerca de 35 millones de estudiantes, casi el doble que la suma de los cerca de 18 millones de 2014. Solo en Coursera, el mayor proveedor de cursos online del mundo, alcanza los 17 millones de estudiantes en su base de datos.
Con los años, los cursos se han vuelto algo más adaptativos, muchos de ellos se pueden comenzar en diferentes épocas del año, incluso cuando el estudiante quiera hacerlo, y no en los meses más o menos lectivos (sobre todo cuando hablamos de MOOCs universitarios). Esta flexibilidad ha hecho que aumenten tanto los cursos como que se abran a diferentes niveles, temáticas e incluso sectores.
Dado que los MOOCs generaban reticencias en algunos entornos académicos y docentes, las universidades más importantes como las que incluye la mencionada plataforma edX –a las que luego siguieron todo tipo de instituciones- comenzaron a ofrecer certificados y, después, la necesidad de pagar por la certificación, como Coursera y sus “Especializaciones” que rondan entre los 200 y 500€ euros. Esto condujo a diseñar MOOCs directamente de pago. Por tanto, ya no eran abiertos, pero el sistema y la metodología son muy similares, por no decir indénticos.
No obstante, a pesar de la aparente sencillez de muchos de ellos y de la facilidad que ofrece el propio modelo, más del 80 por ciento de los alumnos de un MOOC tiene ya algún título, y el 44% también algún tipo de posgrado. Esto ha obligado a construir y enfocar los cursos de determinada manera.
Esta evolución y características han hecho que el modelo MOOC se extienda y se haya instaurado en corporaciones e instituciones (de Facebook a Telefónica –muy recientemente LinkedIn-, pasando por cualquier gran empresa y banco), también culturales, como museos y bibliotecas. Alguno de ellos incluso esponsorizados por entidades afines a la temática de los cursos, como Google para algunos de nuevas tecnologías en Coursera o marcas importantes para MOOCs sobre marketing, uno de los sectores con más arraigo y éxito en esta modalidad de educativa.
Ciertas empresas ya atienden a los MOOCs certificados cursados por sus futuros empleados, viendo en ello una actitud de formación constante y teniendo presente, claro, aquellos de mayor prestigio. La capacidad de aumentar la competitividad también ha hecho que las empresas opten por diseñar sus propios MOOCs, de manera individual o aliándose con alguna plataforma o empresa especializada en gestionar estos cursos; cursos que muchas veces son en realidad microcursos para profundizar en especializaciones o adentrarse en asuntos emergentes y tendencias que van a ser fundamentales para cualquier compañía, sea de la naturaleza que sea.
Adentrados ya en las instituciones culturales, han sido los museos los que antes han sabido ver las ventajas de este formato, llevando con ello un poco más lejos los ciclos de conferencias habituales para ofertar auténticos cursos educativos que pueden ser perfectamente asignaturas de cualquier carrera de humanidades en su versión más especializada. El MoMA se introdujo en el mundo de los MOOCs con el curso sobre fotografía “Seeing Through Photographs” a través también de Coursera.
Una dato muy interesante que sacaron en el museo a raíz de ofertar este curso fue que cerca del 40% de aquellos que participaron no se encontraban dentro de lo que es su público objetivo en otros cursos de formación. Es decir, su público se ampliaba, a pesar de tratarse de una temática de especialización. Muchos, incluso, no eran siquiera público habitual del MoMA. Este museo, además, también oferta cursos para trabajadores de museos y educadores, llegando más allá en la oferta y servicios hasta ahora disponibles en la institución. La Tate, el Grand Palais o el Museo Americano de Historia Natural también brindan sus propios cursos.
