16 enero 2011

¿Nos hace la Web 2.0 más ignorantes?

Las nuevas
tecnologías 2.0 (blogosfera, Wikipedia, Facebook, Twitter, buscadores sociales,
etc.)  no nos hacen por sí mismas ni más inteligentes ni más estúpidos,
pero un uso indebido de las mismas puede hacernos más ignorantes. Esta es una
de las principales conclusiones que se desprenden de tres libros que he leído
recientemente y cuya lectura recomiendo: «¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales«, de Nicholas Carr ; «You are not a gadget«, de
Jaron Lanier; y «Program or Be Programmed«, de
Douglas Rushkoff.

Estos
tres libros aportarán a los lectores una mirada crítica sobre el impacto que
está teniendo Internet y las nuevas tecnologías sociales en la manera en que
accedemos a la información y gestionamos el conocimiento.  Creo que es muy necesario incorporar un pensamiento
más crítico en el debate sobre la incorporación de las nuevas tecnologías en
todos los ámbitos de nuestras vidas (personal, educativo y profesional) puesto
que estamos en pleno proceso de definición de la sociedad digital del siglo
XXI.

Ya sabemos todos los defectos que tiene nuestro
actual sistema educativo y cultural: los bajos niveles de lectura existentes en
nuestro país, la limitada red de bibliotecas escolares, los obsoletos procesos
de aprendizaje de nuestras escuelas,  la
sobreproducción de libros en papel que obstruye el canal de ventas, la abrumadora
desaparición de librerías y kioscos de prensa y revistas de nuestros barrios,
la excesiva concentración del interés de los lectores alrededor de 2 ó 3  libros al año -el resto de los autores es
casi invisible-, lo poco que la mayoría de los escritores gana por la cesión de
sus derechos de autor, la opacidad de las sociedades que gestionan estos
derechos, el supuesto escaso interés de las nuevas generaciones por todo lo
relacionado con la lectura… y así un largo sinfín de quejas con más o menos
fundamento que reflejan el precario estado del sector cultural y educativo. Pero
por muy deficiente que para muchos sea este estado, debemos garantizar que la
futura sociedad digital que hoy en día estamos construyendo sea mejor que la
analógica.

Tras llevar cerca de 12 años analizando el impacto
de las nuevas tecnologías en las empresas y en la sociedad, estoy llegando a la
triste conclusión de que en varios aspectos en vez de progresar estamos
retrocediendo. Si observamos con un espíritu crítico el impacto que está
teniendo la irrupción de las tecnologías sociales (blogs,  wikis, podcasts, vídeos, redes sociales,
etc.) en los hábitos de lectura y escritura de los ciudadanos, en la forma en que
acceden a la información en Internet y en cómo gestionan el conocimiento,  podemos deducir que la sociedad que estamos
construyendo no sólo no mejora las deficiencias del anterior mundo analógico
sino que en algunos aspectos incluso las empeora.

Creo que a lo largo de la primera década de este
nuevo siglo hemos vivido un exceso de entusiasmo en relación con las bondades
derivadas de la incorporación de las tecnologías de la información (TIC) en la
sociedad sin analizar detenidamente las contraprestaciones que pagaremos a
medio largo plazo. Entre estas contrapartidas debemos señalar la escasa
creación de contenidos originales por parte de los usuarios de la Red (tan sólo
el 5% de los internautas los crea), los riesgos sociales que conlleva la posición
dominante de un solo buscador
como puerta global de acceso a la información, la
escasa diversidad de fuentes de información divergentes, la interesada escuela
de la gratuidad
, el nulo respeto por los derechos de propiedad intelectual en
Internet
, la gradual desaparición de derechos adquiridos como ciudadanos y
consumidores
en la era analógica y que no se traspasan por motivos económicos a
la era digital, la cuestionable vinculación entre el aumento del uso de las TIC
en el aula y un mayor rendimiento académico, etc.

Desmontando la Teoría de la Multitarea

En la misma línea de pensamiento de los tres
mencionados autores, varios neurólogos de reconocido prestigio, como Maryanne
Wolf y Gary Small, entre otros, han demostrado en sus estudios que el cerebro
humano está sufriendo un gran impacto debido a la agresión diaria que conlleva
el uso de las nuevas tecnologías. Según estos expertos, nuestro cerebro no está
aún capacitado para asumir el ritmo constante y la intensidad de estímulos cerebrales
que comporta el consumo de cualquier tipo de contenidos culturales a través de
los diferentes tipos de pantallas.

Hace varias décadas, el cerebro humano recibió una
agresión similar con la aparición de la televisión, pero la intensidad de utilización
no es comparable. Así como varios estudios señalan que los ciudadanos consumen
hasta 3 y 4 horas diarias de televisión, el consumo de tecnologías sociales
(acceso a buscadores, lectura de blogs, seguimiento de Twitter, actualización
del muro de Facebook, etc.) se eleva a cerca de 8 horas en muchos segmentos de
la sociedad dado que se utiliza tanto para fines personales como profesionales.
La mayoría de los neurólogos afirma que el cerebro tardará al menos un par de
generaciones en adaptarse plenamente a este nuevo medio.

El uso indebido y la aplicación errónea de las
nuevas tecnologías sociales en los proceso de aprendizaje y acceso a la
información están destruyendo habilidades cognitivas de gran valor para la
construcción del pensamiento propio, como la concentración, la profundización
en textos o la asimilación de datos. Los tres libros anteriormente mencionados
señalan que la realización de varias tareas de forma simultánea -uno de los
supuestos principales atributos de las nuevas generaciones de nativos digitales-
resulta perjudicial puesto que limita la capacidad de atención y concentración
en los contenidos que se están consumiendo en pantalla.

Analfabetos digitales

Al igual que en la práctica no es cierto ese dicho
de que nacemos con un pan bajo el brazo, tampoco es cierto que los nativos
digitales nazcan con un ADN digital. Sin lugar a dudas, las nuevas generaciones
se sienten muy cómodas con el uso de las herramientas 2.0, pero la mayoría son
absolutos analfabetos digitales
al desconocer los intereses comerciales,
ideológicos y sociales que hay detrás de cada una de estas herramientas. Todas
las tecnologías tienen sesgo, incluida el papel -se nos olvida que no es más
que una tecnología al llevar más de 500 años entre nosotros. Los inmigrantes
digitales debemos enseñar a los nativos a descifrar los códigos e intereses que
hay detrás de cada texto, vídeo o imagen publicada en Internet.

Como evangelista empedernido de la Web 2.0, esta proclamación
por un pensamiento más crítico sobre el impacto de Internet no significa que
reste importancia ni valor a los beneficios derivados de la incorporación de
las TIC en las aulas o a las posibilidades que brinda la digitalización de todo
tipo de contenidos culturales; tan sólo aspiro a abrir un debate para
reflexionar sobre si el futuro que estamos creando es mejor que el precario
presente.

Que quede claro, no hay marcha atrás: el futuro es
digital
. Los usuarios de Internet deben entender que lo verdaderamente
importante de este debate es el modelo de sociedad que queremos construir. Cómo
y a qué precio (sí, sí, precio: nada es gratis) incorporemos la tecnología en
nuestras vidas determinará si somos capaces de crear una sociedad digital culta
y multialfabetizada en
lugar de una sociedad ignorante.

(Imagen publicada bajo licencia Copyleft por cortesía de C J Sorg)

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