27 julio 2006

La noche americana

“Zoe quiere que crucemos los EEUU de costa a costa en un Pontiac del 69. Lleva años trazando rutas imaginarias sobre un mapa oscurecido por el tiempo”. Así comienza La noche americana, primera novela de Xurxo Torres (1968), un gallego que ha sufrido en sus propias carnes las más extremas situaciones vividas en su, ya de por sí, extrema Galicia.

Galicia es y ha sido fuente de inspiración y escenario de muchas e importantes obras de la literatura, en las que siempre destaca esa marcada ausencia de términos medios en las relaciones personales de sus protagonistas. De la vida, a la muerte; del amor, al odio. Puede que muchos gallegos no sean conscientes de esta particularidad, pero Xurxo Torres, sí, y traspasa sus vivencias en su tierra a una serie de personajes “límite” en un simbólico viaje por Estados Unidos, como no podría ser menos, de costa a costa.

El término cinematográfico de “noche americana”, utilizado por François Truffaut para el título y el argumento de su película homónima, corresponde a la posibilidad de realizar la  filmación de una  escena  a plena luz del día y que,  mediante la aplicación de un filtro azul a la cámara, aparecerá finalmente en pantalla como si fuera de noche. Creo que ese concepto de noche americana como el “parecer lo que no es” y, sobre todo, “cuando no es”, junto con el maquillar con poesía las miserias de la vida y el aferrarse a cualquier soga, por ligera que sea, para no hundirse, es lo que caracteriza las relaciones entre los personajes de la novela de Xurxo Torres.

El ambiente caótico que rodea la historia se ve compensado en ocasiones por efímeras visiones de esperanaza, para luego volver a hundirse en las más oscuras y depresivas zonas del ser humano. Toda la acción se sitúa en “El Mago”, un refugio de chicos duros, un bar con sala de billar donde un mapa de Estados Unidos cuelga de una de sus paredes, un lugar donde la propia mesa de billar es testigo y base para el alivio de las más rápidas pasiones, a veces disfrazadas de amor y de ternura. Y es la historia de una amistad, de las complicadas relaciones entre unos personajes que no encuentran lo que buscan, porque probablemente ni ellos mismos saben de qué se trata. Intentan responder al “por qué” y al “para qué” de sus vidas topándose contra todo, como coches de choque, pero intentando salir adelante. Buscan un fin a su existencia, que no tiene por qué ser el más adecuado, aunque sí, a veces, el más inesperado. El elemento sorpresa es una constante en cada personaje. Lo que ansían no les satisface al conseguirlo, y la vida de cada uno de ellos siempre da la vuelta en el último momento, agravando las crisis de identidad y su general inconformismo.

Así descubrimos a Max, indeciso, buen amigo, romántico y amante de la poesía; a Zoe, soñador, egoísta, provocador e idealista; a Lola, ninfómana y calculadora, pero también sensible y necesitada de atenciones; a El Gordo, seguidor de dietas imposibles y cuya vida da un vuelco sorprendente; a Marina, el barco que todos llevamos dentro y que siempre está a punto de partir, y tantos otros. Se trata de una serie de vivencias donde el alcohol y las drogas están siempre presentes, pero también la amistad, el sexo, el dolor, el amor y la poesía, donde nunca sabremos si las cosas ocurren o no realmente, donde las situaciones son tan límite que no nos sorprende imaginar un ángel vengador formado por un rebaño de “cinco mil vacas mansas de buena carne que un día se volvieron locas”. Con un ritmo trepidante y un lenguaje muy cinematográfico y visual, Xurxo Torres nos sumerge en un mundo de alucinaciones y continuas preguntas, con personajes bien definidos y de rápida y buena lectura.

Xurxo Torres nació en Chapela (Galicia) en 1968. Más que una localización geográfica, Chapela es una forma de entender la vida: una carretera que transita entre lo difícil y lo imposible. Fue periodista de sucesos en Galicia y pescador de fletán en Terranova. Actualmente es consultor.” La noche americana” es su primera novela.

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