05 agosto 2006

El poder de los periodistas

El concepto Medio de Comunicación es desmesuradamente amplio porque comprende todo instrumento, institución o elemento capaz de producir señales y de transportarlas: la voz, las vías públicas, el teléfono, el fax, Internet… Aquí hablamos, sin embargo, de los Medios de Información, es decir, de la parte del proceso de comunicación dedicada a informar en el sentido aristotélico del término: el de la «imposición de formas» y la persuasión. En resumen: la comunicación es un acto; la información es un producto.

La sociedad moderna se caracteriza por el desarrollo de la comunicación social y, en consecuencia, por el empuje de la información o persuasión como negocio, como poder o como entretenimiento. Marshall McLuhan, a mediados del siglo pasado, lo dijo de forma que le hizo famoso: «La urbe se engloba»; «el planeta como metrópolis»; «la luna como suburbio», etc. Y, sobre todo, aquella frase de que «el medio es el mensaje», es decir, el informador como medium y protagonista de la información que llega el público.

El poder de los periodistas

Para quienes piensan que el debate sobre el poder de los periodistas y de la prensa es reciente (del siglo XX, como muy lejos), merece la pena recordar que se trata de una discusión antigua. Napoleón señaló como uno de los males de la revolución francesa la proliferación de medios de comunicación «nacidos no para comunicar, sino para controlar, manipular o simplemente influir y afectar a los ciudadanos».

¿Es la prensa un cuarto poder del Estado? Se ha dicho muchas veces, pero se trata de un fetichismo profesional. La realidad es que los medios de información son otra forma de poder en manos de los poderosos. En la época en que vivió Oscar Wilde no existía la televisión, pero éste, que fue producto y víctima de los medios, escribió: «El público siente una insaciable curiosidad por saberlo todo, excepto aquello que vale la pena saberse».

Lo normal es que quienes disponen de los medios de producción poseen también los medios de comunicación. Deciden, por tanto, lo que debe decirse o callarse, y cómo se ha de presentar cada acontecimiento o noticia. En resumen, no es que la prensa sea «el cuarto poder del Estado», sino que está al servicio o es propiedad de los que ya controlan el Estado. «¿Quién disfruta de la libertad de prensa?», se preguntó hace años, públicamente, el editor del Washington Daily News, Louis Mollé; y se contestó a sí mismo: «Los propietarios de los periódicos y sus semejantes […] La libertad de prensa es la propiedad».

La prensa en España

Suele creerse que «la prensa es por excelencia el instrumento democrático de la libertad» (Alexis de Tocqueville, La democracia en América). También se piensa que cuantos más periódicos existan en un país, más libertad de expresión tendrán sus habitantes.

La realidad es otra:

  1. La inmensa mayoría de los ciudadanos, a pesar de vivir en una teórica democracia (poder del pueblo), no tiene jamás acceso directo a los medios de comunicación, sean públicos o privados, ni siquiera en forma de carta al director o como derecho de réplica. El socorrido concepto de Libertad de Expresión es falaz. En realidad, la Constitución Española de 1978 sólo habla de Derecho a la Información, que sería algo así como que cada ciudadano encuentre en el quiosco un medio de comunicación afín a su manera de pensar y a sus gustos.
  2. Durante la dictadura franquista había en España, en el momento de morir el general Francisco Franco, 56 periódicos más que ahora y, sin embargo, nadie se atrevería a sostener que hubiera entonces más libertad de prensa y más derecho a la información. Lo que sí ha logrado la calidad, sofisticación y competencia de los medios es que hoy un niño de seis años sepa tanto de su entorno y del mundo como supo Matusalén en todos los cientos de años que dice la Biblia que vivió.

La Prensa Nacional.

Conocemos como «prensa nacional» a los medios de información con sede en Madrid o Barcelona. Son una referencia informativa ineludible, pero suelen tener grandes limitaciones en el resto de España, en difusión y en número de medios. La consecuencia ha sido siempre la constante crisis de este sector de comunicación:

  1. Pocos recuerdan que hace sólo treinta años se editaban en Madrid el triple de periódicos que ahora (desde 1975, han desaparecido estas cabeceras: Pueblo, El Alcázar, Arriba, Informaciones, Nuevo Diario, Diario 16, El Imparcial, El Independiente, Claro, Nivel, el famoso diario Madrid…
  2. En Barcelona, en el mismo periodo, desaparecieron El Diario de Barcelona (el más antiguo de Europa en aquel momento), El Correo Catalán, Solidaridad, La Prensa, Tele-Express, El Mundo, Diario Femenino…
  3. Del mismo modo dejan de existir 52 «hojas de el  lunes» que nacieron en la época de Primo de Rivera. Estos periódicos duraron 77 años y quedan fuera cuando El País y Diario 16 empiezan a publicar los domingos.