El sector editorial se adentró en el mundo de los MOOCs a través de las editoriales académicas. Macmillan Education, Oxford University Press o Wiley ofrecieron ya en 2013 sus ebooks para estudiantes de cursos en la plataforma Coursera. Una alianza un tanto tímida, sobre todo teniendo en cuenta que muchos pensaban que los MOOCs podría afectar de algún modo a la parte del sector que se ocupa de la edición para la educación, dado que gran parte del material que se oferta en estos cursos es gratuito o de acceso abierto, aparte de las sugerencias de lectura que puedan hacer los profesores o tutores.
No obstante, lo MOOCs –y esta es una de las características que les define y les diferencia- son mucho más que libros, en papel o digital, aún cuando tengan algunas cosas en común en cuanto a sus cualidades educativas.
Pero el gran hueco que le falta por cubrir al sector en este sentido es el de ofertar MOOCs de la misma manera en que lo está haciendo el MoMA, por ejemplo. Tratando de llegar a un público amplio que demanda interés no sólo por la lectura, sino también por los entresijos del propio sector. Más aún en este momento del gran auge de la autoedición. Las posibilidades, por tanto, de diseñar cursos en el mundo editorial es enorme. Tanto para trabajadores de las editoriales como para el gran público –lector o autor- que sustenta al sector.
No sería más que otro peldaño más en el cual el sector avanza en aprovechar el valor alrededor de sus contenidos, recursos y conocimiento. Algo de esto ya pudimos ver en el caso de Planeta Hipermedia, convirtiendo los libros de sus principales autores de management en cursos online. En el caso de un MOOC no sería más que seguir desarrollando este concepto hasta diseñar cursos según diferentes enfoques posibles dentro de todo lo que una editorial puede ofrecer, del mismo modo que ya ofertan algún Máster: edición, marketing, edición digital, diseño, maquetación, etc.
Los autores también son un valor importante para configurar cursos. Tanto autores como editores se pueden beneficiar de esto. La escritura creativa, consejos de escritura, géneros literarios y cualesquiera de toda la cantidad de conocimiento que puedan transmitir. Se puede comenzar sin grandes inversiones a través de plataformas que dan soluciones tecnológicas para crear este tipo de cursos.
Ya existen iniciativas como Firsttoread en las que se involucra a los lectores más allá de pretender venderles sus libros. Si las editoriales ya saben de la importancia de la creación de sus comunidades, la creación de MOOCs puede ser también otra manera de ampliar ese círculo de audiencias, incluso llegando, como en el caso del MoMA, a otras diferentes. Sólo con el creciente interés por la autoedición, viendo como toda plataforma y editorial importante se ha atrevido a explotar este ámbito antes sombrío de la edición, las posibilidades de tener éxito con un MOOCs está casi asegurada.
Poder fortalecer la relación con las audiencias, interesados en el mundo editorial y lectores, dar servicios de los que se pueden beneficiar también los autores, mostrar un lado divulgativo del sector más desinteresado y actual, potenciar las comunidades y ampliar el marco de las audiencias habituales son sólo alguno de los beneficios que las editoriales pueden obtener lanzándose al mundo de los MOOCs. Para algunos incluso adictivo.
Me ha encantado este artículo. Pone en palabras lo que algunos ya empezabamos a intuir. En realidad, las editoriales y los MOOCs ofrecen contenido, a veces en distinto formato, pero contenido al fin y al cabo. Lo que, sin embargo, me llama la atención es el énfasis en los MOOCs por el vídeo. En algunos casos, como cursos muy especializados en historia o derecho, entiendo que el texto o un podcast sería suficiente.
Hola, Javier,
Muchas gracias por tus amables palabras.
Efectivamente, las editoriales tienen contenido, recursos, bienes y conocimientos para aprovechar esta oportunidad de dar un nuevo servicio.
Es cierto, como sugiero en el artículo, que los MOOCs siguen una línea muy uniforme y similar, incluyendo la edición de los vídeos. Si bien el vídeo es un recurso muy usado y apreciado, es verdad que se puede combinar con otros como los podcasts que tú comentas.
Un saludo.
José Antonio.