La Prensa Regional

Se dice a veces que las tecnologías de la comunicación han convertido al mundo en un patio de vecindad y que conocemos mejor lo que ocurre a cinco mil kilómetros de distancia que lo que sucede en nuestro barrio (el tópico de McLuhan sobre la «aldea global»). Sin embargo, lo que más interesa a los ciudadanos sigue siendo lo cercano, lo sucedido en su ciudad y entre sus vecinos. Es el secreto de la fuerza, en España, de la llamada Prensa regional.

  1. El primer grupo de prensa español tiene su residencia en Bilbao (Vocento, antiguo Grupo Correo), y el segundo surgió en Canarias, de la mano del empresario Javier Moll.  Los vascos, que en 1975  tenían sólo dos periódicos (El Correo Español-El Pueblo Vasco, en Bilbao, y El Diario Vasco, en San Sebastián), son propietarios ahora de la totalidad o de porcentajes significativos de periódicos importantes en Madrid y Sevilla (los dos ABC), Cantabria (Diario Montañés), Castilla-León (Norte de Castilla), Asturias (La Voz de Avilés y el Comercio en Gijón), Murcia (La Verdad), o en Galicia y Andalucía. Además, Vocento edita el semanario de mayor tirada en España (El Semanal), y tiene una participación relevante en Tele 5, en medio centenar de emisoras de radio y en una cadena de televisiones locales.

    Por su parte, la antigua Prensa Canaria ha consolidado en sólo 20 años cabeceras hegemónicas en Asturias (La Nueva España), Alicante (diario Información), Valencia (Levante) o Vigo (Faro de Vigo), que unió a su ya importante penetración en el mercado informativo de Canarias, donde es el primer grupo informativo a gran distancia del resto. Otro grupo regional poderoso tiene su centro en La Coruña, con medio centenar de emisoras de radio (Grupo Voz) y creciente hegemonía de prensa en toda Galicia en torno a La Voz de Galicia.

  2. La desaparición entre 1975 y 1984 de la llamada Prensa del Movimiento (reconvertida en 1977 en Medios de Comunicación del Estado) dejó un hueco en provincias de más de medio centenar de medios impresos (dos en San Sebastián: La Voz de España por la mañana, y Unidad por la tarde), uno en Bilbao (el vespertino Hierro), uno en Navarra (Arriba España), uno en Gijón (Voluntad), dos en Barcelona (La Soli y La Prensa), uno en Valladolid (Libertad), uno en Lérida (La Mañana), dos en Baleares, uno en Castellón, otro en Ciudad Real, etc, etc, etc, y no siempre fue compensada con la fundación de otros periódicos. La razón es que en provincias existía ya una red de grandes periódicos, que se ha mantenido casi invariable, tanto en su formato como en la propiedad.

     

  3. Algunas cabeceras de Madrid y Barcelona, tras consolidarse como periódicos nacionales, han iniciado en los últimos años su expansión, casi siempre con la compra de pequeñas cabeceras no rentables o de escasa tirada. Así, el Grupo Prisa, editor de El País, cuenta con periódicos en Valladolid (El Día) o en Sevilla (El Correo de Andalucía); y el Grupo Zeta, de Barcelona, tiene, entre otras, cabeceras modestas en Oviedo (La Voz de Asturias), Zaragoza o Badajoz.

     

  4. Prácticamente todas estas empresas se mueven ahora para entrar en el sector de las televisiones nacionales o regionales: es el caso de Prisa con la red Localia Televisión, o los Grupos Vocento y Recoletos, este último con el apoyo ejecutivo del diario El Mundo, aunque, como ocurre con la red de emisoras de radio, la propiedad de esos nuevos medios de comunicación casi siempre queda en manos de empresarios locales no necesariamente afines ideológicamente con los promotores nacionales.

Texto elaborado por Mercedes Pescador, Directora General de Medialuna Comunicación.

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